Accidente

Vuelo 171 de Air India: la catástrofe mortal deja un único superviviente “milagro” en el asiento 11A

El avión llevaba 242 pasajeros a bordo. El impacto generó una explosión y densas columnas de humo visibles, consumiendo estructuras adyacentes. En un hecho casi inverosímil, Ramesh Viswashkumar, ubicado en el asiento 11A, fue rescatado con vida

La aviación india se enfrenta a un nuevo y devastador revés. Un Boeing 787-8 Dreamliner, operando como Vuelo 171 de Air India desde el Aeropuerto Internacional Sardar Vallabhbhai Patel hacia Londres Gatwick, se precipitó al desastre durante la carrera de despegue. El avión colisionó con el muro perimetral, desintegrándose en el denso entorno urbano de Meghani Nagar, Ahmedabad, y desencadenando una conflagración masiva.

Con 242 pasajeros a bordo, el impacto generó la explosión y densas columnas de humo visibles, consumiendo estructuras adyacentes. En un hecho casi inverosímil, Ramesh Viswashkumar, ubicado en el asiento 11A, emergió como el único superviviente, rescatado entre los restos por los equipos de emergencia.

"El vuelo que partió de Ahmedabad a las 13:38 hora local se ha visto envuelto en un incidente inesperado. A bordo del Boeing 787-8 con número de registro VT-ANB y número de serie 36279, viajaban 169 ciudadanos indios, 53 británicos, 1 canadiense y 7 portugueses. Los heridos han sido trasladados a los hospitales más cercanos para recibir atención médica" publicó la compañía inmediatamente después de la catástrofe.

El Comisionado GS Malik, en una declaración a The Associated Press , confirmó la magnitud del desastre: “No parece haber sobrevivientes en la contingencia aérea”. Esta afirmación, que apuntaba a una pérdida total, fue desafiada por un hecho extraordinario reportado posteriormente por medios locales. Ramesh Viswashkumar, usuario del asiento 11A, se salvó milagrosamente, aunque en estado crítico, del atroz percance. "Treinta segundos después del despegue, se escuchó un fuerte estruendo y luego ese estrelló. Todo ocurrió muy rápido", relató Vishwash, quien sufrió "lesiones por impacto" en el pecho, ojos y pies, según informó el rotativo Hindustian Times.

Accidente de avión en India
Accidente de avión en IndiaTania NietoLA RAZÓN

Datos iniciales, revelados por el medio Flightradar, apuntan a que “la aeronave alcanzó una altitud barométrica máxima de 625 pies (425 pies sobre los 200 del aeropuerto) antes de iniciar un descenso abrupto a -475 pies por minuto, evidenciando una anomalía grave en la fase crítica de ascenso”. Tras filtrarse las imágenes del descenso del aparato, fuentes especializadas del sector aeronáutico consultadas por La Razón apuntaron a “errores críticos en la configuración de los flaps y un posible fallo mecánico o hidráulico en el tren de aterrizaje” como factores clave en el accidente.

El Departamento de Bomberos y Emergencias de Ahmedabad desplegó con celeridad siete unidades de extinción y múltiples ambulancias, mientras las autoridades clausuraron arterias viales para facilitar la operación de rescate. El ministro de Aviación Civil indio, Ram Mohan Naidu Kinjarapu, publicó en la red social X que se han movilizado los equipos de rescate y se están haciendo todos los esfuerzos para garantizar la asistencia médica y el apoyo de socorro en el lugar. «Estamos en alerta máxima», declaró.

La Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos (AAIB) de India consideró la indagación, escrutando posibles anomalías en los sistemas de la aeronave o errores humanos en procedimientos críticos de despegue. Este infausto evento, que ha sacudido de nuevo a Air India en el contexto del auge aeronáutico del país, plantea dudas sobre la integridad operativa de su flota y la robustez de los protocolos de seguridad.

Con todo, el analista aeronáutico Alex Macheras, en declaraciones a Al Jazeera , destacó la reputación intachable del 787: “Es un avión de medio y largo alcance, pionero en el uso de fibra de carbono, eficiencia con sobresaliente y un historial de seguridad estelar, sin accidentes fatales hasta hoy”. El implicado en la India, realizó su primer servicio aéreo el 14 de diciembre de 2013 y fue entregado a Air India en enero de 2014. Los datos de las cajas negras, los registros de mantenimiento y las bitácoras operativas serán fundamentales para esclarecer las causas.

La tragedia de proporciones devastadoras ha golpeado a Meghaninagar, ya que, al parecer, el jet se estrelló violentamente contra el comedor del albergue del BJ Medical College. En un instante, lo que era una pausa para el almuerzo de decenas de estudiantes de medicina se convirtió en una escena de caos y desesperación. La Asociación de Médicos de FAIMA informó que numerosos alumnos de MBBS sufrieron heridas graves. Según el medio Vibes of India , al menos 20 estudiantes de pregrado fueron ingresados de urgencia en un hospital civil. Más trágico aún, NDTV confirmó la muerte de al menos cinco jóvenes, cuyas vidas, dedicadas al sueño de salvar otras, fueron segadas en un instante.

En respuesta al abominable infortunio, el presidente del grupo Tata, Natarajan Chandrasekaran, anunció inmediatas: cubrirá los gastos médicos de los heridos y otorgará una compensación de 10 millones de rupias a las familias de las víctimas, además de financiar la reconstrucción del BJ Medical College.

