Talibanes
Los talibanes llevan a cabo la primera ejecución pública desde su toma del poder
Vuelve el “ojo por ojo” de la ley islámica a las calles de Afganistán. Su propio padre ejecutó al reo
Transcurridos menos de un año y cuatro meses desde su fulgurante reconquista del poder en Afganistán, los talibanes llevaron a cabo ayer su primera ejecución pública. La víctima fue un varón natural de la provincia de Herat –en el noroeste del país- condenado por haber matado a otro individuo empleando arma blanca hace cinco años, según anunció un portavoz del grupo insurgente, Zabihullah Mujahid, este miércoles.
Para añadir más crueldad –y voluntad ejemplarizante- si cabe al momento, el encargado de ejecutar al condenado, de nombre Tajmir –quien, al parecer, había confesado el crimen-, fue su propio progenitor. Según desveló el citado vocero de la administración talibán, el padre de la víctima, Ghulam Sarwar, le propinó tres disparos, según precisaron fuentes del movimiento insurgente en un comunicado.
Lo hizo en un abarrotado estadio deportivo de la provincia suroccidental de Farah y en presencia de varios ministros del Gobierno talibán –entre ellos, nada menos que los de Justicia, Educación, Exteriores, Interior y el titular de la cartera para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio-, altos responsables judiciales y otros líderes políticos y militares de los fundamentalistas. Toda una puesta en escena inequívocamente simbólica.
El caso había sido juzgado en tres tribunales distintos y autorizado directamente por el propio líder supremo de los talibanes, Haibatullah Akhundzada. Las autoridades hicieron una invitación pública a “todos los ciudadanos” para que acudieran al estadio a contemplar la ejecución. En unas declaraciones a la BBC, la madre de la víctima del ejecutado hace cinco años rechazó una supuesta petición de clemencia por parte de los talibanes: “Me rogaron que perdonara a este infiel, pero les dije que ese hombre debe ser ejecutado y enterrado al igual que le hizo él a mi hijo. Puede ser una lección para los demás. Si no lo ejecutas, cometerá otros crímenes en el futuro”.
En cualquier caso, aunque sin el reconocimiento público por parte de la administración fundamentalista, los talibanes han retomado ya en las últimas semanas la práctica de las flagelaciones y los castigos corporales, como ocurrió en un estadio de fútbol de la provincia de Logar el pasado mes de noviembre, por delitos como el robo o el adulterio. Sin, por ahora ningún resultado, desde la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas se ha pedido recientemente a los integristas el fin de las citadas prácticas de manera inmediata.
Aplicación de la sharía
La ejecución se produce apenas semanas después de que los jueces afganos recibieran la instrucción del Gobierno de aplicar castigos acordes a la “sharía” o ley islámica en los tribunales del país.
Aunque se desconoce en detalle la correspondencia entre los delitos y los castigos que habrán de aplicarse en Afganistán, el edicto firmado por el líder supremo ordena a los jueces a imponer penas que se traducen en lapidaciones, amputaciones o ejecuciones públicas como la de este miércoles. Fueron prácticas habituales durante el primer período de los fundamentalistas en el poder (1996-2001) hasta su derrocamiento por las fuerzas de la Alianza Atlántica.
El paso de los meses comienza a dar la razón a quienes descreían de las promesas de la nueva generación talibán, que prometió que no repetiría los métodos de represión de antaño. La aplicación de ejecuciones públicas o lapidaciones, las violaciones de los derechos humanos de las mujeres y niñas o la falta de libertades generalizada son ejemplos de que el nuevo Estado nacido del 15 de agosto de 2021 reproduce las estructuras, métodos y prácticas de aquel lustro. Por ahora ningún Gobierno del mundo ha reconocido oficialmente a la administración talibán.
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