Política

Pena de muerte

Arabia Saudí decapita a una joven condenada cuando era menor

Rizana Nafeek, la ciudadana de Sri Lanka condenada a muerte por un delito que supuestamente cometió cuando era menor de 18 años de edad, ha sido decapitada en Arabia Saudí a pesar de las presiones internacionales para que no se llevara a cabo la ejecución, entre ellas las del presidente de su país, Mahinda Rajapaksa, según ha denunciado Amnistía Internacional (AI).

La ejecución tuvo lugar ayer miércoles en Dawadmi, una localidad situada al oeste de la capital saudí, Riad. Nafeek, trabajadora doméstica, fue condenada en junio de 2007 por la muerte de un niño que estaba a su cargo. Según AI, durante el proceso no tuvo acceso a abogados ni a intérpretes cualificados y se le presionó para que confesara la muerte del niño. Tras retractarse de su primera confesión, la joven aseguró que el fallecimiento del bebé se había debido a un accidente.

Aparte, Nafeek había alegado en todo momento que solo tenía 17 años en la época de los hechos, pero los jueces no le dejaron aportar durante el juicio los documentos que revelaban su verdadera edad y posteriormente, cuando sí pudo hacerlo, no los tuvieron en cuenta para modificar su sentencia. Según AI, su ejecución contraviene la Convención de los Derechos del Niño, de la que Arabia Saudí forma parte.

"A pesar del coro de peticiones a las autoridades saudíes para que impidieran y reconsideraran la sentencia de muerte contra Rizana Nafeek, su intención era decapitarla y la han ejecutado de todas todas, demostrando una vez más, lamentablemente, cómo incumplen sus obligaciones internacionales respecto a la pena de muerte", ha denunciado el director para Oriente Próximo y Norte de Africa de Amnistía Internacional, Philip Luther.

Tras conocerse la ejecución de la joven, el Parlamento de Sri Lanka guardó ayer miércoles un minuto de silencio y el Ministerio ceilandés de Asuntos Exteriores ha informó en su página de Internet de que tanto el presidente Rajapaksa como el Gobierno de Colombo "deploran"la decapitación de Rizana Nafeek.

Nafeek fue condenada a muerte el 16 de junio de 2007 por un tribunal de Dawadmi. Aunque el pasaporte utilizado por la mujer para entrar en mayo de 2005 indicaba que su fecha de nacimiento era febrero de 1982, su certificado de nacimiento demostraba que realmente había nacido seis años más tarde, por lo que tenía 17 años cuando se produjo la muerte del niño.

Según las informaciones en poder de AI, los jueces no le permitieron durante el juicio presentar su certificado de nacimiento ni otras evidencias sobre su edad. Aunque sí se le permitió presentar esta documentación en los posteriores procedimientos legales, los jueces no rectificaron su fallo inicial y se ampararon en los poderes discrecionales que les conceden las leyes saudíes para decidir si corresponde o no algún beneficio penal a los menores de edad.

Al respecto, Amnistía ha recordado que Convención de los Derechos del Niño no solo prohíbe la ejecución de las personas que hayan cometido los delitos antes de cumplir los 18 años, sino que establece que, en caso de duda sobre la edad exacta, los tribunales deben actuar como si se tratase de menores de edad, a menos que los fiscales puedan demostrar documentalmente lo contrario.

El Tribunal Supremo de Riad confirmó la condena el 25 de octubre de 2010 y el caso fue remitido para su ratificación al Rey Abdulá, tras lo cual Mahinda Rajapaksa se dirigió el pasado 6 de enero al monarca para pedirle clemencia.

Según las informaciones de Amnistía y de la organización Human Rights Watch (procedentes de la Embajada de Sri Lanka y de otras fuentes), Rizana Nafeek no tuvo acceso a ningún abogado ni a un intérprete del tamil al árabe medianamente competente durante los interrogatorios de la fase de instrucción ni durante el juicio propiamente dicho.

En un primer interrogatorio, según AI, la joven confesó la muerte del niño, pero posteriormente se retractó alegando que había sido forzada a confesar después de sufrir una agresión física. Según ella, el pequeño murió accidentalmente por asfixia mientras bebía por una botella.