Argentina

Alberto Fernández, de crítico de Cristina Kirchner a su número uno

El presidente Alberto Fernández, junto a su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner
El presidente Alberto Fernández, junto a su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchnerlarazon

Este abogado de 60 años era un absoluto desconocido para los que vivimos fuera de Argentina hasta que Cristina Fernández de Kirchner lo eligió como su sucesor al frente del peronismo.

Los analistas creen que un Gobierno de Fernández sería más moderado de lo que temen los mercados: la simple sospecha de que pudiese llegar a encabezar un Ejecutivo como el de Cristina -o que pudiese convertirse en su títere- provocó que el peso argentino cayese un 26% tras su victoria en las primarias argentinas (PASO).

Este bonaerense disfruta con la guitarra, la poesía y con la compañía de su perro Dylan. Cuando se habla de él, la palabra que suele acompañarle es “pragmático”. Tiene fama de prestar atención a las propuestas de todos los colores del espectro, sin dejarse llevar por la ideología (algo muy criticado en su predecesora). También se le conoce por ser impaciente, un poco arisco con la prensa, y de conocer perfectamente los entresijos de la burocracia argentina: “Ha aprendido a crecer en el poder”, decía su amigo y embajador de Argentina en Naciones Unidas Jorge Argüello.

En 1996, conoció al matrimonio Kirchner a través de su amigo Eduardo Valdés, actual diputado del Parlamento del Mercosur. En ese momento, Néstor Kirchner todavía era un personaje desconocido, pero la química surgió con rapidez y le nombró su jefe de campaña para las elecciones presidenciales. Durante los cuatro años de su Gobierno ocupó el cargo de Jefe de Gabinete, pero no aguantó más que seis meses bajo la bota de Cristina. Tras la decisión de la mandataria de aumentar los aranceles a la exportación, renunció al puesto. Y desde entonces pasó a engrosar las filas de sus muchos críticos, llegando incluso a calificar su paso por la Casa Rosada como “deplorable”, o “patético”.

El pasado 18 de mayo, Cristina Fernández de Kirchner anunció algo que nadie se vio venir, que Alberto Fernández sería su sucesor como cabecilla del “Frente de Todos” (con ella como segunda, claro). “Todos los que en algún momento tuvimos críticas para con ella entendimos que era un error seguir confrontando entre nosotros, cuando el problema que tenía Argentina se llamaba Macri”, explicaba Alberto Fernández.

El candidato se presenta -como buen peronista- como el defensor de los pobres y los oprimidos; con promesas de aumento de salarios y de crecimiento económico, (...). Pero si triunfa en los comicios, todavía tendría que hacer frente a la deuda, el déficit fiscal, y a la inflación. Y todo ello, con el recuerdo aun presente del mandato de su predecesora, que impuso el cepo cambiario, mantuvo al país en “default”, realizó constantes ataques a la independencia judicial y a los medios, y acumuló hasta once acusaciones por casos de corrupción.