Inflación

Sunak subirá impuestos a los británicos y a las empresas para reducir la deuda

Con una inflación del 11,1%, el Gobierno británico admite que el país ha entrando ya en recesión

El primer ministro británico, Rishi Sunak, en Bali, Indonesia, antes de partir a Londres
El primer ministro británico, Rishi Sunak, en Bali, Indonesia, antes de partir a LondresMICK TSIKASAgencia EFE

El primer ministro británico, Rishi Sunak, llevaba tiempo anticipando que venían momentos «complicados» a los que no se le puede hacer frente con «cuentos de hadas», en alusión al polémico programa de recortes de impuestos planteado por la fugaz Liz Truss, que llevó a la debacle de la libra. Pues bien, la «tormenta ya ha llegado». Lo confirmó el nuevo Gobierno este jueves al presentar el esperado plan fiscal para lidiar con una deuda pública que roza ya el 100% del Producto Interior Bruto. Se trata de un programa para los próximos cinco años valorado en 54.000 millones de libras (unos 63.000 millones de euros) que no solo recoge recortes al estilo de los que se implantaron tras la crisis de 2008, sino que apuesta además por una presión fiscal que se elevará al nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial.

En definitiva, medidas dolorosas, pero necesarias, según defiende el Gobierno conservador, para equilibrar las cuentas de un país que ya está en recesión y cuenta con una inflación disparada del 11,1%, la más alta en 41 años.

El objetivo no es solo recuperar la confianza de los mercados, los mismos que forzaron el pasado mes de octubre la salida de Truss cuando apenas se había trasladado a Downing Street. Sino también intentar garantizar la propia supervivencia del Partido Conservador que, tras doce años en el poder, viene mostrando importantes síntomas de agotamiento, puestos de manifiesto en los últimos meses, cuando los británicos han tenido hasta tres primeros ministros y cuatro titulares del Tesoro diferentes.

El moderado Sunak –que no hay que olvidar que está en el Número 10 por elección de sus filas, no por votación del electorado– quiere demostrar que es el inicio de una nueva era. Aunque no lo tiene fácil. De momento, la estrategia de aplazar las medidas más dolorosas hasta después de las próximas elecciones generales previstas para 2024 le valió ayer las primeras críticas. «Las decisiones difíciles se han dejado para quien gane las próximas elecciones» (según las encuestas, posiblemente los laboristas), opinó Douglas McWilliams, vicepresidente del centro de estudios Cebr. McWilliams indicó que el Gobierno ha optado por ajustar las cuentas «por la vía fácil», evitando incrementar en línea con la inflación los presupuestos públicos, así como la proporción de ingresos de los ciudadanos libres de impuestos, a fin de incluir a más contribuyentes y aumentar así la recaudación.

El aplazamiento busca evitar el castigo del electorado. Pero a los mercados no les gustan los llamados «presupuestos para mañana», con promesas para ejecutar cuando no se sabe si ese partido va a seguir para entonces en el poder. Y nadie garantiza a día de hoy que los conservadores vayan a estar en un futuro en Downing Street. La libra esterlina volvía ayer a perder valor ante el dólar estadounidense y el euro.

Por otra parte, el Gobierno de Sunak tiene que ganarse la confianza del electorado. Cuando se pide a los ciudadanos que sobrelleven la mayor caída en los niveles de vida desde que comenzaron los registros, los políticos tienen que convencerles de que las medidas se realizan de la manera más justa. En este sentido, a diferencia de Truss (cuya prioridad era mimar a los ricos para garantizar el crecimiento), el nuevo Ejecutivo británico rebaja ahora 150.000 libras (171.000 euros) a 125.140 libras (143.240 euros) el umbral de ingresos a partir del cual se pagará la banda más alta del impuesto sobre la renta, del 45%. Pero, al mismo tiempo, congelará, en lugar de aumentar, la proporción de ganancias libres de impuestos, a fin de incluir a más contribuyentes en los próximos años.

Asimismo, también se elevará del 25% al 35% el impuesto temporal sobre los beneficios extraordinarios de las empresas de petróleo y gas e impondrá una tasa provisional del 45% sobre esos excedentes a las generadoras de energía.

Además, se congelará en el nivel actual la franja no gravable de las contribuciones a la seguridad social y el impuesto de transmisiones patrimoniales, mientras que se reducirá de 2.000 libras (2.291 euros) a 1.000 libras (1.145 euros) en 2023 y a 500 libras (572 euros) en 2024 la de los dividendos.

El Gobierno conservador de Reino Unido también amplía la partida presupuestaria para la educación –clave para impulsar la economía, según Sunak– y el Sistema Nacional de Salud público (NHS). Haber metido recortes en este último habría sido extremadamente arriesgado, teniendo en cuenta todos los desafíos a los que se enfrenta, entre ellos, la primera huelga de la historia de los enfermeros que demandan mejoras salariales.

El Ejecutivo británico, eso sí, no se ha olvidado que los pensionistas suponen una parte clave de su electorado y ha respetado la promesa electoral de mantener el «triple candado», para que las pagas de jubilación se revaloricen lo mismo que el incremento de los ingresos medios, el índice de precios al consumo o un mínimo del 2,5%. La cifra que fuera mayor, en este caso, la inflación.

En cualquier caso, el mayor desafío son las previsiones de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), que prevé que la economía británica se contraiga un 1,4% en 2023. Esto contrasta con una previsión de crecimiento del 1,8% en los documentos publicados por el mismo organismo independiente el pasado mes de marzo. La OBR pronostica que el Producto Interior Bruto aumentará un 1,3% en 2024 y un 2,6% en 2025, frente a las previsiones anteriores de la OBR que anticipaban un crecimiento del 2,1% y el 1,8%, respectivamente.

Por su parte, las previsiones de crecimiento del Banco de Inglaterra se extienden hasta 2025, momento en el que espera que Reino Unido sea el único país importante cuya economía aún no se haya recuperado a los niveles previos a la pandemia de coronavirus. No solo se trata de las peores tasas de crecimiento del G-7 o G-20, sino de cualquier parte del mundo desarrollado.

La oposición laborista no cuenta con un «plan B» definido y su líder, Keir Starmer, tampoco es «Mr. Carisma». Los últimos sondeos siguen marcando una importante ventaja. Pero ya se ha demostrado que en Westminster un año es toda una eternidad. Y si Sunak consigue mejorar el libro de cuentas, puede que los conservadores no lo tengan todavía todo perdido.