Eurovisión
Alemania y Austria critican a los países que están presionando por la expulsión de Israel de Eurovisión
Controversia internacional y posiciones diplomáticas encontradas sobre el festival de la canción
La presión de algunos países europeos y de sectores de la sociedad civil para excluir a Israel del próximo Festival de Eurovisión ha generado una ola de reacciones diplomáticas. Tanto Alemania como Austria han salido públicamente a rechazar cualquier intento de boicot, defendiendo la esencia del certamen como espacio de encuentro cultural.
El ministro alemán de Cultura advirtió que expulsar a Israel supondría traicionar el espíritu fundacional del concurso: "Eurovisión se fundó para unir a las naciones a través de la música. Excluir a Israel hoy significaría ir en contra de esta idea fundamental y convertir una celebración del entendimiento internacional en un tribunal". En la misma línea, añadió que el certamen debe preservar su carácter artístico: "Eurovisión se basa en el principio de que los artistas son juzgados por su arte, no por su nacionalidad. La cultura de la cancelación no es la solución: la clave está en la diversidad y la cohesión".
El Gobierno austriaco, por su parte, ha pedido de manera explícita que ningún país se sume a un boicot y ha subrayado que el festival debe mantenerse como un espacio abierto a todas las voces. El gobierno austriaco considera que la politización del concurso dañaría su credibilidad y pondría en riesgo el propio futuro del certamen.
El ministro alemán fue aún más claro al recordar el origen del festival: "Precisamente porque Eurovisión nació de las cenizas de la guerra, no debe convertirse en un escenario de exclusión". Sus palabras reflejan la preocupación de Berlín por mantener la coherencia histórica y por evitar que un evento pensado para unir termine convirtiéndose en un foco de división.
Mientras tanto, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora de Eurovisión, se encuentra en el centro del debate, con la presión de algunos países que exigen medidas contra Israel y otros que defienden su derecho a participar. La polémica deja en evidencia la tensión entre la dimensión cultural del festival y las crecientes disputas políticas internacionales.