
Coalición en Oriente
Xi Jinping, flanqueado por Putin y Kim Jong-un: despliegue militar en Pekín y un reto al mundo
China reafirma su posición para reconfigurar el orden internacional, desafiando la hegemonía tradicional de Occidente
Un apabullante arsenal de misiles hipersónicos, miles de tropas, drones submarinos y vehículos acorazados irrumpió en el corazón de Pekín este miércoles bajo la supervisión del secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China y presidente de la Comisión Militar Central ,Xi Jinping, para honrar el 80º aniversario del triunfo en la “Guerra contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial”.
Con la presencia de Vladimir Putin, con abrigo oscuro y perfil severo, su homólogo norcoreano Kim Jong-un, el iraní, Masoud Pezeshkian y más de 20 jefes de Estado afines, Xi aprovechó para rendir homenaje al “sacrificio nacional” de su pueblo en conflictos históricos. Pero su proclama fue inequívocamente actual: “La humanidad debe elegir entre la paz y la guerra, el diálogo o la confrontación, la cooperación de beneficio mutuo o los juegos de suma cero”, mientras avisó de que “el gran rejuvenecimiento de la nación china es imparable, y la noble causa de la paz y el desarrollo triunfará sin duda”. En un contexto de fricciones crecientes con Occidente y con vecinos como Japón o Filipinas, esta disyuntiva parece un dardo a los que cuestionan el dominio chino, desde el mar de China Meridional hasta Taiwán.
Tanto en Pekín como en Moscú, los rituales bélicos hablan más alto que las botas y galones. En concreto, este despliegue en la Plaza de Tiananmen se inserta en un marco estratégico más amplio, tras la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en la ciudad portuaria de Tianjin, donde elevó sus lazos “a niveles sin precedentes” con “su mejor amigo” Putin y decenas de jefes de Estado y de Gobierno, en especial con el primer ministro indio, Narendra Modi. En este histórico conclave, Xi comprometió miles de millones en préstamos y asistencia, impulsó la creación de un nuevo banco de desarrollo y alentó a los países miembros a adoptar los innovadores sistemas energéticos y de satélites chinos. Con esta maniobra, articula una alternativa convincente al dominio estadounidense, atrayendo a naciones hacia la órbita de Pekín a través de una sinergia de financiamiento y transferencia tecnológica. Esta táctica multifacética refuerza la posición de la segunda economía mundial para reconfigurar el orden internacional, estableciendo un sistema en el que la dependencia de las potencias emergentes de Pekín desafíe la hegemonía tradicional de Occidente.
Y en esta ocasión, en el centro de la escena, el hermético líder norcoreano reapareció en la capital tras seis años de ausencia, arribando en su tren blindado junto a su misteriosa hija adolescente ,como un señor feudal moderno. Su última salida fue hace dos años, y voló a Singapur en 2018 para verse con Trump, pero su presencia en la parada castrense, junto a los titanes, es un movimiento muy calculado. Alguna vez un paria internacional, condenado por China y Rusia por pruebas nucleares en 2017, Kim ha transformado su aislamiento en influencia, fortaleciendo lazos con Moscú a través del suministro de miles de soldados y millones de proyectiles para la guerra de Rusia en Ucrania. De hecho Putin le agradeció este miércoles su apoyo en la "lucha contra el neonazismo contemporáneo". Esta cooperación, junto con respaldo financiero y tecnológico del Kremlin, le ha dado a Kim mayor margen de maniobra en sus relaciones con su patrón tradicional, Pekín.
Una vez más, Donald Trump no se mordió la lengua. Desde su feudo digital en Truth Social, en un post cargado de bilis, exigió que Xi Jinping, reconozca la "sangre americana" derramada para "liberar" a China de un "invasor hostil". No contento con eso, remató con un zarpazo sarcástico, enviándole "cálidos saludos" junto a Vladimir Putin y Kim, a quienes acusa de urdir un complot contra los intereses de Washington. Pero, mientras la Casa Blanca se debate entre aranceles, sanciones y divisiones internas, Xi acapara protagonismo, acercando a sus socios y presentándose como el centro de gravedad de un nuevo orden multipolar.
Por su parte, en un discurso sobrio y directo, Xi proyectó fortaleza, reafirmó la centralidad del Partido Comunista Chino (PCCh) y lanzó una advertencia implícita a quienes desafíen los intereses de Pekín, con Taiwán como prioridad no declarada. “El pueblo chino siempre se ha unido para desafiar al enemigo”, afirmó, según la traducción oficial, evocando una narrativa de resiliencia que resonó entre el vuelo de 80.000 palomas de la paz, globos de colores, y tanques y misiles. El país, dijo, “nunca se doblega ante matones y defiende su independencia”. El mensaje, respaldado por el despliegue del modernizado Ejército Popular de Liberación (EPL), buscó consolidar la imagen de una nación cohesionada frente a un mundo “fracturado”. No obstante, a pesar de esta proyección de fuerza, hay indicios de que Xi no está satisfecho con el progreso hacia sus objetivos militares. En los últimos años, altos oficiales militares y ejecutivos de la industria de defensa han desaparecido de la esfera pública o han sido destituidos como parte de un esfuerzo amplio para erradicar una corrupción endémica y persistente, que podría socavar la capacidad de las fuerzas armadas para tomar el ansiado control de Taiwán.
