Guerra en Siria
Asad permite a la ONU investigar, pero EE UU cree que ya es tarde
Washington desconfía de un régimen que ha dispuesto de cuatro días para borrar las pruebas del ataque químico
Las autoridades sirias dieron hoy luz verde a la misión de la ONU para que visite mañana la zona de la periferia de Damasco donde la oposición denunció el pasado miércoles la muerte de más de mil personas en un supuesto ataque químico.
Después de cuatro días siendo el foco de una presión internacional encendida tras ver las imágenes de cientos de cadáveres en los suburbios de Damasco por un supuesto ataque químico, las autoridades sirias dieron ayer luz verde a la misión de la ONU que se encuentra en el país para que visite hoy mismo la zona de Guta oriental, el epicentro de la masacre. El permiso se produjo tras el encuentro en Damasco del ministro sirio de Exteriores, Walid al Mualem, con la representante de la ONU para Asuntos de Desarme, Angela Kane, y lo anunció el Ministerio en una escueta nota: «Siria y la ONU han llegado a un acuerdo que se aplicará de forma inmediata para permitir al equipo de la ONU investigar las acusaciones sobre el uso de armas químicas en las afueras de Damasco».
Inmediatamente después, un portavoz de la ONU aclaraba que la visita sería hoy mismo, para lo que el Gobierno sirio se había comprometido a cesar las hostilidades y cooperar con la investigación, algo que también confirmaron a Efe fuentes del organismo en Damasco. El equipo, encabezado por el sueco Ake Sellstrom, ya estudia si se emplearon armas químicas en tres diferentes ubicaciones en Siria, aunque la ONU ha recibido hasta catorce informes distintos de su posible uso.
Con todo, el gesto no parece haber convencido ni a EE UU ni a Europa. Fuentes de la Casa Blanca, citadas por diversos medios locales, indicaron, por su parte, que Washington tiene pocas dudas de que el régimen sirio usó armas químicas, y que a esta altura una inspección internacional llega demasiado tarde como para ser fiable. En el el mismo sentido, se pronunció el jefe de la diplomacia británica, William Hague, que advirtió de que «hay que ser realistas a la hora de esperar los resultados de la investigación de la misión de la ONU». «El hecho es que gran parte de las pruebas podrían haber sido destruidas a estas alturas por el fuego de artillería», indicó el ministro.
Asad sigue negando su responsabilidad en este ataque y acusar a los rebeldes de utilizar agentes químicos en los enfrentamientos que mantienen en el suburbio damasceno de Yobar, algo rechazado por la oposición. En esta línea, el primer ministro sirio, Wael al Halqi, calificó las denuncias de la oposición de «una conspiración barata y clara».
La nueva crisis arrancó el miércoles después de que La Coalición Nacional Siria (CNFROS, la principal alianza opositora) denunciara que al menos 1.300 personas fallecieron en un ataque con armas químicas en Guta Oriental y otras áreas en los alrededores de la capital. Las primeras imágenes que transmitieron las agencias eran dantestas, y mientras los aliados de Damasco las calificaron en un primer momento de posible montaje, de Washington a Londres y París se optó por la prudencia para no agitar aún más el avispero sirio.
Sin embargo, a medida que han pasado las horas y se hacían más evidentes las pruebas, y sobre todo después de que el viernes la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) confirmase la muerte de 355 personas con síntomas neurotóxicos en la periferia sur de Damasco –sin valorar quién fue el autor de la matanza–, la presión internacional sobre el presidente Asad se ha redoblado. Sobre todo después de que el presidente de EE UU, Barack Obama, dejase el sábado atrás su tibieza inicial y reuniese a sus asesores militares para estudiar las posibles acciones contra el régimen. Ap
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