Elecciones

Malaui vota entre la escasez de combustible, la inflación y la desconfianza política

La economía es el eje central de estas elecciones. El costo de vida en uno de los países más pobres del mundo ha aumentado un 75 por ciento en 12 meses

Malaui.- El presidente de Malaui deposita su voto en unas elecciones en las que aspira a un segundo mandato
Malaui.- El presidente de Malaui deposita su voto en unas elecciones en las que aspira a un segundo mandatoEuropa Press

Malaui tiene una cita con las urnas este martes. Hoy se elegirá al próximo presidente del Gobierno, a 299 diputados y 509 concejales. Todo ello ocurrirá en un clima marcado por la precariedad económica y una creciente impaciencia ciudadana. Alrededor de 7.2 millones de personas se registraron en las semanas previas para votar en un proceso que comenzó a las 6 de la mañana y que concluirá con el cierre de los colegios electorales en torno a las 16:00 horas. Para alcanzar la presidencia, el candidato más votado deberá obtener más del 50% de los votos; de no alcanzarse ese umbral, habrá una segunda vuelta dentro de los próximos dos meses. La Comisión Electoral de Malaui (MEC) prevé publicar los resultados presidenciales el 24 de septiembre y los parlamentarios el 30 de septiembre.

Sin embargo, muchos malauíes dicen preocuparse más por obtener combustible que por las elecciones. La escasez de gasolina y diésel lleva meses provocando esperas interminables, peleas esporádicas en estaciones de servicio y el auge de un mercado negro cuyos precios multiplican por cinco la tarifa oficial. A los cortes regulares de electricidad se suman el encarecimiento de la cesta de la compra, el hambre que azota en las zonas afectadas por la última sequía y un desempleo juvenil que obliga a muchos a reinventarse en la economía informal.

Una contienda de desgaste y apatía

En la papeleta que reciben los votantes figuran 17 aspirantes a la presidencia. Pero la verdadera lucha, según confirman los analistas, es entre el presidente saliente, Lazarus Chakwera, y su predecesor, Peter Mutharika. De 70 y 85 años, respectivamente. Ambos ya se enfrentaron en las urnas en 2019, en unas elecciones que fueron anuladas tras acusaciones de manipulación y que desembocaron en una histórica repetición en 2020. Chakwera ganó aquel segundo asalto con cerca del 59% de los votos.

Cinco años después, el líder del Partido del Congreso de Malaui (MCP) pide “terminar lo que empezamos” y exhibe obras viales y el reinicio de servicios ferroviarios tras más de tres décadas interrumpidos. Además, ha prometido un programa de transferencia de 500.000 kwachas (unos 290 dólares) para cada recién nacido y que se cobrarían al cumplir 18 años. Pero nada de esto quita que su mandato ha transcurrido atravesado por una elevada inflación, además de la ya mencionada escasez de combustible y graves acusaciones de nepotismo y corrupción (como el polémico nombramiento de su hija como diplomática en 2021). Todo ello ha erosionado su ventaja ante su contrincante.

Mutharika, mientras tanto, líder del Partido Democrático Progresista (DPP), hace campaña sobre sus viejas credenciales. En los mítines de las últimas semanas presumió de haber reducido la inflación durante su anterior mandato (2014–2020) y de haber impulsado proyectos de infraestructura. Promete ahora “un retorno a un liderazgo probado” liderado por reformas económicas. Aunque nada de ello quita que existan dudas sobre su capacidad para liderar el país con 85 años.

La lista de candidatos incluye otras figuras conocidas, como la expresidenta Joyce y el exvicepresidente Michael Usi. La campaña electoral, sin embargo, ha sido más austera que en años anteriores (menos camisetas gratuitas, menos vallas espectaculares con los rostros de los candidatos), en conjunción con la estrechez financiera del país y la apatía que domina a una parte del electorado. Los activistas han intentado movilizar a un electorado decisivo y cerca del 60% de los inscritos para votar tienen menos de 35 años, pero muchos jóvenes han afirmado no sentirse representados por candidatos que casi les triplican la edad. No se debe olvidar que la edad media de Malaui es de 17 años.

Economía, combustible y clima

La economía es el eje central de estas elecciones. El costo de vida en uno de los países más pobres del mundo ha aumentado un 75 por ciento en 12 meses, según informes que citan al Centro para la Preocupación Social, una organización no gubernamental. El precio de los alimentos subió alrededor de un 30% en el último año y los salarios se mantienen estancados. La inflación general se ha mantenido de manera constante por encima del 27%, alimentada a su vez por la falta de divisas, que empuja a importadores a recurrir a dólares. El pasado mes de mayo, el Fondo Monetario Internacional canceló un programa de 175 millones de dólares por incumplimiento de metas preliminares; las autoridades anticipan negociar un nuevo acuerdo tras los comicios.

A esta fragilidad en la economía de Malaui se le suma una crisis climática casi continua. En 2023, el ciclón Freddy asoló el país y dejó tras de sí más de 600 fallecidos, y en 2024 siguió una sequía vinculada al fenómeno de El Niño que obligó a cientos de miles de personas a depender de asistencia alimentaria. Diversas voces de la sociedad civil reclaman que el próximo gobierno invierta en sistemas capaces de absorber choques climáticos y que presten mayor atención a mujeres y niñas, quienes están más expuestas al impacto climático.

Los dos favoritos han intercambiado promesas y reproches en lo que respecta a estas preocupaciones. Chakwera pide tiempo para consolidar su “plan de estabilización”, que, dice, ha sido saboteado por prácticas corruptas en el sector de combustibles y por emergencias sanitarias y climáticas. Mutharika promete, por su lado, “rescatar” la economía atrayendo divisas extrajeras y estabilizando las cadenas de suministros.

Con colas largas en los centros de votación desde primera hora y retrasos puntuales en la apertura, el día transcurre con la vista puesta en una eventual segunda vuelta. Lo que decidan hoy los malauíes no solo definirá un nombre y un partido, sino que pondrá a prueba la capacidad del próximo gobierno para desactivar las crisis que se acumulan en el pequeño país africano.