Asia

3.000 agentes participan en la dramática detención del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol

El mandatario había sido cesado por implantar la ley marcial durante unas horas en diciembre

El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, fue arrestado el miércoles en su residencia tras una contundente operación policial, y en medio de graves acusaciones de insurrección. La aprehensión, la primera de un jefe de Estado en ejercicio en la historia del país asiático, se produjo tras varias horas de negociaciones entre efectivos de la Oficina de Investigación de la Corrupción y los asesores del líder, suspendido por su intento de imponer la ley marcial hace casi mes y medio. Tras semanas de creciente tensión y un prolongado estancamiento, el atrincherado Yoon optó por someterse a las autoridades para evitar un posible "baño de sangre". Este dramático giro marca un nuevo punto de inflexión en la agitada narrativa política del país, mientras la comunidad internacional observa si se impondrá la justicia o si las divisiones se intensificarán.

La captura se produjo tras un primer intento de redada que terminó en fiasco a principios de enero. En esta ocasión, agentes de la Oficina de Investigación de la Corrupción (CIO) y una gran fuerza policial de 3.000 oficiales llevaron a cabo una incursión masiva antes del amanecer en el domicilio altamente protegido del exfiscal, ubicado en un exclusivo barrio de Seúl. Tras varias horas de negociaciones, el equipo responsable comunicó oficialmente que había "ejecutado la orden de detención" a las 10:33 de la mañana (01:33 GMT). En ese momento y desde dentro de una zona acordonada, unos alborozados manifestantes gritaron «¡Muchas gracias!» o «¡Habéis hecho un gran trabajo!» a los oficiales que se retiraban, mientras otros se lamentaban o sollozaban.

Los sucesos matutinos transcurrieron como un escabroso drama televisivo, en directo, con cada movimiento retransmitido por múltiples canales de noticias. Mientras su convoy llegaba a las oficinas de la agencia anticorrupción, los investigadores estaban más que preparados para interrogarle por cargos de insurrección y abuso de poder que podrían acarrear la pena de muerte.

Se trata del primer mandatario surcoreano en funciones en ser detenido, y al parecer, por el momento ha optado por "ejercer su derecho a guardar silencio", según informó un portavoz de la Oficina de Investigación de la Corrupción (OIC). En un mensaje de vídeo previo, el líder conservador declaró su intención de "colaborar", a pesar de no reconocer la legalidad de la investigación y deplorarla. Afirmó que se ha sometido al proceso por vio "cómo se infiltraron en la zona de seguridad utilizando equipos de extinción de incendios y, para evitar un desagradable derramamiento de sangre, decidió comparecer ante la Fiscalía.

De acuerdo con la normativa vigente, el imputado puede permanecer bajo custodia policial por un período máximo de 48 horas. Para prolongar su detención más allá de este límite, será necesario que los funcionarios competentes presenten una solicitud formal de autorización judicial.

Cabe recordar que, esta redada, se produjo después de que Yoon hiciera caso omiso a tres citaciones, lo que llevó al Tribunal del Distrito Oeste de Seúl a dictar órdenes de búsqueda y captura, válidas hasta el 21 de enero, tras ser prorrogadas la semana pasada.

Park Chan-dae, líder de los diputados del Partido Democrático, principal fuerza de oposición en el Parlamento, calificó el ultimo desenlace como el "primer paso hacia el retorno del orden constitucional, la democracia y el Estado de derecho". El futuro de Yoon pende de un hilo tras su intento de imponer la inesperada ley marcial el 3 de diciembre, una medida extrema que evocó los oscuros periodos de la dictadura militar.

En ese momento, el controvertido mandatario justificó su decisión afirmando, entre otros motivos, que buscaba proteger al país de las "fuerzas comunistas norcoreanas" y "eliminar los elementos hostiles al Estado". Sin embargo, su estrategia fue frustrada en un Parlamento protegido por fuerzas militares, donde los legisladores votaron en contra del estado de emergencia. La presión ejercida por sus representantes electos y las multitudinarias manifestaciones prodemocráticas obligaron a Yoon a cumplir con los principios constitucionales, evidenciando la fragilidad de su administración en un clima de creciente descontento social.

El Servicio de Seguridad Presidencial (PSS), encargado de la protección de los jefes de Estado, bloqueó la ejecución de la primera orden de detención. Sin embargo, en esta segunda incursión, respaldada por una nueva orden de arresto, las autoridades advirtieron que detendrían a cualquiera que intentara obstaculizar su avance. Inicialmente, se produjeron breves altercados en las puertas de la residencia, donde miles de seguidores acampaban en defensa del presidente, coreando consignas como "¡Orden ilegal!". Ante la resistencia, las fuerzas del orden se vieron obligadas a sortear vallas de púa concertina, y escalar el muro perimetral utilizando escaleras para superar los bloqueos de vehículos en el interior del recinto. Durante su avance hacia la puerta principal, la policía detuvo al jefe en funciones del PSS, según informó la agencia de noticias Yonhap.

El mandatario enfrenta un momento complicado tras su suspensión el 14 de diciembre, resultado de la aprobación de una moción de destitución por parte de la Asamblea Nacional. El Tribunal Constitucional llevó a cabo la apertura formal del juicio el martes, con una primera vista que sorprendió a muchos al durar apenas cuatro minutos. Yoon, alegando "motivos de seguridad", optó por no asistir a esta sesión clave.

A pesar de su ausencia, la Alta Corte sigue adelante con el proceso, con una segunda vista programada para este jueves. Tienen hasta mediados de junio para deliberar y emitir un veredicto. La decisión de la Magistratura podría llevar a su destitución definitiva o a su reinstalación en el puesto. Si eligen la primera opción, se convocarán nuevas elecciones presidenciales en un plazo de 60 días, lo que desencadenaría un impacto considerable en el escenario político de Corea del Sur.