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La huida hacia adelante de Maduro

El cambio de régimen es difícil pero la lucha por la democracia no debe clausurarse

Fotografía de archivo fechada el 1 de noviembre de 2022 del presidente de Colombia, Gustavo Petro (i), mientra saluda al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores, en Caracas
Fotografía de archivo fechada el 1 de noviembre de 2022 del presidente de Colombia, Gustavo Petro (i), mientra saluda al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores, en CaracasMiguel Gutiérrez(EPA) EFE

Nicolás Maduro y la oposición venezolana parecen destinados a sentarse, nuevamente, en una mesa de diálogo. Esta vez, son pocos los que apuestan por el éxito de dicho proceso. ¿La razón de la falta de optimismo? Darse cuenta cómo a lo largo de los años, el chavismo no ha hecho más que ganar tiempo por las reiteradas fallidas mesas de negociación.

Esta vez, se han convertido en mediadores el presidente francés, Emmanuel Macron, Gustavo Petro de Colombia y Alberto Fernández de Argentina. Su presencia, quizás, podría ayudar en algo para que la seriedad del diálogo se concrete, sobre todo desde el chavismo. Sin embargo, hoy cuesta creer que Maduro y Jorge Rodríguez (representante del chavismo en la mesa) no vean este espacio como una oportunidad más para ganar tiempo, «huir hacia adelante» y volver a entrampar a la oposición; sobre todo cuando están planteadas unas elecciones presidenciales en 2024.

El problema para la alternativa democrática venezolana es la falta de opciones para salir de la crisis y deponer a Maduro. Con Juan Guaidó y Donald Trump en su momento, la opción de la fuerza ha quedado descartada. Es evidente que la intervención militar resulta un cuento de ficción. En este sentido, se comprobó que los únicos que lograrán un cambio político en el país serán los propios venezolanos y sus líderes políticos. Así, la oposición parece ver esta nueva ventana como la opción menos mala.

Es difícil mantener el optimismo sobre la posibilidad de un cambio en Venezuela cuando se percibe a Maduro fuerte y confiado. Sin embargo, la lucha por la democracia no debe clausurarse. Cualquier espacio, aunque no sea el ideal, deberá ser aprovechado por aquellos que sueñan con ver una Venezuela democrática y finalmente próspera.