Brasil

«Solo nos queda el Ejército para frenar a Lula»

Marcelo es uno de los miles de bolsonaristas que exigen frente a los cuarteles brasileños un golpe de Estado

Protestas de seguidores de Jair Bolsonaro pidiendo un golpe de Estado
Protestas de seguidores de Jair Bolsonaro pidiendo un golpe de EstadoSILVIA MACHADO / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTOSILVIA MACHADO / ZUMA PRESS / CO

«Epueblo brasileño ya no tiene otra alternativa o a quién recurrir! ¡Solo nos quedan las Fuerzas Armadas!». Marcelo, un ingeniero ambiental y policía militar de 43 años que vive en Cuiabá, cerca de Sao Paulo, lleva «16 días seguidos» manifestándose contra el resultado de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas, que ganó el expresidente Lula da Silva con un 50,9% de los votos frente al 49,1% del presidente saliente, Jair Bolsonaro. «He protestado en las concentraciones frente a los cuarteles militares todos los días y el martes estuve en la manifestación de Sao Paulo», cuando miles de bolsonaristas festejaron el Día de la República volviendo a exigir al Ejército «una intervención», el eufemismo para pedir un golpe de Estado.

Resultados de las elecciones más polarizadas de la historia de Brasil
Resultados de las elecciones más polarizadas de la historia de BrasilTania Nieto

Mientras sus seguidores se organizan para protestar frente a los cuarteles, Bolsonaro fue ingresado la noche del jueves en el Hospital de las Fuerzas Armadas de Brasilia por un fuerte dolor abdominal, zona en la que recibió una puñalada en su campaña de 2018. Bolsonaro ha pasado por el quirófano cuatro veces por este ataque.

Animado por las denuncias de fraude durante meses de Bolsonaro antes de las elecciones y las noticias falsas que circulan en las redes sociales denunciadas por el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, Marcelo es uno de los miles de seguidores de Bolsonaro que han protestado frente a los cuarteles desde hace más de dos semanas. «Hubo un fraude electoral a favor de Lula», cuenta a LA RAZÓN pese a que no existe ninguna prueba de irregularidades. En las concentraciones, los cánticos reclamando «una intervención» se mezclan con la desesperación ante «la llegada de un Gobierno comunista». Lula ha pedido en reiteradas ocasiones a los manifestantes «deportividad»: «En democracia, unos ganan y otros pierden». La mayoría de bolsonaristas considera a Lula «ladrón» y «corrupto». Lula estuvo 18 meses en prisión por corrupción. El ex sindicalista del metal salió en noviembre de 2019 porque sus condenas fueron anuladas por irregularidades del juez Sergio Moro, quien fue ministro de Justicia de Bolsonaro tras encarcelar a Lula.

En la acampada instalada desde hace más de una semana frente a un cuartel militar en Sao Paulo, Amilcar Ferreirinha lleva la bandera de Brasil atada al cuello: «No creemos en estas elecciones. Fueron un fraude», explicaba a Afp. En Río de Janeiro, alrededor de un centenar de personas se han reunido esta semana frente al cuartel general Duque de Caxias. «Queremos que el Ejército esclarezca y elimine de una vez por todas a esos canallas que están queriendo validar un resultado fraudulento», contaba el militar retirado Paulo Campelo frente a esta sede del Ejército. Marcelo lanza la misma crítica a la Justicia: «El Tribunal Supremo Electoral está dominado por la ultraizquierda».

En las concentraciones a las puertas de las instalaciones militares, en las pancartas se lee «SOS Fuerzas Armadas» y «auditoria en las urnas». Los silencios de Bolsonaro están dando alas a las movilizaciones golpistas. El ex capitán del Ejército de 67 años lleva dos semanas sin dar señales de vida, desde que el 2 de noviembre pidiese a sus seguidores poner fin al bloqueo de carreteras y les animase a acudir a las «manifestaciones legítimas». Tras las elecciones, Brasil vivió tres días de tensión hasta que Bolsonaro apareció en un vídeo en el que no felicitó a Lula por su victoria. Lula tiene la intención de nombrar un civil como ministro de Defensa, rompiendo así con la fuerte presencia de militares en el Gobierno de Bolsonaro. El juez del Supremo Ricardo Lewandowski es uno de los favoritos, pero su designación puede causar revuelo en el Ejército, ya que muchos cargos militares se han unido a las críticas de Bolsonaro al alto tribunal.

Pocos días después, Bolsonaro autorizó a sus ministros iniciar el traspaso de poderes, que avanza pese a las protestas frente a los cuarteles y las desconfianzas entre los equipos de Bolsonaro y Lula. «Los manifestantes no lograrán su objetivo porque los militares no tienen apoyos internos ni externos para un golpe militar», expone a LA RAZÓN André Kaysel, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Campinas. Bolsonaro ha defendido el golpe de 1964, que dio comienzo a 21 años de dictadura militar.

Antes de su ingreso en el hospital, el presidente estaba «apático» y «deprimido», según asesores cercanos. El vicepresidente Hamilton Mourão dijo a «O Globo» que Bolsonaro tiene una herida en la pierna por una erisipela, una infección cutánea que produce dolor e irritación: «No puede ponerse un pantalón».

Mientras Brasil continúa fuertemente polarizado entre los simpatizantes de Lula y Bolsonaro, el catedrático de Ciencia Política critica el comunicado de las Fuerzas Armadas del pasado viernes en el que descartan un fraude en las elecciones, pero el ejército se muestra ambiguo al asegurar que “si hubiese irregularidades” deberían “ser resueltas por las autoridades civiles”. Marcelo asegura que continuará “yendo a diario a las protestas en Cuiabá”.

“El Ejército brasileño sigue alentando el golpismo porque mantiene una afinidad política con los bolsonaristas”, lamenta Kaysel. “Si fuesen manifestantes del Movimiento por la Tierra u otras movilizaciones de izquierda, el ejército les dispersaría rápidamente y con violencia de las puertas de los cuarteles”. Kaysel subraya que “es importante que Biden se preocupó de enviar a su asesor de seguridad, Jake Sullivan, a hablar con Lula tras las elecciones”: “Tras meses de denuncias de fraude sin pruebas de Bolsonaro, Biden mandó señales inequívocas de su apoyo al proceso electoral y al nuevo Gobierno. En América Latina, la mayoría de golpes de Estado han ocurrido cuando había apoyo de Estados Unidos abierto o encubierto. Ahora sucede lo contrario, Estados Unidos apoya el proceso democrático”.