Oriente Medio

El diputado ultra Itamar Ben Gvir será el nuevo «sherif» de Israel

Como ministro de Seguridad Nacional, dirigirá la policía militar que reprime en Cisjordania los focos de violencia palestina

El diputado ultra CItamar Ben Gvir (centro) en el Parlamento israelí
El diputado ultra CItamar Ben Gvir (centro) en el Parlamento israelíMaya AlleruzzoAgencia AP

El diputado ultraderechista Itamar Ben Gvir, «número dos» de Sionismo Religioso y estrella de la pasada campaña electoral, será el nuevo responsable político de la Policía de Israel. Tras semanas de negociaciones con Beniamin Netanyahu, que tras su incontestable triunfo en las elecciones está ultimando el reparto de poder con sus socios, el polémico diputado cumplirá su sueño de convertirse en el «sherif» del Estado judío.

Bajo el nuevo cargo de ministro de Seguridad Nacional, Ben Gvir será el responsable de devolver la calma tras los estallidos de violencia. Como jefe de la Policía, también asumirá el control de las unidades de la policía militar que patrulla en Cisjordania, que están en primera fila en los choques violentos con palestinos y en los desalojos de estructuras ilegales judías. Hasta la fecha, estas unidades estaban bajo Defensa.

Con unas encuestas que vaticinaban un inédito crecimiento a Sionismo Religioso, «Bibi» ya avanzó que sus integrantes serían aptos para ocupar cargos ministeriales. En los años 80, el Likud y el resto de partidos abandonaron la «Knesset» cuando el rabino Meir Kahana, fundador del partido Kach, tomó la palabra. Para el partido insignia de la derecha israelí, colaborar con los supremacistas –abogaban por la expulsión masiva de árabes– era una línea roja.

Pese a sus empeños en mostrar moderación y arrepentimiento por conductas impropias, el nombramiento del «heredero del Kach» –imputado judicialmente por racismo y apoyo a un grupo terrorista– despierta pánico entre los sectores liberales hebreos, los palestinos y los aliados occidentales de Israel. Lo ven como un pirómano, que habitualmente acude a los epicentros de tensión a inflamar las llamas. En sus incesantes apariciones televisivas, insistió en que descolgó de su salón el retrato de Baruch Goldstein, un extremista judío que mató a 29 feligreses musulmanes en Hebrón (1994).

Durante los disturbios en Sheikh Jarrah (Jerusalén Este) en mayo de 2021, instaló su «sede parlamentaria» entre las viviendas palestinas del barrio. La tensión derivó enla Explanada de las Mezquitas, Hamas disparó misiles sobre la ciudad santa, y se desató una nueva guerra en Gaza. Poco antes de los quintos comicios, apareció durante los disturbios en el mismo barrio, desenfundó su pistola y animó a los agentes a «disparar a aquel que lance una piedra».

«Lo prometimos, y lo logramos. Recibimos las herramientas para devolver la seguridad a los ciudadanos de Israel. Nos ocuparemos del Negev, la Galilea y la periferia, y de fortalecer la identidad judía. Llegó el momento de un Gobierno plenamente de derechas», tuiteó eufórico el diputado ultra.

Además de la estratégica cartera policial, Poder Judío –la facción de Ben Gvir integrada en Sionismo Religioso– también ocupará el ministerio de desarrollo del Negev y la Galilea; el ministerio de herencia (incluido en Economía); y formará parte del Comité de Seguridad Nacional.

En el preacuerdo verbal con Netanyahu ya se definió el perfil ideológico del próximo Ejecutivo. El primer paquete de leyes acordado pretende legalizar 65 «colonias salvajes», asentamientos aislados promovidos por jóvenes fundamentalistas y considerados ilegales bajo la propia ley israelí. Además, se pavimentarán carreteras de acceso y se proporcionará conexión de agua y electricidad, lo que asegurará su consolidación. También se acordó revertir la «Ley de desconexión» (2005), que supuso el desmantelamiento de las colonias judías en la franja de Gaza y cuatro localidades al norte de Cisjordania. La intención es legalizar el retorno de judíos a Homesh, al norte de Cisjordania.

También se expandirá la ley que permite a soldados disparar a ladrones, que habitualmente asaltan bases en busca de armamento. En el desierto del Negev, bandas de beduinos roban asiduamente en complejos militares. Ben Gvir supo aprovechar la sensación de inseguridad en la «periferia» del país para sacar rédito electoral.

Betzalel Smotrich, «número uno» de Sionismo Religioso, sigue presionando para ocupar Finanzas. Entre sus demandas, exige que se traspase a dicho ministerio el control de la administración civil en Cisjordania, la división del Ejército israelí responsable de manejar los asuntos civiles. Bajo control político de la extrema derecha, serviría para seguir expandiendo asentamientos y ordenar demoliciones de viviendas palestinas. «La administración civil es odiada por los colonos, porque les recuerda que viven en un lugar bajo ocupación militar. Su sueño es suspenderlo», alertó «Haaretz».

Esta semana, altos mandos policiales alertaron que los cambios que se prevén en la relación entre el nuevo ministro y las fuerzas policiales supondría un retroceso de la democracia israelí. En la judicatura también temen la aprobación de medidas para erosionar el poder del Supremo, con la manifiesta voluntad de que mayorías parlamentarias en la Knesset puedan tumbar sus dictámenes.

El líder del Likud, Benjamin Netanyahu, y sus socios de derechas cuentan con una cómoda mayoría –64 escaños de 120 diputados– en el Parlamento israelí, pero la lucha de egos y cargos con la extrema derecha y los partidos ultraortodoxos está retrasando la formación del futuro gobierno.

Desde Hebrón, cerca de la residencia familiar del diputado Itamar Ben Gvir, circularon imágenes este viernes de un soldado golpeando con dureza a un activista pacifista, que acudió con un grupo a solidarizarse con los palestinos tras las agresiones que sufrieron el pasado sábado. En el mismo lugar, otros reclutas del Ejército israelí afirmaron que «Ben Gvir pondrá orden aquí», o «izquierdistas, os romperemos los huesos». El diputado ultra prometió más libertad de acción a los soldados sobre el terreno.