Oriente Próximo
Así son los cables submarinos afectados en el mar Rojo
Los expertos advierten sobre las vulnerabilidades del tendido eléctrico marítimo dañado presuntamente por los hutíes
El 25% de los datos de tráfico entre Asia y Europa se vio afectados el martes por el corte de cuatro de los quince cables submarinos de telecomunicaciones que cruzan el mar Rojo, según la compañía hongkonesa HGC Global Communications. Estados Unidos investiga ahora las causas de un incidente que podría haber sido provocado por los rebeldes hutíes de Yemen, embarcados desde el pasado mes de noviembre en una campaña de ataques en represalia por la guerra de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza que ha causado este miércoles las dos primeras víctimas mortales.
Los daños en los cables, con independencia de su autoría, han puesto en evidencia las vulnerabilidades de estas infraestructuras críticas por las que discurre aproximadamente el 99% del tráfico mundial de datos. Casi todos los cables submarinos del mundo pertenecen a empresas privadas, operadores de telecomunicaciones o inversores. Aunque los sistemas por satélite para el acceso a Internet como el Starlink de Elon Musk sean cada vez más populares, el tendido eléctrico marítimo sigue siendo crucial para el sistema de las telecomunicaciones.
¿Qué supone el corte de estos cables submarinos?
En resumidas cuentas, el tráfico de datos por Internet podría verse interrumpido a nivel mundial. «Las líneas vitales de nuestra economía y nuestra sociedad también pasan por el fondo del mar», resumió esta semana Sebastian Bruns, experto en seguridad naval y marítima del CSIS, en declaraciones al semanario Der Spiegel.
La empresa TeleGeography recoge en su base de datos hasta 574 cables submarinos de datos activos y en vías de ser habilitados, que cuentan con una longitud total de casi 1 millón y medio de kilómetros, desde los más bien cortos, como el cable CeltixConnect-1 de 131 kilómetros entre Irlanda y Reino Unido, hasta el enlace Asia-America Gateway.
El mar Rojo es precisamente uno de los puntos calientes. En su lecho marino se encuentra el 17% del tráfico de datos submarino a nivel mundial. Estas aguas tienen una profundidad media de unos 450 metros, pero algunos de los cables están colocados a apenas 100 metros de la superficie, una distancia reducida que les deja expuestos. Expertos en seguridad marítima como Christian Bueger han advertido de que son «bastante fáciles de destruir», ya que se entierran en el suelo únicamente cerca de la costa.
¿Son habituales los daños?
Cada año se registran entre 100 y 200 casos de daños en cables de datos submarinos. La mayoría de ellos se producen en aguas poco profundas, por encima de los 100 metros, justo en el límite donde también se pueden encontrar en el mar Rojo. Las embarcaciones pesqueras o comerciales están detrás habitualmente de este tipo de daños. Desgarran el fondo marino con sus redes de arrastre o sus anclas hasta tal punto que los cables se rompen. Sin embargo, según las estadísticas del Comité Internacional de Protección de Cables, la causa sigue se desconoce en el 18% de los casos, como ha sucedido con los cuatro cables dañados en el mar Rojo.
Por otra parte, a excepción de los cables militares, los cables están marcados con detalle en las cartas náuticas. «Este tipo de incidentes puede ser un caso de guerra de zona gris», explica Bueger a Der Spiegel. «Puedes mostrar fácilmente a un adversario tu vulnerabilidad sin exponerte», como ha ocurrido en aguas del mar Báltico o en el Estrecho de Taiwán.
¿De qué tecnología están hechos?
Los cables son sorprendentemente finos, comparables a una manguera de jardín, señalan los expertos. Dentro de las fibras de vidrio, más allá varias capas de metal y plástico para su protección, está incrustado un conductor de corriente para alimentar los amplificadores de señal necesarios en el cable.
¿Están detrás los hutíes?
La milicia proiraní controla buena parte de la costa occidental de Yemen, desde donde vienen lanzando ataques contra las embarcaciones «vinculadas a Israel» que pasan por el mar Rojo. Todo ello, aseguran, en represalia por la guerra en Gaza. La operación naval liderada por Estados Unidos y Reino Unido comenzó en noviembre a responder a los ataques, pero todavía no ha conseguido disuadir a los insurgentes, que llegaron amenazaron a través de canales de Telegram con dañar los cables submarinos.
Después del ataque, sin embargo, el grupo armado ha negado su responsabilidad. Se esfuerza ahora por «mantener todos los cables submarinos de telecomunicaciones y los servicios relacionados alejados de cualquier riesgo» y se encargarán de «la reparación y el mantenimiento» de los cables, trasladan en un comunicado.
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