Irán

Adel Al Jubeir: «Irán nos ataca desde la revolución de Jomeini, pero hemos dicho basta»

Entrevista al ministro de Exteriores de Arabia Saudí

Adel Al Jubeir
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Los retratos del príncipe heredero Mohamed Bin Salman, el fundador de la Arabia Saudí moderna Abdelazziz Bin Saud y el actual rey Salman presiden la sala del sótano del Hotel Villamagna en la que cinco periodistas de las principales cabeceras nacionales entre ellos LA RAZÓN se entrevistan con el ministro de Asuntos Exteriores saudí, Adel Al Jubeir. Los cuadros los colgaron unos operarios del hotel diez minutos antes de las 11 de la mañana, la hora prevista del encuentro, para escenificar la alineación de poder en la Casa Saud.

El príncipe heredero Bin Salman ha agitado un país poco acostumbrado a los cambios. Ha definido una Arabia Saudí más asertiva en la escena internacional, dispuesta a contener el ascenso de Irán tras el pacto nuclear y ha promovido una operación contra la corrupción en el interior del país que amenaza los cimientos de la gerontocracia saudí. En estas tierras movedizas se mueve con una afilada diplomacia el ministro de Exteriores que, aunque con el tiempo justo, no rehúsa a ninguna de las preguntas de los periodistas. ¿La trama de corrupción que afecta a 200 personalidades de Arabia Saudí esconde una purga política del príncipe heredero para limar a sus potenciales adversarios? “No es verdad, está absolutamente equivocada. Cuando hay corrupción no hay justicia, cuando hay corrupción hay pérdidas, hay ineficacia y descontrol. Necesitamos tener un Gobierno limpio, responsable y transparente para poder avanzar. Hace tres años el rey Salman advirtió de que combatiría la corrupción seriamente, seis meses atrás el príncipe heredero afirmó que se perseguiría a quien fuera corrupto da igual que fuera un príncipe o un ministro. Hace más de dos años, el fiscal general empezó a investigar el caso. Una vez que han obtenido pruebas suficientes han llamado a más 200 personalidades acusadas de malversación. Han descubierto un agujero de más de 100.000 millones de euros en las arcas públicas, dinero que pertenece a los ciudadanos saudíes, dinero que ha negado al Gobierno la habilidad para construir carreteras, escuelas, hospitales... Esto es lo que es la campaña anticorrupción”.

La escala del caso de corrupción que afecta a hijos del antiguo rey Abdalá amenaza el frágil equilibrio entre las distintas familias de la Casa Saud y pone en evidencia el mayúsculo poder amasado por Mohamed Bin Salman, a quien se conoce también como MBS, en apenas dos años. ¿Está Arabia Saudí convirtiéndose en una monarquía de corte absolutista? “La ironía es que si no hacíamos nada la gente protestaba por la corrupción masiva, si haces algo te conviertes en una dictadura. El único modo de combatir la corrupción es combatiéndola. Hay que enfrentarse a este problema de un modo público y transparente. Podríamos haber abordado esta trama de forma más discreta, pero hay que enviar un mensaje a los saudíes y al mundo entero de que somos serios en la lucha contra la corrupción. Hubiera sido más fácil llamar a uno por uno y hacer un trato con ellos, pero no sería un ejemplo. Queremos dejar claro que si alguien viene hacer negocios a Arabia Saudí se va a encontrar con un Gobierno limpio, sin funcionarios corruptos que cobran comisiones y a nuestra gente queremos enseñarles que somos ejemplares”.

Las turbulencias internas no terminan aquí. MBS también ha apadrinado una serie de reformas culturales y económicas de gran alcance que sorprenden en un país acostumbrado a moverse al ralentí. Al Jubeir prefiere englobar estas transformaciones dentro de una “evolución” y no una revolución. “Queremos empoderar a las mujeres, a los jóvenes, atraer inversiones domésticas y extranjeras. Queremos un país más próspero, menos dependiente del petróleo. Queremos diversificar nuestras fuentes de ingresos”.

