Pulso en la calle
Los sindicatos paralizan Francia contra la reforma de las pensiones
La primera huelga contra la promesa estrella de Macron se salda con un alto seguimiento en la educación, los transportes y las refinerías
El mayor pulso contra Emmanuel Macron en sus casi seis años de presidencia celebró este jueves su primer acto en las calles de Francia. Una masiva movilización en una jornada de huelga nacional contra la reforma de las pensiones, que pretende retrasar la edad de jubilación de los actuales 62 hasta los 64 años, y que ha conseguido algo que no se producía en Francia desde hace más de una década: la unión sindical. La última vez que los ocho sindicatos franceses se movilizaron en conjunto data de la época del expresidente conservador Nicolas Sarkozy, allá por 2010, y el paralelismo con esta ocasión es inevitable porque fue entonces cuando el Gobierno francés retrasó de los 60 a los 62 años la edad de jubilación.
La unión sindical ha permitido que la jornada de huelga nacional fuera muy seguida en sectores como la educación o el transporte. París tenía casi toda su red de transporte público paralizada este jueves a excepción de las líneas que circulan de forma automática y que han registrado picos de saturación. Punta de lanza para el resultado final de la jornada, los transportes han sido clave con pocos trenes de alta velocidad y casi una parálisis total en el transporte regional. Los aeropuertos también se han visto afectados. En el parisiense Orly, uno de los principales de Francia, un vuelo de cada cinco ha sido anulado por los paros de los controladores aéreos. El ministro de Transportes, Clément Beaune, había advertido de un día «de infierno» y había instado a los ciudadanos a teletrabajar.
Por su parte, el Ministerio de Educación ha informado de que más de un 42% de los profesores de primaria ha secundado la huelga, mientras que de los de secundaria paran alrededor de un 35%. El sindicato SNES anunció que, en algunos establecimientos, un 80% de los profesores estaba en paro.
La huelgas nacional también ha afectado al sector de la energía, especialmente a las refinerías, que ya habían iniciado un movimiento de protesta en octubre pasado en favor de mejoras salariales y que obligó al Gobierno a intervenir. El sindicato Confederación General de Trabajadores (CGT) señaló que en la mayoría de las refinerías de TotalEnergies se ha registrado entre un 70% y un 100% de personal en huelga.
Al término de la jornada, la guerra de cifras habitual no escondía que la movilización ha tenido una magnitud nunca antes vista durante los años de Macron en el poder. Alrededor de 400.000 personas en la manifestación principal de París y más de dos millones por toda Francia, según las cifras del sindicato CGT, el más beligerante contra el presidente galo. Fuentes policiales rebajan considerablemente esa cifra entorno a la mitad. Pero pese a la habitual guerra de cifras, la sensación de parálisis ha sido patente en varios sectores de la actividad.
En París se han registrado algunos incidentes al término de la manifestación principal de las 200 que había convocadas por todo el territorio galo. Al cierre de esta edición, el balance era de 30 personas detenidas. El Gobierno francés había anunciado un importante despliegue de más de 10.000 policías y había pedido en la víspera que la movilización no se convirtiera en un «bloqueo del país». Unas 26.000 personas se manifestaron en Marsella, donde estaba presente Jean-Luc Mélenchon, el líder del primer partido de izquierda, Francia Insumisa (FI). En Lyon, fueron más de 23.000 y en Toulouse, 36.000, según los primeros datos oficiales.
La jornada de huelga representa un desafío para Macron, que ha vivido el desarrollo desde Barcelona, donde se reunía con el presidente Pedro Sánchez para firmar el Tratado de Barcelona, un acuerdo bilateral entre ambos países.
Desde Barcelona, el presidente francés confirmó su determinación con la bautizada como la «madre de todas las reformas». «Si queremos ser justos entre las generaciones y salvar nuestro sistema de reparto, debemos hacer esta reforma», afirmó Macron.
Un sondeo de Ipsos publicado el miércoles indicaba que un 61% de los franceses rechaza la reforma, aunque un 80% considera que es necesario reorganizar el sistema. El Ejecutivo defiende que su proyecto busca equilibrar la caja de pensiones ante un déficit creciente debido al envejecimiento de la población.
El proyecto de la reforma debe ser aprobado ahora por el Consejo de Ministros el próximo lunes y se espera que su trámite parlamentario arranque en febrero. Para aprobar la reforma, el Ejecutivo espera contar con la derecha moderada de Los Republicanos (LR). Para evitar la obstrucción parlamentaria, anunciada ya por la oposición de izquierda, podría recurrir al procedimiento del artículo 47.1 que limita el tiempo del debate a 50 días. Si las dos cámaras del Parlamento no votan la reforma para el 26 de marzo, el Gobierno podría aplicarla mediante una ordenanza, según fuentes parlamentarias, corriendo el riesgo de aumentar la imagen de autoritario de Macron.
La de las pensiones es una reforma que ya tuvo que ser retrasada en su primer mandato con la irrupción de la crisis sanitaria del coronavirus al inicio de 2020. Ya entonces Macron fue claro explicando que, acabada la pandemia, rescataría el proyecto.
El Ejecutivo asegura que la reforma es necesaria porque el sistema va a generar un déficit que alcanzaría los 12.500 millones de euros en 2030, mientras que sus detractores creen que se podría tasar a los ultrarricos y a los beneficios del capital para solventarlo.
En los próximos días, el movimiento de protesta continuará en las calles de Francia. A la espera de que los sindicatos vuelven a movilizarse el 31 de enero, es la izquierda la que pretende de nuevo salir a la calle este fin de semana. La Francia Insumisa de Mélenchon ha convocado una nueva protesta este próximo sábado. Una fecha que, sin embargo, no será respaldada por otras formaciones de izquierdas con las que forma coalición en la Asamblea Nacional al considerar que son los sindicatos en unión los que deben manejar el calendario de este pulso contra el Gobierno de Macron.
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