Crisis diplomática
República Democrática del Congo expulsa al embajador ruandés del país y el Ejército de Ruanda se pone en máxima alerta
Las crecientes tensiones entre ambos países prosiguen un clima de escalada pese a los débiles esfuerzos de reconciliación organizados por la comunidad internacional
Las tensiones entre Ruanda y República Democrática del Congo avanzaron un paso más este domingo, cuando las autoridades congoleñas dieron un plazo de 48 horas al Embajador ruandés, Vincent Karenga, para que abandonara el país. Esta última medida se debe a los avances cometidos por el grupo armado conocido como Movimiento 23 de Marzo (M23) en el este de RDC, grupo que desde Kinsasa denuncian que se encuentra financiado por Ruanda.
Como respuesta a estos sucesos, el Portavoz del Gobierno ruandés emitió un comunicado donde “lamentaba” la decisión del Gobierno de RDC y anunciaba que las Fuerzas Armadas de Ruanda “se mantienen en máxima alerta” a raíz de los “continuos intentos del Ejército congoleño de atacar el área fronteriza con armas pesadas”. Además, hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que interviniese en lo que ha catalogado de “discursos de odio” de los congoleños contra los ruandeses, mientras es de su parecer que el Gobierno de RCD utiliza a Ruanda como “chivo expiatorio“ para ocultar su propia ineficacia en las tareas de seguridad y de gobernanza.
Desde Kinsasa se mantienen en su postura. El Portavoz del Gobierno congoleño justificó la expulsión del embajador ruandés “en parte, debido a la persistencia de Ruanda de atacar RDC y de apoyar a los movimientos terroristas del M23”. La gota que colmó el vaso ocurrió esta misma semana, cuando los rebeldes tomaron la localidad de Kiwanja, ubicada en la provincia oriental de Kivu Norte. La toma de Kiwanja ha provocado que la capital de provincia, Goma, una descomunal ciudad fronteriza con un millón de habitantes, se encuentre ahora aislada de la zona norte de la provincia, mientras las autoridades locales temen que Goma misma sea el próximo objetivo de este grupo, cada vez más fuerte y más peligroso para la precaria seguridad congoleña.
El M23 como elemento desestabilizador
En este contexto de acusaciones aparentemente indiscriminadas cabe una pregunta lógica. ¿Cuál de las dos naciones dice la verdad? Pero para esto será necesario repasar las evidencias que nos ofrecen los últimos meses y que no son pocas. Conocer qué es el M23, cuáles pueden ser sus conexiones con el Gobierno de Ruanda y, sobre todo, por qué hacen peligrar ahora la zona oriental del país más rico en materias primas de África.
El grupo M23 tuvo sus orígenes en abril de 2012, cuando un reducido grupo de militares congoleños de mayoría tutsi se rebelaron contra las nefastas condiciones que les ofrecía el Gobierno de su país. Su número creció rápidamente hasta alcanzar el de varios miles (diversas fuentes llegaron a señalar que más de 5.000 guerrilleros conformaban el M23 por aquellas fechas) y el 23 de noviembre de 2012 tomaron por primera vez la ciudad de Goma. Poco más de una semana después se retiraron de la ciudad, tras firmar un acuerdo de paz negociado por Uganda, pero ya entonces quedó claro que la capacidad operativa de este grupo era capaz de plantar cara (con éxito) al conjunto de las Fuerzas Armadas de RDC.
En los meses sucesivos a la retirada de Goma, una concatenación de enfrentamientos internos derivó en la disolución del M23 a finales de 2013. Entonces pareció que la pesadilla había terminado para los habitantes de Kivu Norte. Pero ha sido este año, tras casi una década de silencio, cuando el M23 ha resurgido aprovechando la inestabilidad provocada en la región por el Estado Islámico de África Central y por multitud de grupos armados que proliferan en la densa selva congoleña, como pueden ser Biloze Bishambuke, el grupo Busumba, el FRPI y diferentes grupos de origen Mai-Mai, entre otros. Las actividades del M23 comprenden el asesinato, los secuestros, el asalto de caminos y la toma de localidades estratégicas dentro de la provincia de Kivu Norte.
Vínculos entre el M23 y Ruanda
El Gobierno de RDC atribuye el regreso del M23 a una intención real que motiva al Presiente ruandés, Paul Kagame (nacido de etnia tutsi), a desestabilizar la región fronteriza que liga con su país para facilitar así el tráfico de materias primas, en especial el oro y el coltán que posteriormente son enviados a Emiratos Árabes y Turquía.
Que Ruanda exporta bienes congoleños es un hecho que aparece reflejado en multitud de investigaciones periodísticas, mientras traficantes de oro ruandeses confirmaron a este reportero en el mes de junio que el Gobierno de Ruanda facilita el transporte de mercancías de contrabando hacia la capital, Kigali, desde donde se envían a terceros países. Por otro lado, el elevado índice de corrupción en República Democrática del Congo facilita también el contrabando de oro y de coltán, tal y como aseguraron al ser entrevistados diversos oficiales aduaneros congoleños. Cabe a recordar que RDC es el 11º país del mundo con un nivel de percepción de la corrupción más bajo, por encima de otros Estados como Haití, Guinea Bissau o Sudán.
El pasado 6 de julio sucedió una reunión en Luanda (capital de Angola) entre el Presidente de Ruanda, Paul Kagame, y el Presidente de RDC, Felix Tshisekedi, con vistas a acercar posturas. Desde el lado congoleño emitieron a continuación un informe donde se apelaba al retorno de las relaciones diplomáticas entre Kinsasa y Kigali, al cese de las hostilidades y a “la retirada inmediata e incondicional” del M23 del territorio congoleño. Durante días se rumoreó que Kagame había aceptado las condiciones impuestas por RDC, aunque finalmente se emitió un comunicado desde Kigali donde se negó que esto fuera cierto. La reunión en Luanda cayó en saco roto. Los ataques del M23 al Ejército congoleño y la población civil se intensificaron hasta el punto de que Bintou Keita, enviado especial de la ONU sobre el terreno, aseguró entonces que las acciones del grupo rebelde “comienzan a parecerse a las de un ejército convencional, en lugar de las de un grupo armado”.
En lo que respecta a las posibles implicaciones del Gobierno de Ruanda con el M23, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas publicó en el mes de agosto un informe donde se aseguraba que se han encontrado “sólidas evidencias” que confirman la implicación de Ruanda con el grupo rebelde. En el informe se hablaba de una “intervención directa” de las Fuerzas Armadas ruandesas, ya sea para apoyar al grupo M23 o para conducir operaciones militares en territorio congoleño contra otro grupo armado, el FDLR. Dicho informe aseguró que miembros del Ejército ruandés ha proveído históricamente al M23 de armas, municiones y uniformes de combate. Así, pocos dudan de la implicación de Paul Kagame a la hora de desestabilizar todavía más la difícil situación que se vive en el este de RDC, aunque ninguna organización se ha molestado hasta la fecha en tomar las medidas necesarias para detener la masacre que se avecina.
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