Arabia Saudí tiene una población de 20 millones de habitantes, de los cuales un 59% tiene menos de 30 años. “Tenemos una de las poblaciones más conectadas, más tecnológicas en términos de uso de las redes sociales como Twitter y ellos son conscientes de sus sueños, sus esperanzas y sus ambiciones. No podemos avanzar si una parte de la mitad de la sociedad está inmóvil, no podemos avanzar si no adoptamos un islam moderno que sea inclusivo, tolerante y abierto a todos”. Para el ministro de Exteriores es clave promocionar una visión avanzada del Islam que excluya la confrontación con otras culturas o albergue el odio al otro. “Cuando la civilización islámica se ha abierto al mundo ha sido capaz de conectar China con Europa y de avanzar en medicina, astrología o matemáticas”. En esta batalla, Al Jubeir enmarca la crisis con Qatar. “Practicamos la tolerancia cero contra el terrorismo, a quien lo financia o lo promueve con un discurso del odio e interfiere en otros países”. De ahí justifica medias tan extremas como el cierre del canal Al Yazira y pone como ejemplo la aparición en antena de la máxima autoridad religiosa alentando los atentados suicidas. “No es aceptable”. En el discurso obvia las acusaciones también vertidas sobre Arabia Saudí en torno a la financiación de organizaciones terroristas como Al Qaeda y trata de hacer prevalecer la imagen de Riad como socio fiable en la lucha contra el terrorismo internacional. El boicot –“que no bloqueo”, como insiste el ministro saudí- a Qatar se entiende también desde una perspectiva de la tensión con Irán que se extienden desde el Yemen al Líbano. ¿Por qué no regresa el ex primer ministro Saad Hariri a Líbano? “Eso es una decisión que tiene que tomar él”. ¿Prefieren que Hariri tome de nuevo el control del país o prefieren a otra persona en su plaza? “Hariri es un aliado de Arabia Saudí y también es un ciudadano saudí. Le hemos apoyado como lo hicimos con su padre. Hariri no ha podido gobernar por culpa de Hizbulá que ha revocado todas sus iniciativas. De ahí su dimisión”. ¿Por qué el líder de Hizbulá, Hasan Nasralá, aseguró que estaba retenido en Líbano? “Nasralá confunde la ficción con la realidad. Todo lo que ha hecho es boicotear a Hariri. Trabaja con los iraníes y los iraníes quieren desestabilizar Líbano”.

¿Puede producirse una intervención en Líbano como la que se lleva a cabo en Yemen?. “No sé cómo va a desarrollarse la crisis de Líbano pero no comparte frontera con nosotros como Yemen. En medio está Jordania y Siria. Yemen fue un caso claro en el que teníamos que responder, recibimos la solicitud de ayuda del Gobierno legítimo y entramos, pero nosotros no queríamos esta guerra. Siempre hemos dicho que la solución en Yemen es política basada en la resolución 2216 de Naciones Unidas, pero los houties han incumplido todas las resoluciones. Nosotros tratamos de ayudar. Ellos tratan de destruir”. ¿Estamos ante una guerra fría entre Irán y Arabia Saudí? “De la revolución de Jomeini en 1979 Jomeini emergió un estado radical. La constitución iraní pide la exportación de esta revolución. Desde entonces, no han dejado de atacarnos desde múltiples frentes. Asesinatos selectivos de nuestros diplomáticos o estableciendo células terroristas en nuestro territorio. Ahora hemos dicho que basta es basta”. ¿Está Arabia Saudí perdiendo la guerra en Yemen? “No, en estos tres años hemos recuperado el 80% del territorio pese a que hemos sufrido algunos retrocesos en zonas suburbanas. La guerra de Siria contra el Estado Islámico se ha alargado más de cuatro años y medio. Nosotros llevamos casi tres, pero ninguno de los países que participamos en la coalición tenemos el peso militar de EE UU o Rusia. Estamos luchando contra una milicia radical patrocinada por Hizbulá e Irán que cuenta con una fuerza aérea y misiles”. ¿Va a abrir las fronteras para aliviar la crisis humanitaria de Yemen, la mayor del mundo? “Ningún otro país ha dado más ayuda humanitaria a Yemen que Arabia Saudí, hemos acogido a más de un millón de refugiados. Les hemos concedido los papeles y pueden trabajar e integrarse. Nosotros no somos quienes han robado camiones de ayuda humanitaria para luego revenderlos. Han sido los houties, pero luego nos culpan a nosotros. ¿Por qué no se refleja eso?”.