No tardaron en llegar reacciones de líderes internacionales que reflejan la magnitud del impacto. Mientras el primer ministro de India, Narendra Modi, calificó la tragedia como “desgarradora más allá de las palabras”, su homólogo británico, Keir Starmer, describió las imágenes emergentes del accidente como “devastadoras”, subrayando el horror que trasciende fronteras.

La Flota de Air India: Desafíos en la Renovación

Tres años después de que el conglomerado Tata Group adquirió Air India en 2022, el avión enfrenta turbulencias. Pese a un aumento del 24,5% en ingresos (6.150 millones de dólares en 2024) y una reducción de pérdidas a 532 millones, la modernización de la flota y los servicios no despega. Las quejas por retrasos, asientos deteriorados, sistemas de lavabos obstruidos, inconsistencias eléctricas, fallos en el aire acondicionado y sistemas de entretenimiento obsoletos persisten, mientras la fusión con Vistara y AirAsia India genera tensiones laborales.

La falta de repuestos para los Boeing 787 y 777, junto con la competencia de Emirates y Qatar Airways, desafía la misión de restaurar su prestigio.

El consejero delegado de Air India, Campbell Wilson, admitió a principios de año que los retrasos en la cadena de suministro han ralentizado el programa de modernización de la aerolínea, sobre todo en la adquisición de asientos y componentes interiores. Esto implica que, mientras los nuevos A350 llegan a los hangares, algunos de los antiguos 777 y A320 siguen transportando pasajeros a diario, con cabinas anticuadas, estructuras fatigadas y retrasos en las reformas.

Esto es un problema exclusivo de esta empresa. En todo el mundo, las aerolíneas luchan por equilibrar la rápida recuperación tras la pandemia con el acceso a piezas, franjas horarias para los aviones y personal de mantenimiento cualificado. Como resultado, están alargando la vida de sus aviones más antiguos, manteniéndolos en rotación más tiempo del previsto originalmente, ya menudo sin actualizarlos completamente. Según un estudio del sector de 2023, los aviones de más de 20 años experimentan un notable aumento de los problemas mecánicos, sobre todo cuando las compañías omiten o retrasan el mantenimiento a fondo programado debido a la demanda operativa. Y aunque muchos aplican estrictos protocolos de seguridad, el margen de error se reduce cada año que pasa.

Este suceso ha puesto en evidencia una verdad incómoda: ni siquiera las flotas modernas, equipadas con tecnología de vanguardia, son inmunes a los fallos. Pero más allá del Boeing 787 implicado —un avión relativamente nuevo—, el accidente resalta los peligros latentes de operar flotas de edad mixta, donde aeronaves antiguas, a menudo con retrasos en modernización o mantenimientos inconsistentes, cubren vacíos de capacidad.

La seguridad, que muchos dan por sentado, es un equilibrio delicado. Cuando los aviones más antiguos coexisten con modelos de última generación, surgen riesgos silenciosos. ¿Fue el accidente del Dreamliner consecuencia de un fallo mecánico imprevisto? ¿Podría estar relacionado con una fatiga no detectada en los sistemas? Y, más crítico aún, ¿se siguió los protocolos de mantenimiento al pie de la letra, o la presión por mantener los horarios operativos llevados a tomar atajos?.

En la aviación, los siniestros rara vez surgen de un único fallo catastrófico. Más bien, son el diseño de una cadena insidiosa de pequeños errores, descuidos acumulados, estrés operativo o decisiones postergadas. Los pilotos y expertos en seguridad lo denominan el modelo del «queso suizo»: una metáfora poderosa que ilustra cómo Múltiples fallos, aparentemente insignificantes por sí solos, se alinean en un momento crítico para desencadenar una tragedia. Cada «agujero» en el queso representa una debilidad: un sensor mal calibrado, un procedimiento omitido, una tripulación bajo presión o un mantenimiento retrasado. Cuando estos agujeros se superponen, el sistema de seguridad, que parecía robusto, se desmorona.

Ahora, la aviación india mira hacia un pasado sombrío. En 1966, el Vuelo 101 de Air India, un Boeing 707 bautizado Kanchenjunga , se estrelló contra el Mont Blanc en Suiza, cobrando las 117 vidas a bordo, incluido el célebre físico nuclear Homi Jehangir Bhabha, padre del programa nuclear indio. Los restos del avión aún emergen periódicamente en el sitio del siniestro. Más tarde, el rugir de los motores de un Boeing 747 se apagó en la noche del 1 de enero de 1978, cuando el Vuelo 855 de Air India se hundió en el mar tras despegar de Bombay. Un fallo en el horizonte artificial siguió 213 vidas, continuando con una saga de desastres. En 1985, el Vuelo 182 estalló sobre el Atlántico, víctima de un atentado terrorista que mató a 329 personas, el mayor ataque aéreo antes del 11-S. En 2010, el Vuelo 812 de Air India Express se precipitó en Mangalore tras un aterrizaje fallido, dejando 158 muertos. Y en 2020, el Vuelo 1344 partió en Kozhikode bajo un diluvio, cobrándose 18 víctimas.

Estos siniestros, marcados por fallos técnicos, errores de pilotaje y amenazas externas, exponen las fisuras de la aviación india en su vertiginosa expansión. La secadora ha redoblado esfuerzos en seguridad, pero las tormentas, la fatiga de las flotas y la presión operativa persisten como nubes oscuras. Con el tráfico aéreo indio en ascenso, expertos urgen modernizar aviones, reforzar entrenamientos y blindar protocolos.