Aunque evitó nombrar a Taipéi, Xi reiteró su compromiso con el “rejuvenecimiento de la nación china”, un eufemismo que engloba la anexión de la isla, considerada por el PCCh como una provincia rebelde. Pekín mantiene que la “reunificación” es innegociable, incluso por la fuerza, mientras el territorio rechaza estas pretensiones.
La disertación también abordó, sin aludir directamente, dichas turbulencias internas del EPL. Las incesantes purgas, las más severas desde los tiempos de Mao, han sacudido la cúpula militar. Consciente de estas fisuras, reafirmó la lealtad del ejército: “Siempre será una fuerza heroica en la que el partido y el pueblo confían”. Su exhortación a construir un contingente “de clase mundial” para proteger su soberanía e integridad territorial fue tanto una promesa como una advertencia a los mandos.
La ausencia más sorprendente en el liderazgo militar es la del general He Weidong. El segundo oficial de carrera más antiguo en la Comisión Militar Central, desapareció de los eventos públicos oficiales y de las menciones, una ausencia inexplicable que sugiere que podría estar bajo examen. Otro alto comandante, el almirante Miao Hua, quien supervisaba el trabajo político en el ejército, fue puesto bajo investigación el año pasado por “graves violaciones de la disciplina”, una frase que a menudo se refiere a corrupción o deslealtad. Fue uno de las aproximadamente dos docenas, si no más, de oficiales de alto rango del EPL y ejecutivos de la industria de armamento que han sido investigados desde 2023, según un reciente recuento de la Fundación Jamestown. Ambos hombres habían ascendido inusualmente rápido bajo el patrocinio de Xi. Aunque los funcionarios chinos son vulnerables a investigaciones por deshonestidad o deslealtad, que Xi pierda a ambos revela un grado inusual de agitación en los niveles más altos.
Xi ha priorizado la modernización del ejército construyendo la armada más grande del mundo en número de barcos y multiplicando por más de cuatro el arsenal de ojivas nucleares del país. Ha intensificado las amenazas para tomar Taiwán y ha ordenado al ejército estar preparado para una posible invasión en 2027, según funcionarios de inteligencia estadounidenses.
El desfile destacó el salto de China en la guerra autónoma, un desafío directo al dominio tecnológico de Estados Unidos. Perros robóticos, drones aéreos de gran escala y vehículos submarinos no tripulados, incluido un artefacto con forma de submarino para colocar minas, desfilaron frente al estrado, subrayando el enfoque de Pekín en sistemas de combate de próxima generación. Los medios estatales promocionaron estos avances como cruciales para futuros conflictos, con líderes militares chinos y estadounidenses reconociendo que los sistemas autónomos podrían ser decisivos en un posible enfrentamiento. El debut de tres nuevas unidades del EPL -aeroespacial, guerra de información y guerra cibernética- resaltó aún más la reestructuración militar de Xi durante la última década, señalando una fuerza preparada para conflictos multidominio.
El contingente naval de China reveló un arsenal formidable, incluyendo sistemas láser embarcados promocionados como esenciales para la defensa aérea. Sin embargo, estos láseres tienen una reputación más oscura: incidentes repetidos de barcos chinos usándolos para cegar a pilotos de aviones de vigilancia extranjeros han generado tensiones con vecinos y potencias occidentales como Estados Unidos, Australia y Canadá. También se presentaron los misiles YJ-15, 17, 19 y 20 —supersónicos e hipersónicos— capaces de ser lanzados desde barcos y submarinos, amplificando la proyección de amenaza marítima de China.
Así pues, la exhibición fue un claro indicador de su progreso tecnológico y estratégico. Aunque analistas apuntan a que muchas de las plataformas y sistemas de armas presentados no eran completamente nuevos, cada uno de ellos representa un avance significativo en comparación con los inventarios de las fuerzas armadas occidentales. Sin embargo, es crucial entender que la modernidad no siempre se traduce en eficacia táctica; mientras que el equipo militar occidental ha sido probado en múltiples escenarios, desde Irak hasta Ucrania, los sistemas chinos aún carecen de una validación en situaciones de conflicto real.
Entre las innovaciones más destacadas se encontraban los grandes vehículos submarinos no tripulados, drones de ala rotativa y misiles como el HHQ-16C, DF-61 y DF-31BJ, así como sistemas de defensa láser. La inclusión de un UAV en un vehículo de combate de infantería resalta la creciente capacidad china para desarrollar tecnología de manera autónoma, marcando un giro en su dependencia histórica de tecnologías extranjeras, particularmente rusas. Este nivel de desarrollo autóctono sugiere una sostenibilidad estratégica que podría ser crucial en futuras contiendas.
La espectacularidad del evento, con 50.000 espectadores, música sincronizada y marchas perfectamente coreografiadas, tiene un impacto limitado en la evaluación de la capacidad operativa real del EPL. A pesar de las reformas estructurales implementadas en la última década, que han incluido la creación de comandos conjuntos y el fortalecimiento de instituciones de apoyo estratégico en áreas clave como el espacio y el ciberespacio, es imperativo observar ejercicios como el Espada Conjunta o Trueno del Estrecho en torno a Taiwán. Estas actividades proporcionarán una visión más clara de la verdadera capacidad del EPL en un contexto operativo contemporáneo, donde la adaptabilidad y la innovación son esenciales para el éxito en el campo de batalla.
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