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Elecciones

Inversión, transparencia y empleo: los pilares que ofrece Salvador Nasralla para Honduras

El candidato liberal vincula el crecimiento económico a la lucha anticorrupción y a la fortaleza de la institucionalidad democrática

Retratos al candidato del Partido Liberal de Honduras, Salvador Nasralla A. Pérez MecaEUROPAPRESS

En Tegucigalpa, y ya en la recta final hacia las elecciones del 30 de noviembre, Salvador Nasralla presentó su plan de gobierno para Honduras con una promesa central: ordenar la economía hondureña sobre la base de instituciones sólidas, reactivación productiva e inversión -pública y privada, nacional y extranjera-, enlazando ese trípode con una cruzada frontal contra la corrupción. «Honduras merece un gobierno limpio y digital», defendió el candidato liberal, que situó la transparencia como condición para que el crecimiento llegue «a quienes realmente lo necesitan».

El eje económico que propone Nasralla se articula alrededor de cuatro grandes pilares que, según su equipo, funcionan como vasos comunicantes: democracia y Estado de derecho; seguridad alimentaria y prosperidad rural; bienestar social; y bienestar económico. El orden no es casual. Para el candidato, sin reglas claras y sin un sistema de justicia que funcione, no hay clima de negocios ni empleo sostenible. «En este momento en Honduras no existen ni la democracia ni el Estado de derecho», afirmó, presentando su plataforma como un intento de reconstruir la institucionalidad para que la economía deje de ser rehén de la improvisación.

A partir de ahí, la apuesta se traslada al territorio y al bolsillo. El segundo gran bloque en el programa -que ha puesto a disposición del electorado para consulta y descarga- es la seguridad alimentaria, con un diagnóstico severo: el país perdió su soberanía para abastecer la mesa. «Hoy, si alguna nación del extranjero quisiera matarnos de hambre, lo consigue, porque traemos la mayor parte de nuestros alimentos básicos de afuera», advirtió.

La respuesta que propone combina incremento de la producción nacional, financiamiento dirigido a la agricultura y programas de capacitación técnica para productores, poniendo el foco en pequeños y medianos agricultores. El objetivo declarado es que el campo vuelva a ser motor de crecimiento, con productividad, sostenibilidad y arraigo.

La generación de empleo aparece como consecuencia y, a la vez, como política activa. Nasralla desgranó medidas para jóvenes, mujeres y pequeñas empresas: créditos blandos, procesos rápidos y simplificados, ventanilla única y un monotributo que formalice sin asfixiar. Ese paquete se complementa con un compromiso de racionalización del aparato estatal y con la promesa de profesionalizar la burocracia antes que barrer plantillas, pero sí reduciendo el tamaño del Estado: «Vamos a trabajar para quedarnos con los mejores».

En la hoja de ruta macroeconómica, el aspirante liberal menciona dos acciones prioritarias: controlar la tasa de política monetaria y renegociar la deuda. Así busca transmitir previsibilidad para facilitar la inversión extranjera, al tiempo que intenta abrir espacio fiscal hacia políticas de empleo e infraestructura. En ese capítulo, su plan de gobierno enumera proyectos de construcción y mantenimiento vial, digitalización de aduanas, dragado y modernización portuaria, como palanca logística para la producción agroindustrial y la atracción de capital. Es lo que llama la «infraestructura dura». La «blanda» incluye, por ejemplo, la digitalización de las aduanas y otros trámites.

La energía ocupa un lugar estratégico en el plan. Honduras, sostiene Nasralla, puede producir «energía limpia, biomasa, eólica y demás», aunque actualmente sufra constantes apagones. La respuesta que ofrece es liberalizar el mercado eléctrico y permitir la autogeneración para reducir costos y cuellos de botella. Nasralla quiere un gobierno digital, planteando un Estado que se modernice e implemente incluso la Inteligencia Artificial para manejo de datos y ayudas en procesos administrativos, como herramienta para acotar la discrecionalidad.

Porque Nasralla ha afirmado que incorporar elementos anticorrupción es condición de crecimiento. Ya ha dicho que espera instalar una comisión internacional anticorrupción con capacidad de auditar a todos los funcionarios, incluido él mismo.

En política exterior, el presidenciable habla de una apertura pragmática para acompañar su estrategia económica: propone restablecer relaciones diplomáticas con Taiwán sin romper los vínculos comerciales con China. Busca diversificar socios y mercados, especialmente en materia de agroindustria, manufactura ligera y tecnología aplicada al campo.

Para Nasralla, los tres primeros pilares de su propuesta —instituciones, seguridad alimentaria y bienestar social— desencadenan el cuarto: «el bienestar económico a nivel nacional».

Cuando el candidato del Partido Liberal presentó su programa de gobierno en la capital hondureña, insistió en tres promesas: crecimiento con empleo, inversión sobre certezas y una administración que rinda cuentas. Admitió que para eso se necesita confianza, una moneda más pesada que la lempira y el dólar.