Por fin
El precio que tendrá que pagar Kevin McCarthy para ser presidente de la Cámara Baja
Por fin, tras 15 votaciones, el republicano se convierte en el portavoz de la Cámara de Representantes, no sin antes hacer concesiones a los conservadores rebeldes
Le ha costado sudores y mucho esfuerzo diplomático, pero por fin Kevin McCarthy lo ha conseguido. Pasada la medianoche del viernes, el representante californiano cantaba su victoria como presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos durante los próximos dos años. Ha prometido un debate abierto donde “puedes ver lo que sucede en la Casa del Pueblo”, remarcaba contento tras su triunfo.
La victoria ha sido amarga y bastante forzada. Se han necesitado cinco días de bloqueo en la Cámara Baja y 15 votaciones en el que sido el proceso más largo que ha vivido la Cámara en los últimos 164 años para elegir a su presidente. Y todo por culpa de un grupo de 21 disidentes ultraconservadores del llamado Caucus de la Libertad (muchos de ellos negacionistas de las elecciones de 2020 y fieles a Donald Trump) que no apoyaron el liderazgo de Kevin McCarthy por diferencias personales y profesionales. Creen que le falta convicción para llevar adelante una agenda de corte más radical como la que ellos defienden y le acusan de importarle solo la acumulación de poder.
Pasada la medianoche del viernes (6:30 am en España) McCarthy conseguía los 216 votos que necesitaba para su ansiada victoria. Sus fieles seguidores confesaban esto: “obviamente estamos preocupados”, dijo el representante californiano y aliado del nuevo líder, David Valadao. “No me emociona la dirección que está tomando”.
¿Pacto con el diablo?
Después de las celebraciones muchos se preguntan cómo de caro les saldrá este espectáculo político. McCarthy ha conseguido su victoria a golpe de promesas que podrían pesarle políticamente en un futuro.
Legisladores del entorno de las Cámaras han filtrado a la prensa algunas de estas concesiones. Entre ellas, la que más preocupa a los republicanos es el mayor poder que se ha otorgado a un grupo de rebeldes que además parece ir por libre sin patrón que los dirija (el pasado jueves el expresidente Donald Trump llamó al orden a estos pupilos, pero no solo no le hicieron caso, sino que además le reprocharon sus llamados a apoyar a McCarthy). Una muestra más de la falta de liderazgo que existe dentro del partido republicano, que pone en peligro la ya delicada democracia de este país.
La cesión más dolorosa ha sido permitir que cualquier diputado, de manera individual, pueda forzar una votación para destituirle (hasta ahora eran necesarios cinco). Los disidentes han prometido no abusar de este regalo, pero claramente el poder de McCarthy pende de un hilo y esto dificultará los acuerdos y decisiones que se tomen los próximos 24 meses.
La lista de consentimientos no es corta. El representante republicano ha prometido disolver cuanto antes la comisión que investiga el asalto al Capitolio y suprimir los detectores de metales que su antecesora, la demócrata Nancy Pelosi, ordenó instalar tras la insurrección. McCarthy también ha cedido a un debate abierto que permita someter a votación por separado cualquier proyecto de ley de gasto del Gobierno, porque uno de los objetivos de los rebeldes es precisamente disminuir el gasto público, además del destinado a Ucrania.
Los demócratas disfrutan del bochornoso espectáculo político de sus contrincantes
Los demócratas han observado expectantes el bochornoso espectáculo de sus contrincantes. Un circo político que nada tiene que ver con la elección hace dos años de la presidenta demócrata saliente Nancy Pelosi, quien sigue siendo miembro de la Cámara. Pelosi votó como el resto de sus compañeros de partido por el congresista Hakeem Jeffries, que pasa a convertirse en el nuevo líder de la minoría demócrata en la Cámara. “Lo que estamos viendo es una reducción increíble del número de oradores, y eso es muy desafortunado para el Congreso”, dijo la expresidenta.
Mientras tanto, Joe Biden, que arranca su tercer año de mandato en medio de una gran división, tendía una mano amiga a Kevin McCarthy en un intento de limar asperezas para futuras negociaciones. “El pueblo estadounidense espera que sus líderes gobiernen de forma que pongan sus necesidades por encima de todo, y eso es lo que tenemos que hacer ahora”. Lo hacía poco después de su discurso por el segundo aniversario del asalto al Capitolio, que se cumplía el 6 de enero.
Por fin arrancará el año legislativo
La buena noticia en medio de tanto caos es que ahora sí, toca ponerse a trabajar. Hasta ahora ni siquiera los legisladores habían podido prestar juramento. Por no mencionar la parálisis que ha sufrido la adopción de reglas o asuntos legislativos de toda índole. Como, por ejemplo, que el 13 de enero había que pagar a los asistentes del Congreso que trabajan para los Comités, e iba a ser imposible si no se cerraba el liderazgo de la Cámara.
Ahora habrá que esperar al lunes para que la clase política norteamericana por fin empiece su 2023 legislativo que se presenta tremendamente “entretenido”.
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