Terremoto en Turquía y Siria

Sobrevivir con 4 y 6 años después de 178 horas bajo los escombros

Dos niñas son rescatadas en Adiyaman cuando ya apenas quedan esperanzas de encontrar a gente con vida. "El principal reto es la falta de agua y la deshidratación", advierten los expertos

Más de una semana después del seísmo que sacudió el sur de Turquía y el norte de Siria, siguen obrándose milagros. Un equipo de rescatistas logró encontrar viva a una niña de 4 años en Adiyaman, cuando llevaba unas 177 horas enterrada bajo los escombros. Otra niña de 6 años de la misma localidad fue descubierta pasadas 178 horas. En Hatay, la anciana Nuray Gurbuz también salió con vida de los restos de un edificio colapsado tras pasar un periodo similar de tiempo. En Kahramanmaras, los operarios estaban a punto de dar con una madre y su hija. “Están cavando un túnel para salvar a dos ángeles. Están tratando de llegar al área en que se cree que permanecen, pero es un trabajo extremadamente peligroso”, apuntó un testigo. Cada persona salvada es una gran victoria para los bomberos, que celebran entre lágrimas y abrazos los últimos hallazgos.

Gracias a la ayuda de perros, cámaras térmicas, expertos minerosy la inestimable aportación de civiles, todavía se siguen recuperando supervivientes, a pesar de que las temperaturas gélidas hacían presagiar que sería misión imposible. Al cierre de esta edición, ya se contabilizaron más de 36.000 víctimas entre los dos países. Probablemente, se trate de las últimas horas para seguir rescatando supervivientes.

“Estas historias son increíbles, demuestran que los humanos pueden sobrevivir durante largos espacios de tiempo. Se necesita una alta dosis de suerte, y permanecer en una área que no los aplaste. También entra en juego la psicología, y el principal reto es la falta de agua y la deshidratación”, explicó Malcolm Rusell, integrante de una brigada de rescatistas británicos. Y añadió: “la resiliencia y conservar esperanzas son elementos vitales. Hay que seguir haciendo ruido, ya que con los sensores podemos llegar a escucharlos”. La bajada de las temperaturas en la zona a seis grados bajo cero requiere una excesiva quema de calorías, lo que limita más aún las opciones de seguir con vida.

Pueblos y ciudades enteras han quedado reducidos a escombros. En Turquía acusan de negligente prevención y respuesta al Gobierno de Recep Tayip Erdogan, y desde Siria siguen clamando por las escasas ayudas internacionales recibidas, en un territorio machacado por las consecuencias de la guerra civil. “El mundo entero ha dejado al pueblo sirio hundirse. Si la destrucción hubiera ocurrido en Europa, todos correrían a ayudar en los rescates. Pero aquí no le importamos a nadie”, se lamentó Abdel-Monem Qassem junto a una montaña de ruinas en Sarmada. A falta de supervivientes, trataba de rescatar memorias: “estoy aquí para observar y recordar. Veo el vestido de mi hermana, la ropa de sus hijos, su olor”. En el crucero fronterizo de Bab al-Hawa, ayer ingresó un nuevo convoy de camiones de la ONU con ayuda humanitaria destinada al noroeste de Siria. Martin Griffiths, secretario general del ente para asuntos humanitarios, reconoció que los sirios “se han sentido abandonados. Mi deber y obligación es corregir este error lo más rápido posible”.

Lidiar con el trauma

Además del complicado reto de encontrar refugio temporal, comida, agua o electricidad, los supervivientes de la catástrofe natural afrontan ahora profundas afectaciones mentales. Sedat Kavsut, de Kahramanmaras, consideró que el Gobierno de Erdogan “sí que está trabajando relativamente rápido aquí”, ya que tiene residencia provisional en un edificio municipal, donde permanecen calientes y alimentados. “La principal afectación es psicológica. Cuando entro en un edificio no puedo ni ir al baño, me pongo muy nervioso”, confesó.

Otro contratiempo es el aire, que se ha tornado irrespirable debido al polvo y el humo tóxico, ya que muchos recurren a la quema de plásticos para mantenerse calientes en los improvisados campamentos callejeros. Muchos vecinos incluso han huido de edificios que permanecieron en pie, temerosos de que ya no son lugares seguros para seguir viviendo. En Turquía ya se ha arrestado a más de 31 empresarios de la construcción, acusados de levantar edificios en zonas de alto riesgo sísmico, aprovechando legislaciones favorables aprobadas por las autoridades. Además, hay otros 131 investigados por incumplir las normativas de obras.

Saqueos

Desde el pueblo turco de Polat, a unos cien kilómetros del epicentro del terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter, los saqueadores vaciaron neveras o lavadoras de las casas en ruinas. La violencia creciente provocó parones temporales de las labores de los equipos de rescate internacionales, que requirieron protección militar para continuar operando. “Dormimos en el barro junto a otras familias”, se lamentó Zehra Kurukafa. Junto a más lugareños, serán transportados a la ciudad de Afyon, pero no saben lo que les deparará el futuro. “No tenemos ningún objetivo. Aunque tuviera algún plan, ya no tengo a mi padre ni a mi tío. ¿Qué me queda?”, se preguntó.

Ante previsiones que apuntan a 13 millones de afectados en Turquía, voluntarios llegados desde todo el país se movilizaron para socorrer a los supervivientes. Entre ellos, chefs y restauradores que cocinan miles de raciones de arroz, legumbres o sopa para aSlimentar a sus compatriotas sin techo.