Tensiones
El asesinato de un líder Sij rompe la amistad entre Canadá e India
El enfrentamiento diplomático daña el esfuerzo occidental para alejar a Nueva Delhi de la influencia de Pekín
Las relaciones entre Canadá e India parecen estar en su punto más bajo. Durante la cumbre del G-20 en Nueva Delhi a principios de este mes, ya salieron a la luz informes sobre el ambiente poco cordial que rodeaba al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y sus conversaciones con Narendra Modi. La situación empeoró después de que Trudeau afirmara que había «acusaciones creíbles» que vinculaban a organismos gubernamentales indios con el asesinato del destacado líder separatista sij Hardeep Singh Nijjar en Canadá el pasado verano.
El asunto se agravó con la destitución de los líderes diplomáticos de ambos países, un acto considerado como una táctica de «ojo por ojo», seguido de advertencias emitidas tanto por India como por Canadá sobre la precaución a los residentes en ambos países.
Los expertos señalan que aún está por ver si el asesinato creará una brecha duradera entre los dos aliados de EE UU, pero no deja de ser una situación incómoda para los países occidentales que cortejan a Nueva Delhi como contrapeso a China y buscan ganarse su cooperación en Ucrania.
Hardeep Singh Nijjar era el presidente del templo Guru Nanak Sikh Gurdwara Sahib de Surrey (Columbia Británica) cuando fue abatido a tiros en un aparcamiento en junio de 2023. Los partidarios de Nijjar lo describen como un activista pacífico a favor de la secesión de Jalistán de India, pero los indios lo consideraban un defensor del terrorismo.
No obstante, una notificación de Interpol de 2016 procedente de India acusaba al fallecido de ser el cerebro de un atentado con bomba perpetrado en 2007 en el Punjab indio. Además, Nijjar estaba vinculado al grupo separatista Sijs por la Justicia, organización que fue prohibida en 2020 por India bajo cargos relacionados con el terrorismo. En 2022 India anunció una recompensa de 16.000 dólares por cualquier información que condujera a la detención de este.
Además de Nijjar, otros tres destacados activistas separatistas sijs han muerto este año en circunstancias misteriosas en el extranjero: Avtar Singh Khanda en Reino Unido y Paramjit Singh Panjwar y Harmeet Singh en Pakistán. Los grupos separatistas sijs alegan que agentes de los servicios de inteligencia indios fueron responsables de sus muertes. India tiene un largo historial de operaciones militares y de inteligencia contra actividades terroristas en países vecinos, especialmente Pakistán. Sin embargo, si se vinculara a India con el asesinato del líder sij, podría tener implicaciones de gran alcance en un contexto occidental, lo que podría remodelar el panorama de forma inesperada.
Este incidente ha puesto repentinamente en el punto de mira las relaciones entre Canadá e India, que antes del asesinato de Nijjar mostraban una tendencia positiva. En los últimos diez años, la evolución geopolítica, los lazos económicos y las tendencias demográficas favorecían una cooperación estrecha entre las dos antiguas colonias británicas. El protagonismo de India en la Estrategia Indo-Pacífica 2022 de Canadá y las negociaciones de alto nivel entre ambos Estados para un acuerdo comercial de progreso temprano ofrecían una visión de la relación optimista. Pero el rifirrafe ha derivado en que esta semana Canadá expulsara a un alto diplomático indio, Pavan Kumar Rai, que representaba a la agencia de inteligencia exterior de India en Ottawa. En respuesta, India despidió al jefe de inteligencia de la embajada de Canadá en Nueva Delhi. Y el jueves, India suspendió los servicios de visado para los ciudadanos canadienses hasta nuevo aviso, lo que supuso una grave escalada en el enfrentamiento.
No obstante, cabe recordar que las relaciones bilaterales ya se venían deteriorando durante algún tiempo, en parte porque India cree que Canadá ha simpatizado con el movimiento separatista sij, mientras que Canadá ha alegado que India estaba interfiriendo en su política nacional. Pero las acusaciones de Trudeau de esta semana han empujado a ambos países a una situación límite. Anticipándose a los efectos geopolíticos, el líder canadiense informó a sus aliados más cercanos sobre el caso, incluidos los líderes de Estados Unidos y Reino Unido. Ambos países emitieron una declaración de preocupación.
A India le inquieta desde hace tiempo que los políticos del Partido Liberal de Trudeau busquen el apoyo de los sijs de la diáspora en ese país, un grupo que constituye alrededor del dos por ciento de la población canadiense, mostrando tolerancia hacia grupos e individuos considerados extremistas y terroristas por el Gobierno indio.
Existe un clamoroso grupo dentro de la comunidad sij que apoya la creación de un Estado independiente en el estado indio de Punjab, fronterizo con Pakistán. Aunque ya antes de la disolución de la India británica en 1947 se reclamaba la creación de un Estado independiente para estos, no fue hasta finales de la década de 1970 cuando sus militantes empezaron a emplear la violencia para defender sus reivindicaciones.
Es más, la decisión de la primera ministra Indira Gandhi en 1984 de utilizar al Ejército indio contra los militantes sijs y sus líderes refugiados en el sagrado Templo Dorado de Amritsar galvanizó a los sijs que vivían en el extranjero. Meses después, Gandhi fue asesinada por sus guardaespaldas sijs en represalia por la operación.
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