Política

Irán

El expansionismo iraní, alcanzar el Mediterráneo

El victimismo y el odio a lo occidental alimentan a las tropas y milicias de Irán, siempre preparadas para un conflicto contra Israel.

El Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica es la más efectiva de las unidades militares iraníes / Ap
El Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica es la más efectiva de las unidades militares iraníes / Aplarazon

El victimismo y el odio a lo occidental alimentan a las tropas y milicias iraníes, siempre preparadas para un conflicto contra Israel.

Para comprender el espíritu que anima al Ejército y milicias iraníes debe entenderse previamente el sentimiento de victimización que reside en el fondo de su opinión pública. El derrocamiento del primer ministro Mossadeq en 1953, organizado por la CIA norteamericana y el MI6 británico para evitar la nacionalización de sus intereses petrolíferos –y los 26 años que siguieron de dura represión del Sha Pahlevi– están siempre presentes en el imaginario iraní. Enlazan con su interpretación histórica y animan la moral de combate actual de sus fuerzas armadas y milicias.

Estos sentimientos se refuerzan con la fe chií que exalta el sacrificio cruento. Ambas pues –historia reciente y religión– alimentan un profundo antiamericanismo y la oposición general a todo lo occidental, y muy especialmente a Israel, que el régimen se esfuerza en mantener vivo y operante en la sociedad y el Ejército.

Esto explica el apoyo popular a conductas tan radicales y contra el derecho internacional como la crisis de los rehenes de 1979 a 1981. Al año de la Revolución Islámica –temiendo Sadam Husein que pudiera extenderse a la mayoría chií de su país–, Irak invadió Irán. Esta carnicería que duró nada menos que ocho años ayudó a aumentar la victimización en Irán, que luchó prácticamente solo. La antipatía contra el mundo suní, y muy especialmente contra Arabia Saudí, evolucionó hacia una hostilidad apenas disimulada.

El Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica –los pasdaran– es la más efectiva de las unidades militares iraníes. Con unos 125.000 efectivos, está organizado como fuerza conjunta con sus componentes terrestre, naval, aéreo y de Operaciones Especiales (Quds). Controla además una milicia paramilitar de unos 90.000 hombres (Basij) e interviene significativamente en la vida económica, política y social de Irán. Los Guardias conviven con las Fuerzas Armadas clásicas que mantienen el servicio militar obligatorio. Su armamento más destacado son los misiles balísticos de medio y corto alcance que están siendo empleados en el conflicto de Yemen.

El bloquear el estrecho de Ormuz por donde pasa un tercio del tráfico marítimo petrolífero mundial ofrece a Teherán la posibilidad de ejercer una presión internacional, eso sí, con un enorme riesgo de represalias norteamericanas. Otra constante del pensamiento militar iraní es la preparación de un conflicto contra Israel, lo que caso de producirse provocaría sin duda una respuesta militar de Estados Unidos.

La organización Hezbolá nació en el Líbano –inspirada y apoyada por la revolución iraní– como una milicia que usaba tácticas terroristas incluidas las suicidas. Con el tiempo ha incorporado el empleo de armamento convencional y tácticas guerrilleras, dotándose además de una rama política y de ayuda social. Ha adquirido un gran prestigio en el mundo musulmán por el resultado de sus enfrentamientos con Israel que incluso va más allá de sus profundas raíces religiosas chiíes.

Los 25.000 efectivos (estimados) de Hezbolá constituyen en la práctica un mecanismo más de la intervención internacional de Irán, encontrándose actualmente parcialmente desplegados –junto a unidades regulares– en Irak, Siria y Yemen en la persecución de la estrategia histórica iraní de alcanzar el Mediterráneo.