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Dramática victoria de Tsipras

Alexis Tsipras celebra su victoria
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La izquierda radical de Syriza vence pero sin lograr la mayoría y con una abstención récord, que ronda el 45%. El primer ministro aspira a reeditar la coalición con los nacionalistas de Anel, que sí entran en el Parlamento.

Venció, pero tampoco consiguió su máximo objetivo: la mayoría absoluta para gobernar en solitario. A pesar de los malos presagios, Syriza aguantó el pulso al que se sometió su formación tras anunciar el adelanto electoral. A falta del recuento definitivo, Syriza se colocó a la cabeza con el 35% de los votos, a una distancia de siete puntos de los conservadores de Nueva Democracia, que se quedaron con un 28%. En escaños, y teniendo en cuenta el bonus de 50 parlamentarios que recibe el partido más votado, la formación de Tsipras se haría aproximadamente con 145 asientos. Una llamada de atención por parte de sus votantes (ya que perdería entre dos y cinco parlamentarios), que finalmente sí acudieron a las urnas para darle una segunda oportunidad, con un referéndum por medio.

Sin duda, sus vaivenes políticos a lo largo de estos siete meses en el poder –comenzó su legislatura oponiéndose frontalmente a un tercer rescate y exigiendo una quita a la desmesurada deuda del país y terminó firmando el tercer memorando heleno– han pasado factura al Gobierno liderado por la coalición de izquierda radical, que tras aceptar el tercer rescate a su economía (86.000 millones de euros) promete ahora cumplir con su programa social (aumento de las pensiones y del salario mínimo, fundamentalmente) a pesar de las rígidas normas impuestas por el cuarteto (BCE, Comisión Europea, FMI y el MEDE). Lo que no aclaró el líder de Syriza es cuál es el margen que tiene para cumplir su nueva promesa. «Está claro que Syriza gobernará de nuevo con los Griegos Independientes, es el escenario más realista», explica a LA RAZÓN Dim Rapidis, director del «think tank» griego «Bridging Europe». Y es que, contra todo pronóstico, el partido nacionalista dirigido por Panos Kammenos –que fue el titular de Defensa en el primer gabinete de Tsipras–, no se quedó fuera del Parlamento y será por segunda vez el hombro en el que se apoyará Tsipas para gobernar. Anel podría rozar el 4% de los votos y conseguir así diez diputados, más que suficientes para que sumados a los de Syriza superen los 151 que supone la mayoría absoluta. «Sin duda la gran sorpresa de la noche electoral ha sido la victoria de Anel. Ningún sondeo la pronosticaba», añade Rapidis.

Por su parte, el nuevo líder de Nueva Democracia, Vangelis Meimarakis, tuvo que conformarse con la segunda posición. Las encuestas habían pronosticado un resultado mucho más ajustado ante una previsible caída de Syriza que no llegó a materializarse. Meimarakis mejoró ligeramente los resultados que en enero obtuvo Antoni Samaras. Del 27,8% actual (76 diputados), Nueva Democracia se quedaría ahora prácticamente igual en cuanto a representación parlamentaria y alrededor del 28% de los votos. Aunque ha conseguido presentar a su partido más unido que enero durante la campaña, no ha logrado atraer al votante conservador desencantado. «Meimerakis dio lo mejor de sí mismo, pero no fue suficiente para convencer a sus votantes. El hecho de que sea un partido que siga representando a los partidos del pasado ha tenido un gran peso», asegura Rapidis. La otra protagonista de la jornada electoral fue la abstención, que a falta de los datos definitivos podría haber superado el 40 por ciento a pesar de que el voto es obligatorio. El descenso supone un hito en la historia de la democracia helena. La participación de los griegos en los cinco procesos electorales que han tenido en los últimos ocho años ha ido cayendo progresivamente. Tras el 74% cosechado en 2007, la cifra disminuyó hasta el 63% que marcó en enero. Anoche, con la mitad de los votos escrutados, no llegaba al 60%.

Los malos presagios se cumplieron en cuanto al éxito de Amanecer Dorado, que volvió a colocarse en tercera posición y superar la barrera del 7%. Con este resultado, los neonazis habrían obtenido su mejor marca desde su entrada en el Parlamento en 2012. En el lado opuesto, una de las caídas más sonadas de la noche electoral fue la de To Potami, formación centrista liderada por el periodista Stavros Theodorakis, que se precipitó hasta el 4%, lo que le llevaría a perder, como mínimo, seis escaños. Pasaría así de la cuarta posición en el Parlamento a la sexta, por detrás de los comunistas y del Pasok. Otra de las grandes sorpresas de la noche fue la entrada del partido Unión de Centristas, que entra por primera vez en su historia en el Parlamento, con 9 asientos.

Pasadas las 10:30 de la noche, Alexis Tsipras fue a celebrar su victoria a la céntrica plaza Klauthmonos, donde la afluencia de simpatizantes difería mucho de la que en enero festejó la victoria de Syriza. Esta vez, los jóvenes eran los grandes ausentes, lo que ponía sobre la mesa la abstención de este sector de votantes. Entre vítores apasionados de los fieles «syrizos», Tsipras, aseguró estar «convencido de que a partir de ahora todo nos irá bien». «He comprobado que no nos equivocamos y que podemos continuar la tarea que empezamos hace nueve meses». «Combatiremos don dureza la corrupción», gritaba un eufórico Tsipras, que animó a subir al escenario a su socio, Panos Kammenos, que repetirá en el nuevo Ejecutivo. «Seguiremos trabajando con la confianza de Kammenos, esta misma noche comenzaremos», afirmó el líder de Syriza mientras ambos se fundían en un abrazo.