Elecciones

La izquierda de Gustavo Petro, lista para tomar el poder en Colombia

Lidera las encuestas para las presidenciales. Su victoria cambiaría la balanza de poder en América Latina

Un triunfo el próximo 29 de mayo en las elecciones presidenciales colombianas de Petro, en su tercer intento en 12 años, se sumaría al acelerado cambio en la balanza política en el continente
Un triunfo el próximo 29 de mayo en las elecciones presidenciales colombianas de Petro, en su tercer intento en 12 años, se sumaría al acelerado cambio en la balanza política en el continenteFernando VergaraAgencia AP

La izquierda en Colombia ha cambiado y eso le ha puesto en posición ventajosa para, finalmente, alcanzar el poder en ese país latinoamericano. Un triunfo el próximo 29 de mayo en las elecciones presidenciales colombianas del candidato Gustavo Petro, en su tercer intento en 12 años, se sumaría al acelerado cambio en la balanza política en el continente que decidió alejarse de la derecha en estos últimos dos años, después de una ola «azul» hace más de un lustro.

El Pacto Histórico, la alianza política que encabeza Petro junto a la feminista Francia Márquez, está arriba en todas las encuestas de cara a la primera vuelta electoral del 29 de mayo y a la segunda en junio.

En 2022 las acusaciones de afiliaciones guerrilleras, así como al chavismo, al comunismo, el estatismo y otras taras tan efectivas para identificar a la izquierda colombiana y limitar sus opciones electorales han quedado atrás. De hecho, Petro ha convertido su propuesta frente al viejo conflicto armado con grupos paramilitares en una de sus cartas principales, fundamentándose en la promesa de respetar los Acuerdos de Paz de 2016 y comprometer al Estado a alejarse de la confrontación.

También se sirve de las debilidades del contrario. La derecha colombiana luce ahora desenfocada, desalineada y sin liderazgo, con el uribismo de capa caída, sin candidato propio, y con una gestión saliente marcada por dificultades económicas y conflictividad social.

Si Petro asume el poder en Bogotá, se sumará a los gobiernos nacientes de izquierda como el de Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras, Laurentino Cortizo en Panamá y Luis Arce en Bolivia, a los que se suman los gobernantes de México y Argentina, Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, que están a mitad de mandato. Un posible y probable triunfo de Lula da Silva de nuevo en Brasil completaría el panorama.

Analistas coinciden que el nuevo giro político en el continente no replica la llamada «marea rosa» de principios de siglo. Se trataría de una nueva izquierda, más verde, menos enfocada en el control de recursos primarios como las energías y los metales. Y el asunto conlleva réditos. Esta semana, un grupo de intelectuales integrado por Noam Chomsky, Naomi Klein, Tasneem Essop, Avi Lewis, entre otros, emitieron una carta en apoyo a la transición energética propuesta por el Pacto Histórico en Colombia. «Hoy la humanidad tiene el desafío de hacer un tránsito de esa economía extractivista a una economía sustentable», ha dicho la colombiana Francia Márquez en campaña. Humberto Costa, un aliado cercano de Lula en Brasil, afirma que con el regreso de la izquierda en su país también habría una rápida transición a la energía verde.

Diego Raus, director de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Nacional de Lanús, en Argentina, cree que los mandatarios enfrentan demandas sociales de países que se vieron pujantes, aunque todavía con grandes inequidades; donde el foco ahora incluye los temas ambientales, de sexualidad y género, y las minorías. Además, esta «nueva izquierda» no pareciera querer combatir el mercado sino humanizarlo. Ninguno repite ya la cartilla anticapitalista que enarboló Chávez cuando anunciaba una era de socialismo «del siglo XXI» para toda la región. Son gobiernos progresistas dentro de las lógicas financieras globales, esquivando definiciones económicas «más allá de las proclamas con relación a una mejor y más justa distribución de los excedentes», detalla el investigador Raus.

Los debates electorales en América Latina han sido férreos y polarizados, con las propuestas de centro desinflándose. Los radicalismos quedan atrás, la simbología de la revancha desaparece y se ofrece conciliación. Ello pasa por marcar distancias y contrastes con los izquierdistas que se aferran al poder, anulan y reprimen disidencias, y desploman sus economías hasta acumular pobreza y hambre. Nadie quiere retratarse directamente con Cuba, Nicaragua o Venezuela, o seguir su ejemplo.

No se trata de enfrentamientos frontales, pero sí de alzar la voz contra la violación de derechos humanos, por ejemplo. Boric, Lula, Petro, Fernández y otros han criticado, con mayor o menor encono, las políticas de Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Miguel Díaz-Canel.

El refugio de la derecha

A a derecha latinoamericana no le funciona aferrarse a lo conservador. Las apuestas más exitosas han sido aquellas que coquetean con las ideas libertarias y asume discursos de eficiencia gerencial emprendedurismo, y respeto a las diversidades pero sin dejarse atrapar o guiar por movimientos identitarios.

Los presidentes Luis Lacalle en Uruguay, Marito Abdo en Paraguay, Guillermo Lasso en Ecuador y el recién electo Rodrigo Chaves en Costa Rica evitan la estridencia, no mencionan al vetusto fantasma del «castrochavismo» ni se acercan al trumpismo que abrazó el líder Jair Bolsonaro en Brasil. En cualquier caso, América Latina encara un nuevo ciclo de izquierdas en el poder con la promesa de enfrentar los retos de un subcontinente donde 34% de la población careció de alimentación en 2021.