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Berlusconi dice que quienes iban a sus fiestas eran «viejecitos con poder»

Silvio Berlusconi, en mayo del año pasado
Silvio Berlusconi, en mayo del año pasadolarazon

Silvio Berlusconi ya es un hombre libre de forma completa. El ex primer ministro terminó ayer su condena a prestar servicios sociales en una residencia de las afueras de Milán, donde llevaba acudiendo una mañana a la semana desde el 9 de mayo del año pasado para atender a enfermos de Alzhéimer.

Había sido considerado culpable en agosto de 2013 por un delito de fraude fiscal en el llamado «caso Mediaset»: le cayeron cuatro años de prisión, tres de los cuales fueron cancelados por una ley de amnistía y de los doce meses que le quedaban, gracias a un descuento posterior, sólo ha cumplido diez. Se libró de la cárcel por su avanzada edad (78 años) y logró además evitar el arresto domiciliario, aunque la pena le dejó fuera del juego político, pues fue inhabilitado para ejercer cargos públicos. Para Berlusconi el tiempo pasado en la residencia «Sacra Famiglia» fue «una experiencia conmovedora». «Voy a continuar con esta experiencia y con este compromiso», anunció ayer el ex «Cavaliere» una vez terminadas sus últimas cuatro horas de servicios sociales. La pena tenía como fin oficial su reinserción social, por lo que los periodistas le preguntaron si se sentía rehabilitado una vez que había completado su condena. «No», respondió el cuatro veces primer ministro, comentando a continuación que con la Justicia «no se acaba nunca». El día en que puso fin a su condena a servicios sociales, Berlusconi volvía a verse implicado en un caso de prostitución, el proceso abierto en Bari (sur del país) a Gianpaolo Tarantini, quien supuestamente se encargaba de llevarle chicas a las fiestas que organizaba en su casa en 2008 y 2009. El pasado jueves se publicaron las conversaciones telefónicas que mantuvieron Tarantini y el magnate, quien comentaba: «Esta noche tengo aquí a dos niñas, una periodista y una brasileña de 21 años, que me ha llorado al teléfono, diciéndome que me había olvidado de ella. Así que la he hecho venir». En otra llamada, el entonces primer ministro comenta que tiene dolor de espalda, a lo que Tarantini le responde: «Le mando un angelito, así se le pasa».

En las charlas Berlusconi también habla de sus relaciones internacionales, jactándose de que el entonces presidente estadounidense, George Bush, le había dicho que «sólo ha recibido al Papa como a mí». Berlusconi recuperó ayer su libertad pero la presión de la justicia permanece sobre su cogote.

Reuters