AMLO, en busca de inmunidad

So pretexto de la acostumbrada táctica de criticar a los Gobiernos del pasado y a los partidos políticos tradicionales, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), dejará el poder este año intentando sembrar un nuevo sistema político, con un barniz de institucionalidad, pero con unos cimientos cargados de vicio partidista.

La autonomía de las instituciones de un Estado resulta fundamental para que la democracia funcione como tal. En un nuevo intento por revocar organismos autónomos que no le responden a él sino al estado mexicano, el presidente recurre a la amenaza y a la descalificación: «Crearon subgobiernos porque necesitaban protegerse y por eso constituyeron todos estos organismos supuestamente autónomos en donde tiene más peso lo privado, lo particular que lo público», afirmaba.

En junio, los mexicanos irán a las urnas para elegir presidente del país. Antes de su retirada, y apostando a la victoria de su candidata, Claudia Sheinbaum, AMLO intentará proteger su futuro amalgamando una nueva estructura de poder servil a su partido. Las sospechas y demandas de corrupción en contra de su propia familia resuenan cada vez más y a medida que transcurren las semanas. En este sentido, el presidente necesitará una «justicia» que archive casos e ignore demandas.

López Obrador intentará durante este año suprimir y reemplazar instituciones públicas, trasladando presupuestos, quitando y suplantando a técnicos y burócratas por personas de su partido y leales a sus encomiendas.

De seguir el partido de AMLO en el poder y amparado en el 60% de popularidad, el populista mexicano intentará salir por la puerta grande y refugiarse en un sillón de poder simbólico cubierto de impunidad.