En primera persona

24-F: El día que Ucrania despertó bajo el terror ruso

El sonido de las bombas al amanecer cambió el destino de los ucranianos.

Incluso cuando todo indica que una guerra está a punto de comenzar, todavía uno se niega a creerlo. Porque la guerra no se siente como algo racional. Especialmente cuando uno no puede ver ninguna razón lógica para el conflicto. En cualquier caso, para ser exactos, Ucrania ha estado en estado de guerra desde 2014. Fue cuando Rusia se anexionó ilegalmente Crimea y envió sus fuerzas especiales a Donbás, violando la integridad territorial del país. Fue entonces cuando la sensación de una gran amenaza entró por primera vez en las vidas de los ucranianos. Aun así, gran parte de la nación parecía negar lo que estaba sucediendo, a pesar de la insistencia de Vladimir Putin en que Ucrania era un peligro para Rusia. Volodomir Zelenski fue elegido presidente con la promesa de poner fin a la guerra, pero Rusia no estaba dispuesta a aceptar otra cosa que la capitulación de Ucrania ante sus demandas.

Mientras que el Ejército ruso se estuvo acantonando cerca de las fronteras, los políticos ucranianos se centraron en la construcción de carreteras, escuelas y hospitales para impulsar la economía nacional. A pesar de que Ucrania era todavía un Estado ineficiente, los sectores de las tecnologías de la información y de la agricultura estaban en auge. La libertad de expresión y la libre competencia abrieron un espacio político un tanto caótico, pero vibrante, y vanguardista. El nivel de vida de los ucranianos mejoraba con una generación más joven esperanzada de que el país pudiera hallar su sitio dentro de Europa.

Sin embargo, hace un año, el sonido de las explosiones indicaron que todo esto había quedado irrevocablemente atrás y que a los ucranianos les aguardaba una gran incógnita.

Cuando salté de la cama, con los ensordecedores latidos de mi corazón, me vinieron a la mente imágenes de las ruinas de Grozni y Alepo. Sabía que lo mismo podría pasar en las ciudades ucranianas. Fue un tiempo de decisiones rápidas y de grandes dudas. ¿Qué debes hacer cuando comienza una guerra? ¿Cómo te preparas para lo que está por venir? Las calles estaban inquietantemente vacías mientras solo se veían filas en los cajeros automáticos, supermercados y farmacias. Al mirar a los ojos de los demás, buscabas la seguridad de que todos estamos juntos en esto. Había tanta expectación. ¿Cómo reaccionaría esta vez el país y su Ejército? ¿Podrá Rusia, como un matón de la escuela, vencernos una vez más?

Pronto quedó claro que esta vez la respuesta era un rotundo «no». Había colas enormes cerca de los centros de reclutamiento militar, los centros de donación de sangre y las tiendas de armas. Cientos de personas se apresuraron a la estación de tren en Leópolis para ayudar a quienes huían a un lugar seguro al otro lado de la frontera. Las escuelas y universidades comenzaron a llenarse de refugiados exhaustos, mujeres y niños, que tuvieron que dejar todo atrás, incrédulos de que a los rusos les resultara tan fácil lanzar bombas y dispararlos a pesar de los supuestos lazos familiares y culturales entre las dos naciones. Fueron recibidos, alimentados y vestidos por miles de voluntarios y tratados en hospitales desbordados. Parecía que el dinero y el tiempo habían perdido todo sentido. En medio de la brutal agresión rusa, lo que importaba más era la preservación de la vida.

Al mismo tiempo, miles de hombres cruzaban en sentido contrario, dejando sus trabajos en Europa para tomar las armas y defender sus hogares. Los informes militares advertían de una gran ofensiva cerca de Kyiv, Jarkiv, Chernigiv, Mariupol e innumerables otras localidades. Soldados morían y mataban para detener al enemigo, mientras multitudes de mujeres, ancianos y niños buscaban seguridad en las estaciones subterráneas y los sótanos con alarmas de aire escalofriantes perforando el aire.

Tantas familias perdían seres queridos. Incluso en la relativamente segura Leópolis, un misil ruso incendió una estación de servicio de automóviles, matando a un conocido de mi familia que trabajaba allí. Un joven gerente, educado e inteligente. No era un «nazi» o una amenaza para nadie en Rusia. Al igual que esas personas que fueron asesinadas en ciudades ocupadas por los rusos o tratando de escapar. Ojalá todos los que dicen que «Rusia fue provocada» pudieran ver los cadáveres de las víctimas. Personas sin cabeza, cortadas por la mitad o con heridas de bala en la nuca. Personas que sufrieron en los sótanos de Mariupol una muerte lenta y dolorosa porque no tenían medicinas, agua o comida. Mientras los tanques y la aviación rusa arrasaban metódicamente sus casas hasta los cimientos.

Incluso cuando vi vídeos siniestros de helicópteros rusos volando a Kyiv o bombardeos de Chernigiv, sentí que Rusia no podía dominar la determinación y la habilidad de nuestro pueblo. El odio y supremacía que los líderes rusos sentían hacia Ucrania, su insistencia en que mi nación ni siquiera existía, que éramos solo una especie de «rusos defectuosos», manipulados por el «malvado Occidente», los hizo ciegos ante lo decididos que pueden ser los ucranianos.

Muchos se han sorprendido a sí mismos. Esos guardias fronterizos que se negaron a rendirse ante el «poderoso» acorazado ruso «Moskvá» lograron capturar el espíritu desafiante de la nación. No es de extrañar que «Moskvá» pronto aterrizó en el fondo del mar Negro, las tropas rusas se vieron obligadas a dejar las afueras de Kyiv y Chernigiv, fueron derrotadas cerca de Jarkiv y abandonaron la capital de Jersón.

Sin embargo, el precio ha sido enorme. Todos hemos perdido mucho en este año. Nuestros hogares, nuestros trabajos, nuestra infancia, nuestros seres queridos y amigos. La sensación de seguridad. La capacidad para viajar y planificar con más de varios días o semanas de antelación. Hemos perdido la noción del tiempo.

Soñamos con la paz, pero entendemos que este matón regional debe ser derrotado para ser detenido.

Solo podemos continuar defendiéndonos porque muchos países, entre ellos España, nos apoyan. La gente está genuinamente agradecida. Entendemos, aunque desearíamos que no fuera así, que otros países sean cautelosos para no involucrarse por el miedo de la respuesta rusa, mientras para muchos esta invasión militar es todavía vista como algo que no les concierne. Aquí es donde el régimen de Vladimir Putin pone sus esperanzas.

Sin embargo, es el sentimiento de que no estamos solos lo que nos ha ayudado a seguir luchando. Creo que la mayoría de la gente ve la guerra en Ucrania como lo que realmente es. La nación invadida defendiendo sus hogares, su dignidad y sus seres queridos contra un mal despiadado y cínico que solo se alentaría a extenderse más si no se detuviera aquí. Es algo que la gente entiende independientemente de su cultura, idioma o puntos de vista ideológicos.