Accidente
Cuba, al borde del colapso energético
El incendio en el mayor depósito de combustible de la isla causa apagones que alimentan nuevas protestas contra el régimen
Cuba se asoma al precipicio del colapso energético. Los apagones a los que los cubanos llevan décadas acostumbrados se han extendido y prolongado en los últimos meses a causa del pésimo estado de la infraestructura eléctrica y conseguir combustible se ha convertido en una odisea cada vez mas difícil. Llenar el depósito requiere horas de cola ante un suministro cada vez más irregular.
La crisis energética amenaza con complicarse aún más después del incendio que ha consumido la Base de Supertanqueros de Matanzas, el mayor depósito de combustible del país, que ardió durante días en un siniestro que conmocionó al país y cuyo trágico balance aún no ha sido totalmente establecido. Según la versión oficial, el fuego se originó alrededor de las siete de la tarde del 5 de agosto, cuando un rayo impactó en uno de los depósitos de crudo de la estratégica instalación. Ahí comenzó una pesadilla. Los intentos por contener el fuego resultaron infructuosos y otros dos tanques gigantescos terminaron explotando también. La columna de humo tóxico envolvió a la ciudad de Matanzas y llegó hasta La Habana, a unos 100 kilómetros.
El Gobierno informó de que había recuperado el cadáver de un bombero muerto en la lucha contra el fuego. Otros 16 continúan desaparecidos. Hay 125 heridos, cinco de ellos hospitalizados en estado crítico.
La magnitud del desastre de Matanzas provocó el pánico. Las autoridades exhortaron a la población local a usar mascarilla para protegerse de los gases tóxicos y más de 4.000 residentes fueron evacuados. Muchos más decidieron marcharse por su propio pie ante la incapacidad del Gobierno para controlar las llamas, ni siquiera cuando llegaron medios enviados desde México y Venezuela, y la falta de información sobre las potenciales consecuencias medioambientales de la combustión masiva de crudo cubano, conocido por su alto contenido en azufre. EE UU se mostró dispuesto a ayudar, pero el Departamento de Estado aclaró que las autoridades cubanas no habían cursado ninguna petición oficial. El miércoles, el segundo jefe del departamento nacional de Extinción del Cuerpo de Bomberos de Cuba, Alexander Ávalos Jorge, informó de que el incendio había sido controlado.
El temor es que las consecuencias en el día a día de los cubanos se empiecen a sentir a partir de ahora. La Base de Supertanqueros era una infraestructura portuaria clave. Allí llegan los barriles de crudo de Venezuela, que en los últimos años ha tenido que hacer frente a sus propios problemas, y desde allí parte el oleoducto que atraviesa la isla y por el que se enviaba el combustible a las maltrechas plantas termoeléctricas.
El fuego obligó al cierre de la cercana planta termoeléctrica que genera electricidad para todo el occidente cubano, según informó el medio oficial Cubadebate. Y en declaraciones al «Miami Herald», Jorge Piñón, director del Programa de Energía en Latinoamérica y el Caribe de la Universidad de Texas, advirtió del riesgo de «otra catástrofe» si las autoridades se apresuran a reiniciar las operaciones sin haber reparado antes los daños. «Desafortunadamente, esto va a llevar tiempo», añadió el experto.
El problema es estructural. Cuba tiene 5,87 GW de capacidad de generación instalada, pero su capacidad operativa se limita a 3,2, según la Unión Eléctrica, la compañía estatal de electricidad. Las plantas termoeléctricas tienen más de cuarenta años y, según los expertos, llevan años sin recibir el mantenimiento adecuado. Las características del crudo cubano, con alto contenido en azufre, no facilitan sus operaciones. El régimen ha advertido de que las constantes interrupciones en el suministro no se van a solucionar a corto plazo e incluso ha establecido un plan de racionamiento para La Habana, a pesar de que siempre han tratado de mitigar las penurias en la capital por el temor a un potencial estallido social.
El problema eléctrico es especialmente preocupante para un Gobierno en horas bajas. Nadie atisba de dónde va a sacar la empobrecida dictadura los recursos para renovar sus obsoletas instalaciones ni para importar crudo en un contexto mundial marcado por el encarecimiento provocado por la guerra en Ucrania. La experiencia ha demostrado que los envíos desde Venezuela, donde la escasez de gasolina se ha vuelto también crónica, no bastan para cubrir las necesidades de la isla.
Ya ha habido espontáneos estallidos de indignación de cubanos hartos de vivir a oscuras, el más destacado el que tuvo lugar en Los Palacios, una población de 38.000 habitantes en la provincia de Pinar del Río en la que, coincidiendo con el aniversario de las protestas del 11 de julio, se echaron a las calles a exigir un suministro eléctrico estable y lanzar consignas contra el Gobierno de Miguel Díaz-Canel y Raúl Castro. Tras mas de sesenta años de dictadura, la isla se ha convertido en una olla a presión que puede explotar en cualquier momento.
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