Política

Yihadismo

¡Alá hack-bar!

Mientras Obama realizaba una intervención sobre seguridad informática, unos yihadistas del Estado Islámico lograban secuestrar las cuentas del Estado Mayor del Pentágono en Twitter y YouTube.

El presidente Obama realizaba una sonada intervención en materia de seguridad informática
El presidente Obama realizaba una sonada intervención en materia de seguridad informáticalarazon

Total, que mientras el presidente Obama realizaba una sonada intervención en materia de seguridad informática, unos piratas informáticos yihadistas del Estado Islámico lograban secuestrar las cuentas del Estado Mayor del Pentágono en Twitter y YouTube. La yuxtaposición sería desproporcionada y facilona viniendo de cualquier novelista o dramaturgo, pero en estos tiempos la realidad no se apiada de nadie: es el mundo de Mahoma, nosotros somos meros espectadores.

Piratear las cuentas del Pentágono en las redes sociales no es lo mismo que piratear las bases de datos clasificadas del Pentágono. Pero como patada en la espinilla del Gran Satán, tiene cierto estilo.

Y no es irrelevante de cara a la cuestión a la que se enfrenta el mundo todavía más o menos libre después de los 17 muertos de París. Están aquellos que creemos que el problema es el islam, no la totalidad del islam ni la totalidad de los musulmanes en absoluto, sino una variante del islam que es la que está marcando el paso al mundo musulmán hoy. Y están aquellos que dicen que no hay que prestar ninguna atención a todos los tipos que berrean «Alá ajbar» y se jactan de vengar al profeta: Ésto no tiene nada que ver con el islam.

El segundo grupo abarca a casi todo hijo de vecino que tiene cierto peso en la dirección del mundo occidental. Y por eso, como sucedáneo de réplica al reto ideológico, se nos ofrece la solución de la seguridad: ah claro, puntualmente alguien caerá y habrá unos periodistas muertos o unos judíos o unos gerentes de cafetería, pero no pasará a menudo gracias a nuestra superior tecnología y nuestra inteligencia y nuestras técnicas de alerta. Como escribí en agosto: «Me dio la incómoda sensación, como a Cameron, de que el resultado va a ser un mundo en el que, dentro de cinco o diez años, volar de Londres a Nueva York por motivos de trabajo o de Toronto a Atenas, para pasar unas vacaciones en el archipiélago heleno, será más difícil y engorroso para la ciudadanía que respeta la Ley». En otras palabras, la cúpula política del mundo occidental tratará de controlar el problema a través de la vigilancia institucional.

De hecho, si usted observa las posturas legislativas de cara a la galería post París, advertirá que es lo único de lo que están hablando: a instancias del ministro del Interior de la República de Francia, los ministros de Interior y/ o Justicia de Latvia, del presidente Pro Tempore del Consejo de Ministros de la UE; de Alemania, de Austria, de Bélgica, de Dinamarca, de España, de Italia, de los Países Bajos, de Polonia, del Reino Unido y de Suecia mantuvieron una reunión en París el pasado 11 de enero y adoptaron la siguiente declaración en presencia del comisario europeo de Interior y Emigración, del fiscal general de EE UU, del secretario de Seguridad Nacional en Funciones de EE UU, del ministro de Seguridad Pública de Canadá y del coordinador europeo de Contraterrorismo: «Al tiempo que se garantiza que siga habiendo, en respeto escrupuloso de libertades fundamentales, un foro de libre expresión», van a acudir a los proveedores de internet «para crear las condiciones de denuncia rápida de los materiales que pretendan incitar al odio y el terror y las condiciones de su retirada».

¡Ah! De modo que para honrar la memoria de los viñetistas caídos en defensa de la libertad de expresión, ellos van a vigilar de forma aún más rigurosa la libre expresión. Esto ya es una cultura en la que un caballero de Yorkshire puede ser detenido por colgar un vídeo de él tirando por el retrete un ejemplar del Corán, en la que los gorrillas totalitarios e inútiles de la Policía de Escocia amenazan a la ciudadanía a la que tienen controlada constantemente. ¿Qué es más probable bajo el nuevo régimen de seguridad? ¿Qué vayan a por los que reclutan para el Estado Islámico o los imanes furibundos o que simplemente se pongan a crear ordenanzas para que el comisario de turno ponga a caldo a los multiculturalmente insensibles?

Y no crea que es únicamente la UE. Obama invitará a los aliados a una reunión en Washington el 18 febrero para evaluar e impedir el extremismo violento.

Cazeneuve manifestó que internet ha de seguir siendo un espacio para la libre expresión, pero que Europa debería combatir el uso abusivo de la red para diseminar el discurso de odio, los mensajes antisemitas y el reclutamiento de los jóvenes para la violencia. «Hemos de trabajar más estrechamente con las empresas de internet para garantizar la denuncia y de ser posible, retiren cualquier contenido que suponga un enaltecimiento del terrorismo o que incite al odio y la violencia», declaró.

Con que «el extremismo violento», ¿no? No hay ninguna necesidad de ser más concretos, ¿a que no?

Si hubiera alguna posibilidad de que esto funcionara, a lo mejor bastaría. Pero, como acaba de demostrar el Estado Islámico, el Estado policial no es tan seguro. Y abrir agujeros en él no se les está dando bien únicamente a los chinos y a los rusos; al nuevo califato también.