Opinión

López Obrador amenaza la democracia

El presidente mexicano, Manuel López Obrador
El presidente mexicano, Manuel López ObradorMarco UgarteAgencia AP

Una de las grandes paradojas del liderazgo neo populista es la pretensión de conquistar el poder a través de la democracia representativa y, una vez en el Gobierno, destruir dicha democracia. Eso es lo que parece estar en marcha en México con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su empeño por reemplazar –a través de una reforma– al Instituto Nacional Electoral (INE) por otra institución que le sea fiel y leal a sus objetivos políticos.

López Obrador ha insistido desde el principio de su mandato que el proyecto que lidera aspira a cambiar el régimen político que lo antecedió. Eso significa, entre otras cosas, un cambio de mentalidad en la población y un cambio en todas las estructuras de poder mexicanas, las instituciones; incluida la electoral.

La preocupación en la oposición mexicana por las similitudes entre el régimen venezolano y cubano con el modelo que pretende instaurar AMLO, no son pocas y va «in crescendo». La destrucción del INE sería un paso desencadenante hacia la instauración de un Gobierno autoritario, carente de contrapesos y acomodado en el poder. La importancia que tiene para el presidente el cambio del poder electoral se ha demostrado con la retahíla de insultos hacia el liderazgo político que se opone y que además se encuentra convocando a la sociedad civil para manifestar su rechazo. La poca tolerancia a la crítica confirma precisamente que el proyecto político no es improvisado y que el reemplazo de un modelo por otro resulta el gran legado que quiere dejar el presidente mexicano en su país.

La responsabilidad de la oposición mexicana, en consecuencia, es mayúscula. Y el deber ciudadano para impedir que la democracia sea enterrada, resulta una prueba fundamental para el futuro de México.