Política

Guerra en Siria

Asad tiene la última palabra

El ministro de Exteriores sirio anuncia que está dispuesto a revelar el paradero del arsenal químico, pero el dictador guarda silencio

Dos rebeldes del Ejército Libre Sirio hablan en una casa destruida en la ciudad vieja de Alepo
Dos rebeldes del Ejército Libre Sirio hablan en una casa destruida en la ciudad vieja de Alepolarazon

BEIRUT- Occidente ha mostrado cierto escepticismo a la propuesta rusa que pide a Damasco entregar su arsenal químico para evitar una intervención internacional. De hecho, la buena voluntad exhibida por el ministro de Exteriores sirio, Walid Muallen –que ayer dijo que está dispuesto a suscribir la Convención Internacional para la Prohibición de Armas Químicas y a revelar el paradero de este tipo de munición– no da ninguna garantía real. Bachar al Asad tendrá la última palabra y, hasta el momento, no se ha pronunciado sobre el plan de desarme.

Este tipo de armamento ha sido siempre la baza del régimen para disuadir a sus enemigos regionales, en especial Israel. Cuando Occidente empezó a sospechar en 2012 de que Damasco poseía una cantidad ingente de gas sarín y mostaza, además del agente nervioso VX, Rusia salió a la defensiva, garantizando que están bajo control y que el régimen sólo las utilizaría en caso de una injerencia extranjera. La masacre de Ghutta, del 21 de agosto, donde murieron más de medio millar de sirios, demostró que Moscú no controla tanto como dice a Asad. Las garantías de que Damasco estaría dispuesto a entregar su arsenal químico son las mismas que cuando Rusia aseguró que estas armas nunca serían empleadas contra la población.

El otro interrogante es dónde están almacenadas esas armas químicas y de cuántas dispone el régimen. Desde 1970, Damasco ha estado almacenando armas químicas y biológicas, y se cree que posee «grandes cantidades de gases nerviosos como el sarín, el Tabun y el gas mostaza, junto con ojivas químicas de mediano alcance (Scud B y C), proyectiles de artillería y misiles balísticos (SS- 21) capaces de transportar las ojivas químicas, almacenadas en más de 37 instalaciones en todo el país», precisa a LA RAZÓN Osama Monajed, del Centro de Comunicaciones e Investigación Estratégica. Monajed asegura que los principales proveedores de estas armas son Rusia e Irán, pero el Kremlin ha negado siempre este extremo.

Investigaciones recientes han revelado que Damasco tiene al menos cuatro centros de producción de armas químicas en las ciudades de Homs, Hama, Latakia, Palmira y al Safira, y dos depósitos de almacenamiento en las localidades de Khan Abu Shamat y Furqlus.

Hasta la fecha, todo lo que concierne al arsenal químico sirio es un misterio. En declaraciones a LA RAZÓN, el capitán Ahmad Gazani, desertor de la Unidad de Armamento Químico sirio, sostiene que «sólo unos pocos conocen la cantidad exacta de armas químicas y de qué tipos son». A su juicio, las fuerzas del régimen sirio han empleado, además de gas sarín, «veneno nuclear CS y Cloro-Belirio contra la población civil», que son gases que provocan problemas respiratorios.