Represión en Venezuela
Así son los venezolanos que quieren echar a Maduro
La mayoría de los manifestantes confía en un futuro más próspero y libre para su país. Miles de ellos llevan dos meses en las calles luchando por sus ideales. LA RAZÓN ha hablado con cuatro opositores que se han convertido en un emblema
La mayoría de los manifestantes confía en un futuro más próspero y libre para su país. Miles de ellos llevan dos meses en las calles luchando por sus ideales. LA RAZÓN ha hablado con cuatro opositores que se han convertido en un emblema.
La oposición venezolana lleva más de dos meses en las calles pidiendo un cambio de rumbo político en el país. Esa lucha se traduce en números: 64 días de manifestaciones, 64 muertos, 1.119 heridos y al menos 2.000 personas detenidas. Los líderes de la oposición aseguran que continuarán en lucha hasta lograr la salida de Nicolás Maduro del poder por la vía constitucional, pacífica y electoral. No saben por cuánto tiempo pero, según afirmó el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, abandonar la agenda de protestas no es una opción.
Mientras la oposición domina las calles, el Gobierno ha respondido con represión a través de la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional. Al mismo ha impulsado una Asamblea Nacional Constituyente que pretende modificar la Carta Magna vigente, sin el apoyo de muchos chavistas confesos y de la fiscal general de la República, hasta ahora persona afín al Gobierno. Para los próximos días, la dirigencia opositora tiene pensado subir el nivel de protesta en respuesta a las últimas acciones de las fuerzas de seguridad. Entre los protagonistas de las últimas ocho semanas, en LA RAZÓN reunimos cuatro perfiles de personas emblemáticas que han participado en las manifestaciones opositoras. Cada uno de ellos explica por qué sale a la calle y cuál es su papel ante la deriva del régimen.
► Hans Werich: El hombre que se desnudó ante la represión
La foto desnuda de Hans Werich protestando sobre una tanqueta de la Guardia Nacional Bolivariana recorrió rápidamente el mundo. Su cuerpo lleno de perdigonazos, con una Biblia en la mano y tal como Dios lo trajo al mundo se convirtió en icono de las manifestaciones contra el chavismo.
Su acción generó aceptación y alabanzas entre los manifestantes, pero rechazo en los sectores del Gobierno, que lo acusaron de querer hacer un show «lamentable y penoso». Werich asegura que nunca pensó que su acción fuese a volverse viral y afirma que su única intención era pedirle a los cuerpos de seguridad el cese de la represión. «Me motivó que soy muy sensible a la miseria que hay en la calle y también que quiero libertad. Ese día (20 de abril) había salido como tantos otros y estaba frustrado, previamente había investigado sobre formas de manifestación y vi que en España la gente se desnuda contra las corridas de toros; en EE UU lo han hecho contra Trump y así lo hice», señala. Relata que cuando se montó en la tanqueta le decía a los guardias que todos eran iguales, que no siguieran reprimiendo a la gente, que no se dejaran dominar por el «demonio». En un homenaje que se rindió a los «iconos de la resistencia» en la Asamblea Nacional, Werich pidió a los diputados que el nivel de protesta se eleve, porque aunque las marchas son efectivas, sigue habiendo indiferencia en algunos sectores, dice.
