Ampliación
La UE alcanza un acuerdo para iniciar las negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia
Los Veintisiete han garantizado el estatus de candidato a Georgia y se negociará con Bosnia una vez alcance los niveles necesarios de cumplimiento
El Consejo Europeo ha decidido abrir negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia. Los Veintisiete han garantizado el estatus de candidato a Georgia y la UE iniciará las negociaciones con Bosnia y Herzegovina una vez que se alcancen los niveles necesarios de cumplimiento con los criterios de membresía. El presidente del Consejo, Charles Michel, ha invitado a la Comisión a informar del proceso en marzo en vista de tomar una decisión.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete están reunidos en la capital comunitaria en la última cumbre del año con el apoyo a Ucrania como tema clave y el que parecía que el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, iba a ser el villano de la reunión. Pero sorpresivamente, el mandatario húngaro ha levantado su veto a la adhesión de Ucrania, a pesar de que a su entrada a la reunión había asegurado que el país invadido por Vladimir Putin no cumplía con las condiciones necesarias, tal y como había quedado reflejado en el informe publicado por la Comisión Europea el pasado mes de noviembre.
Posteriormente se ha conocido que el mandatario húngaro ha recurrido a una pirueta diplomática legal pero controvertida, ya que ha decidido ausentarse de la sala cuando el resto de los líderes europeos iban a apoyar por consenso las conclusiones de la cumbre. De esta forma, Orbán ha conseguido salvar los muebles de cara a su postura inicial. Fuentes diplomáticas explican que esta ausencia había sido acordada con el resto de mandatarios de manera «constructiva».
Todo indica que los encuentros en formato reducido entre Orbán y otros líderes, antes del comienzo de la cumbre, han servido para buscar esta solución. Según explican fuentes diplomáticas, la base legal de este acuerdo reside en que ha sido una decisión del Consejo Europeo «que no ha sido bloqueada por ninguno de sus miembros».
Pero nadie duda de que Orbán sacará rédito político a esta estratagema, sobre todo de cara a su electorado. «Comenzar negociaciones de adhesión con Ucrania es una mala decisión. Hungría no participó en la decisión», ha asegurado el mandatario en redes sociales. Según reconocen fuentes diplomáticas, queda el interrogante sobre si Orbán volverá a poner palos en las ruedas cuando sea necesario seguir dando pasos en las negociaciones y las decisiones no se tomen por consenso sino por unanimidad, tal y como exige la aprobación del marco de negociaciones. A pesar del simbolismo del gesto político, ahora las conversaciones para que Ucrania entre en la UE pueden dilatarse años. El camino se presenta pedregoso.
«El Consejo Europeo ha decidido abrir negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia. El Consejo ha garantizado estatus de candidato a Georgia y la UE abrirá negociaciones con Bosnia y Herzegovina una vez que se alcancen los niveles necesarios de cumplimiento con los criterios de membresía e invita a la Comisión a informar en marzo en vista de tomar una decisión. Una señal clara de esperanza para su pueblo y para nuestro continente», ha asegurado el presidente del Consejo, Charles Michel, en redes sociales. Poco después, ha repetido palabras muy parecidas en una comparecencia espontánea ante la prensa.
«Una decisión estratégica y un día que quedará grabado en la historia de nuestra Unión. Orgullosos de haber cumplido nuestras promesas y encantados por nuestros socios», ha trasladado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. «Una victoria para toda Europa», celebró el presidente ucraniano Volodimir Zelenski.
Orbán había acudido a la capital comunitaria con un doble veto: el de la adhesión a Ucrania y el del apoyo al país invadido por Rusia a través de un instrumento de 50.000 millones de euros para los próximos cuatro años. Si bien este último elemento tiene varias aristas, ya que esta ayuda económica se enmarca dentro de la revisión de los presupuestos, lo que incluye también otras partidas, y los países partidarios de la ortodoxia presupuestaria quieren rascarse el bolsillo lo menos posible.
En cuanto a la financiación, Orbán también ha negado que la luz verde al plan para Ucrania esté supeditado al desbloqueo de las ayudas europeas que el país tiene sin liberar debido a su falta de respeto al Estado de Derecho. Este miércoles, la Comisión decidió descongelar 10.200 millones, pero supeditó el resto (30.000 millones en total) a que el país siga con las reformas pendientes. Aunque el principal asesor político, Balázs Orbán, había asegurado que el apoyo a Ucrania estaba ligado al desembolso total de las ayudas, el primer ministro húngaro ha rechazado esta idea.
En principio la Comisión Europea propuso a los países europeos una financiación adicional de 66.000 millones de euros para sufragar no sólo la ayuda a Ucrania sino también otros temas como la política de migración y asilo. Ante la negativa no sólo de Hungría sino también del club de los países frugales, el presidente del Consejo, Charles Michel, ha presentado este jueves una nueva propuesta para que esta factura descienda hasta los 22.500 millones de euros.
Orbán también había defendido que las necesidades de financiación para Kyiv están cubiertas en el corto plazo, si bien los últimos cálculos creen que el país tan sólo puede sobrevivir hasta marzo para no caer en la bancarrota.
Según fuentes diplomáticas, existen posibilidades de llegar a un acuerdo para que la financiación adicional se sitúe entre los 20.000 y 22.000 millones de euros y la estrategia del resto de los socios consiste en intentar llegar a un acuerdo sin Hungría para después ofrecerle un pacto. Tras la fumata blanca para la adhesión, los líderes europeos se han enfrascado en una nueva sesión centrada en los presupuestos, después de que los denominados sherpas, los técnicos que operan en la sombra, hayan perfilado la última propuesta.
Asimismo, los Veintisiete han alcanzado un acuerdo para iniciar un embargo a la exportación de diamantes rusos tras superar las reticencias de Bélgica, preocupada por las consecuencias para Amberes, centro mundial del comercio de este mineral.
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