Elecciones históricas

Argentina vota entre la incógnita de Milei y el peronismo de Massa

Los argentinos acuden hoy a las urnas bajo las acusaciones del candidato conservador radical sobre un posible fraude electoral y en medio de una inflación disparada y una tasa de pobreza del 40%

Las cartas en Argentina están echadas: este domingo se decidirá quién gobernará los próximos cuatro años, Javier Milei o Sergio Massa. Antes de la veda electoral, que impide publicar sondeos de opinión, las encuestadoras daban prácticamente un empate técnico entre ambos aspirantes. Las dos empresas que mejor predijeron el resultado de la primera vuelta, Atlas Intel y Circuitos, ahora ubican a uno u otro candidato como el probable ganador con una diferencia de entre dos y cuatro puntos. Es decir, nada está asegurado. Las tensiones por tanto están al máximo, incluyendo las generadas por la noción que ha impulsado La Libertad Avanza, la plataforma de Milei, de un posible fraude electoral.

En una reciente entrevista con el periodista peruano Jaime Bayly, el propio aspirante libertario sembró la duda al decir que durante las elecciones generales del 22 de octubre hubo «irregularidades» que «ponen en duda el resultado», incluyendo la victoria de su rival, el peronista Sergio Massa. Milei no aportó pruebas, pero fue enfático al considerar que los comicios no fueron limpios. A su juicio, el poder electoral está «muy influenciado por el poder político, quien cuenta los votos es el que lo controla todo», agregó. «Pero ¿qué otras alternativas tenés para jugar?», planteó.

Es la primera vez desde el regreso a la democracia en 1983 que un candidato presidencial en Argentina ondea la posibilidad de un fraude electoral y pone en duda la transparencia electoral del país. El secretario de Actuación Electoral de la Cámara Nacional Electoral, Sebastián Schimmel, aseguró que hasta hace unos días «no había ingresado ninguna apelación cuestionando la validez de los resultados», es decir que las afirmaciones de los libertarios se han quedado sin denuncia formal.

Los apoderados de La Libertad Avanza, Karina Milei (hermana del candidato) y Santiago Viola justo presentaron un escrito en un juzgado electoral para denunciar un supuesto «fraude colosal» del que acusaron, basados en informantes anónimos, a la Gendarmería Nacional –una fuerza de seguridad militarizada de alcance nacional– de haber modificado el contenido de urnas y actas para favorecer a Sergio Massa.

Con ese argumento, solicitaron que la Fuerza Aérea Argentina y la Armada, a las que definieron como «fuerzas honorables que deben controlar a los jefes regionales», tengan mayor intervención en el transporte de los papeles del balotaje. Viola explicó que lo presentado por ellos «no se trató de una denuncia sino de una presentación efectuada con el objetivo de que se extremen los recaudos en el traslado de urnas con la única intención de aportar a la transparencia y legalidad de las elecciones».

También exigieron garantías a la vigilancia de los fiscales de su partido político. El tribunal respondió que los fiscales de Milei pueden acompañar las urnas y toda la documentación desde las mesas de votación hasta que las recibe la Junta Electoral, como manda la ley; y recordó que toda la «coordinación y ejecución de las medidas de seguridad» están a cargo del Comando General Electoral, manejado por el Ejército Argentino.

Las denuncias generaron que la Cámara Nacional Electoral convocara para este sábado una reunión con representantes de los dos bloques, La Libertad Avanza y Unión por la Patria, «para escuchar sus preocupaciones y para adoptar, si hicieran falta, las medidas de administración electoral que les genere la tranquilidad necesaria para el acto electoral», justificó Schimmel.

El secretario de Actuación Electoral de la CNE sigue considerando que las acusaciones de posible fraude para el domingo son infundadas. «Todo eso hasta el momento se ha disipado y no existe ninguna denuncia, ningún hecho que justifique esa preocupación, pero obviamente lo que a nosotros nos compete es generar la confianza necesaria en el proceso electoral».

Aprovechó el funcionario para anunciar que los primeros resultados del balotaje del domingo pudieran tenerse alrededor de las 9:00 de la noche, aunque el primer anuncio aún muestre una tendencia variable al ser una competencia cerrada. «Tendremos que esperar que el escrutinio provisorio termine la carga de datos, hasta el 98,5%, e incluso ahí, si es un empate técnico, habrá que esperar el escrutinio definitivo».

En la calle surgen otras preocupaciones, menos electorales y más económicas. La inflación acumulada de este año ronda el 140% y no hay una previsión clara de que pueda atajarse, con todo y que el Gobierno nacional, del cual Sergio Massa es ministro de Economía, mantiene controles de precios en casi 30% de rubros de consumo habitual, pasando por alimentos, medicinas o la electricidad.

El diario La Nación publicó este sábado que el secretario de Comercio, Matías Tombolini, convocó a las cuatro grandes cadenas de supermercados a «hacer ruido con las ofertas» para este fin de semana, especialmente con la carne. El objetivo, supuestamente, sería evitar una sensación de escasez como ocurrió hace un mes con la gasolina con los consecuentes discursos de «esto ya es como Venezuela».

Pero esta vez no ha habido colas de gente comprando para llenar la alacena, las famosas «compras nerviosas» para protegerse de una eventual gran devaluación como ha pasado en otros contextos electorales. Pero en la calle no sobran los pesos, y el tipo de cambio se ha mantenido medianamente estable durante esta campaña.

Se asume que tras las elecciones llegarán los aumentos en los precios y una posible devaluación. La cuestión es quién estará mandando en la Casa Rosada.

Para el periodo de campaña, Massa reforzó el cepo, como medida para controlar la variación del tipo de cambio. Usó además reservas para comprar bonos e inyectar divisas al Banco Central y finalmente se comenzó a aplicar una ley penal cambiaria para atenuar la actividad de los mercados paralelos. Así se llegó al balotaje sin sobresaltos en el dólar blue, el informal que guía la economía.

Se asume que el control cambiario está agotado, que la economía poco se mueve a partir del dólar oficial. Javier Milei ha dicho que lo desmontará pues «es imposible crecer con cepo, como ya quedó demostrado en los gobiernos kirchneristas. Además, al haber un dólar más barato que el de mercado da lugar a posibles hechos de corrupción».

Durante la campaña, Sergio Massa ha dicho que un levantamiento del cepo sería a finales de 2024, «cuando hayamos acumulado reservas». El ministro de Economía también ha dejado ver que el asunto no es prioritario para él e incluso supeditó su levantamiento a otras variables.