► Alessandra Artal: Mataron a su novio en una marcha contra el Gobierno
Miguel Castillo, joven comunicador social de 27 años, salió a su última marcha el pasado 10 de mayo. Él forma parte de la trágica estadística de 64 fallecidos en las protestas contra el Gobierno de Venezuela. Fue una esfera de metal la que segó su vida al este de Caracas. No hay responsables todavía, pero sus familiares y amigos no dejan de exigir justicia. Desde el día que enterraron a Miguel, Alessandra Artal, su novia durante seis años, sale a las protestas convocadas por la Mesa de la Unidad Democrática con un cartel en el que se lee «Miguel Castillo, seguiremos luchando por ti. Tu luz nunca se apagará. Libertad». Y aunque haya represión se mantiene firme en su protesta silenciosa. «Desde 2014 salíamos a las calles con las mismas ganas. Tener un nuevo gobierno significaba para nosotros tener un futuro, juntos o separados, pero con la posibilidad de independizarnos. Siempre digo que lo que pasó con Miguel reafirmó mis ganas de seguir en la calle. Es un compromiso que tengo con él, llevar su nombre y que recorra la calle a través de mí, de nosotros. Todo lo hago por él, para honrarlo y entregarle la Venezuela por la que él perdió la vida, o mejor dicho, la que le arrebataron unos opresores de sueños. No es fácil levantarse y salir a la calle, pasar caminando por el lugar en que él cayó, pero sacaré fuerzas de donde sea para que su nombre no sea un número más. Él es Miguel Castillo. Mi compromiso es que nadie lo olvide», señala la joven.
► Ramón Suárez: Ser opositor en un barrio controlado por el chavismo
Durante años, el chavismo dominó electoralmente los sectores empobrecidos de Venezuela. En Caracas, las barriadas eran conocidas como territorios «rojo-rojito» (en alusión al color del partido de Gobierno) y allí la voz de los disidentes no era muy común. En 2015, cuando la oposición ganó la Asamblea Nacional, el oficialismo sufrió su primer revés en zonas como Catia. El 23 de enero, Petare, La Vega y Caricuao, todos ellos barrios humildes. Ahora, en las manifestaciones opositoras hay testimonios de personas de zonas en las que no salen a protestar, pero que sí lo hacen en el Este de Caracas. El motivo es que en los lugares pobres tienen miedo de los grupos armados que aún se identifican con el chavismo. Ramón Suárez vive en Catia. Para ir a su hogar debe tomar un bus que atraviesa al menos dos barrios. Es un trabajador corriente, con un hijo y una esposa que mantener. Aprovecha su hora de almuerzo y los fines de semana para sumarse a las protestas. «Salgo a manifestarme porque siento que al Gobierno no le importa la vida de los ciudadanos y actúa en su beneficio, a costa del mal de los demás. En los barrios parece que podemos caminar, pero no pensar distinto, y si lo hacemos hay que callar. En el Este no tengo esos problemas», apunta. Resume los más de 60 días de protestas como la verdadera demostración de que el país necesita un cambio. Sobre sus motivaciones para protestar, afirma que en primer lugar está la difícil situación económica y, en segundo lugar, la libertad de poder expresar su inconformidad sin temor a que alguien lo amenace a él o a su familia. «El país entero está sufriendo la irresponsabilidad del Gobierno y protestando en las calles es como se demuestra», sentencia este trabajador.
► Isabella Silva: Una doctora que atiende a todos, «sin color político»
Al final de cada jornada de protesta hay un número: el de heridos. Asfixias, lesionados con bombas lacrimógenas y con perdigones, y fracturas son las lesiones más comunes que atienden los grupos de socorro voluntario que hay en las manifestaciones. Isabella Silva tiene 25 años y es médico cirujano, recién graduada de la Universidad Central. Al inicio de las marchas, en abril, comenzó a atender a los lesionados como parte de sus prácticas profesionales, pero posteriormente decidió seguir ayudando en un módulo móvil que instalan en la Plaza Alfredo Sadel de Las Mercedes. «He decidido mantenerme como médico porque siento que en esta situación cada quien tiene un papel que ocupar y no hay ayuda que sea menos significativa que otra, pero como médico siento que tengo que ayudar. Hago mucho más. Estoy ayudando a gente que va y pone sus energías e incluso sus vidas y puedo hacer lo máximo que pueda. Estamos allí para ayudar a quien lo necesite, sin distinción política. Herido que llega, herido que tratamos. Todos somos venezolanos y merecemos la mejor salud que nos puedan brindar», afirma la médico. El día más negro fue uno en que la represión comenzó muy temprano, cuando llegaron diez pacientes con fracturas en brazos y piernas. «Ese día vimos a 87 pacientes. Y en Baruta se atendieron a 200 lesionados. Parecía que estabas en un parte de guerra».
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