Opinión
¿Han fracasado las sanciones en contra de Nicolás Maduro?
Después de varios años implementándolas, el régimen chavista sigue en el poder
En el marco de la última Asamblea General de la ONU, varios presidentes de América Latina, alguno de ellos incluso críticos de Nicolás Maduro, han abogado por el fin de las sanciones en contra del gobierno venezolano. Luego de varios años implementándolas, lo cierto es que el madurismo sigue en el poder. En consecuencia, valdría la pena preguntarse si las sanciones realmente están siendo un mecanismo de presión efectivo en contra del régimen venezolano que, en última instancia, lo obligue a abandonar el poder, o bien, a plantearse la apertura hacia un sistema democrático.
Es poco probable que la asfixia aplicada logre que el autócrata Maduro cambie de parecer con respecto a la perversión del proceso electoral que se avecina en el 2024. La razón es simple, eso sería una contradicción con su propia naturaleza. Por otro lado, las sanciones legitiman el discurso victimista achacando los problemas sociales y económicos del país, precisamente a los Estados Unidos y a sus políticas «malévolas» en contra de la revolución bolivariana. Así, las sanciones parecen una oportunidad para el régimen de Caracas.
Las sanciones podrían ayudar, sí, a desplomar el sistema cleptocrático que se ha implementado más allá de las fronteras. Es decir, cortar el flujo de dinero robado a cuentas extranjeras, por ejemplo. Ahora bien, esto también presenta riesgos. ¿Cuáles? El más claro; estimular que los jerarcas bolivarianos del régimen gasten, laven y reinviertan el dinero robado dentro del país; ergo, plantearse abandonar el poder resulta una posibilidad, a la postre, más lejana. Las sanciones sería la amalgama para consolidarse más en el poder.
Visto en una balanza, hoy parece complicado visualizar el beneficio de las sanciones para los venezolanos que anhelan un advenimiento de la libertad
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