Política

Elecciones en Estados Unidos

Asalto republicano al Senado

Obama, en un mitin en Conneticut en apoyo al demócrata Dannel Malloy’s
Obama, en un mitin en Conneticut en apoyo al demócrata Dannel Malloy’slarazon

Los conservadores aspiran a ganar la Cámara Alta y ampliar su mayoría en el Congreso. La impopularidad de Obama anticipa la derrota del Partido Demócrata en las «mid term»

El presidente Barack Obama decidió no apurar hasta el último minuto en la campaña electoral. Al contrario de lo que ha hecho siempre, programó su último acto el domingo. Sin embargo, en el mitin en Pensilvania se le notaba que le faltaba su buen humor. Ya no irradia el optimismo de otras ocasiones. La popularidad y las encuestas no le acompañan en las elecciones de mitad de mandato presidencial que se celebran hoy y que tradicionalmente se consideran más un referéndum sobre la gestión del inquilino de la Casa Blanca que una votación sobre el Congreso y sus integrantes.

Pese a que los sondeos dan a los demócratas perdedores en las legislativas –en las que están llamados a votar 230 millones de electores–, tanto el vicepresidente Joe Biden como el propio Obama –que apenas ha aparecido en actos de campaña– se mostraron ayer convencidos de que los demócratas no perderán su mayoría en el Senado. En la Cámara de Representantes los republicanos podrían aumentar su mayoría. Hay al menos trece asientos en el Senado que pueden ir para uno u otro partido. Los conservadores necesitan mantener tres y ganar seis para hacerse así con el control total del Congreso. Éstos son los cálculos y estrategias que hacen los dos partidos, que exprimen las últimas horas de campaña en estados clave como Colorado o Iowa. Aunque desde el comienzo de la campaña las predicciones eran favorables a los republicanos, los últimos sondeos son aún más optimistas, otorgándoles, además de las victorias seguras en Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental, muchas opciones de imponerse en Arkansas, Luisiana y el propio Colorado.

Entre los Estados donde el resultado es incierto es especialmente llamativo Kansas. Aquí, el candidato independiente Greg Orman está empatado en las encuestas con el republicano Pat Roberts, senador desde 1997, y podría dar la sorpresa. La presencia de independientes en la Cámara Alta es un factor a tener en cuenta a la hora de fijar la mayoría, ya que uno o dos escaños independientes pueden decantar la balanza. Los independientes suelen ser cortejados tanto por republicanos como por demócratas para atraerlos y ganar su voto en temas clave. Pese a que los pronósticos no son muy halagüeños para los demócratas, lo cierto es que la contienda aún está abierta gracias a un puñado de Estados bisagra en los que las encuestas dan resultados muy apretados y que todavía alimentan sus esperanzas. Pase lo que pase hoy, estas elecciones marcan el ocaso de Obama. A principios de su Presidencia, incluso los republicanos estaban dispuestos a darle una oportunidad. Sin embargo, ahora son sus ayudantes más cercanos los que se distancian. Los grandes artífices de la candidatura de 2008, David Axelrod o David Plouffe, hablan cada vez menos con el presidente. En este contexto, los republicanos han decidido aprovechar el cansancio de los electores con el mandato demócrata. «Uno de cada cinco votantes que va a acudir a las urnas no está conformes con el trabajo del presidente. Pero no van a votar por los republicanos. Y lo que han hecho los conservadores los últimos días es conseguir esos electores. Este año es uno de ésos en los que el presidente sale en muchos más anuncios de campaña de los republicanos que de los demócratas. Es muy raro», reconoce el analista republicano John McLaughlin.

Las encuestas le dan a Obama una popularidad del 42% y se considera que su Presidencia es tan mala como la de George W. Bush. Por eso, muchos candidatos demócratas han querido distanciarse lo máximo posible del presidente. No obstante, según un reciente estudio realizado por Pew Research Center, sólo el 32% de los estadounidenses afirma que su voto en estas elecciones será contra Obama, mientras que el 20% afirma que es a favor del presidente, y el 45% asegura que el mandatario no es un factor que tengan en cuenta al votar.

Pase lo que pase, los dirigentes demócratas que tengan intereses en las presidenciales, es decir, Hillary Clinton, tendrán que abrazar el legado de Obama si quieren llegar a los votantes que le eligieron en 2008 y 2012. Durante los últimos días de campaña ha dado la sensación de que a los demócratas sólo les queda el recurso de pedir a los votantes que acudan a las urnas. El propio presidente apeló en su último discurso a las minorías y a los jóvenes que le dieron la victoria en las presidenciales de 2008 y 2012 para evitar el descalabro del partido.

Sin embargo, los resultados de las encuestas revelan que los votantes ya han decidido su voto. En cambio, los republicanos que ya sienten la victoria siguen trabajando y han armado a sus voluntarios con iPads para llegar a los indecisos. Ni siquiera lo ocultan en los actos de campaña: «Si nuestros votantes salen, ganaremos. Pero si no lo hacen, perderemos», reconoció la senadora Jeanne Shaneen. Si Obama pierde, parece claro que a partir de enero se limitará a sacar adelante ciertas nominaciones, ampliar los fondos del Gobierno y considerar a quién va a elegir como fiscal general tras la dimisión de Eric Holder.