Francia

Macron forma su Gobierno más escorado a la derecha tras dos meses y medio de bloqueo político en Francia

El nuevo ministro del Interior, Bruno Retailleau, es conocido por sus posiciones particularmente duras en inmigración

Después de dos meses y dos semanas de unas elecciones legislativas anticipadas que han puesto de cabeza a Francia, el flamante primer ministro, Michel Barnier, finalmente presentó este sábado la lista de sus nuevos 39 ministros.

En primer lugar, hay que decir que se trata de un Gobierno esencialmente de derechas. Los puestos clave estarán ocupados por ministros del partido conservador Los Republicanos (LR): Annie Genevard en Agricultura; Patrick Hetzel, ministro de la Educación Superior, y Bruno Retailleau en el Ministerio del Interior.

Y este último es precisamente la manzana de la discordia. Retailleau, quien hasta ahora se había desempeñado como jefe del grupo de Los Republicanos en el Senado francés, tendrá ahora las riendas de la seguridad del país. El nuevo ministro del Interior es un férreo opositor del matrimonio igualitario y de la ley sobre la eutanasia, también se mostró como ferviente partidario de su colega y ex primer ministro François Fillon durante las elecciones presidenciales de 2017, incluso cuando fue acusado de corrupción en el seno de la Asamblea Nacional.

Retailleau ha condenado en diferentes entrevistas lo que llama «el desorden migratorio» y tiene posturas firmes contra el islamismo o el wokismo. Se espera que asuma una línea dura como ministro del Interior, especialmente en temas migratorios y de seguridad ciudadana.

También está la senadora Laurence Garnier, cuyo nombre había estado en el ojo del huracán durante los últimos días por haber votado contra la inscripción de la interrupción voluntaria del embarazo en la Constitución francesa, y contra el matrimonio homosexual. Finalmente, no estará a la cabeza del Ministerio de Familia, como se había especulado, sino que será secretaria de Estado para el Consumo, el ala del Ministerio de Economía que se ocupa de atender las empresas, el turismo y el consumo comercial en general en el país vecino.

Y si bien la derecha tiene una representación importante en esta composición, el macronismo tiene prácticamente la mitad de los ministros, entre los cuales se cuentan algunas figuras fuertes: Astrid Panosyan-Bouvet en el Ministerio del Trabajo, Antoine Armand para Economía, Sebastien Lecornu que repite en el Ministerio de la Defensa, Jean Noel Barrot que sucede a Stéphane Séjourné (ahora designado comisario europeo de Industria) en Asuntos Exteriores y Geneviève Darrieussecq, ministra de la Sanidad.

Por la izquierda, encontramos un lobo solitario: el socialista Didier Migaud es el único representante de esa tendencia que ha aceptado sentarse en el corazón de un Gobierno de derecha y centro derecha. Y su puesto no es menor: Migaud es el nuevo ministro de Justicia. Se trata de su primera responsabilidad gubernamental tras una larga carrera como diputado. Tendrá el desafío de reemplazar al tempestuoso Éric Dupond-Moretti.

En el nuevo Gobierno francés hay también una paridad total de género, distribuido entre 19 hombres y 20 mujeres.

Las reacciones entre los partidos de la oposición no se han hecho esperar. El primero en declararse contra el nuevo Gobierno de Barnier fue, como cabía esperar, Jean Luc Mélenchon, jefe de ala radical de la izquierda, el partido La Francia Insumisa (LFI).

«Ya se conoce el reparto de la nueva película de catástrofes de Macron. El Gobierno de los perdedores de las elecciones legislativas está en manos del preocupante ministro del Interior. Esta combinación no tiene ni legitimidad ni futuro. Hay que deshacerse de ella cuanto antes», escribió Mélenchon en la red social X.

Recordemos que el Nuevo Frente Popular (NFP), la alianza de los partidos de izquierda (socialistas, ecologistas, comunistas e insumisos), obtuvo la mayoría de diputados (193) en la Asamblea Nacional en las elecciones anticipadas celebradas el 30 de junio y el 7 de julio, pero esa victoria no está reflejada en el nuevo Gabinete.

Entre los 39 miembros del nuevo Gabinete hay un solo ministro de izquierda y no pertenece a la alianza NFP. Una situación que se suma al malestar inicial que generó el nombramiento de un primer ministro que no pertenece a las filas de la izquierda –tal como exigió el Nuevo Frente Popular proponiendo a la diputada Lucie Castets–, sino que proviene de la derecha tradicional, el partido Los Republicanos, que obtuvo la quinta posición en las legislativas. La izquierda francesa sigue acusando a Macron de haber «robado las elecciones».

Por su parte, Jordan Bardella, nuevo líder de Reagrupamiento Nacional (RN) y delfín de Marine Le Pen en la extrema derecha, también reaccionó rápidamente, poniendo en duda la estabilidad del Gabinete: «Este «nuevo» Gobierno señala el regreso del macronismo por la puerta de atrás. No se puede permitir que lo que el pueblo francés ha rechazado democráticamente en dos ocasiones vuelva a través de lamentables juegos de máquinas y cálculos políticos. Se trata, pues, de un Gobierno sin futuro», dijo Bardella. Una declaración un poco seca, cuando se sabe que, para que la moción de censura prospere, se necesita de los votos de la extrema derecha y por ahora, Reagrupamiento Nacional no ha dado señales de que vaya en esa dirección. Al contrario, se asume que el nuevo Gobierno encabezado por Barnier se ha nombrado con su visto bueno.

En las calles, también se respiró un fuerte descontento este sábado: miles de simpatizantes de la izquierda salieron a manifestarse en distintas ciudades del país como Marsella, Nantes, Estrasburgo, Burdeos o París para denunciar que el «Gobierno Macron-Barnier» atenta contra la democracia al no respetar la victoria del Nuevo Frente Popular. Acusan también al presidente de negociar con la extrema derecha para lograr un Gobierno que le convenga a los macronistas y que no sea censurado por los diputados de Le Pen. Ecologistas, asociaciones feministas, agrupaciones estudiantiles y votantes de izquierda en general enarbolaron pancartas y entonaron cantos con una pregunta contundente y llena de rabia: «¿Para qué sirve votar?».