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Berlusconi, final del trayecto
Dos décadas después de que arramblara con su entrada en política abriendo un nuevo periodo en la historia contemporánea italiana, el hombre que por más tiempo ha estado en el poder desde entonces dejó ayer de ser parlamentario debido a su condena en firme por evasión fiscal en el «caso Mediaset».
«Arrivederci», Silvio Berlusconi. Dos décadas después de que arramblara con su entrada en política abriendo un nuevo periodo en la historia contemporánea italiana, el hombre que por más tiempo ha estado en el poder desde entonces dejó ayer de ser parlamentario debido a su condena en firme por evasión fiscal en el «caso Mediaset».
Los senadores refrendaron la decisión de la comisión parlamentaria creada para estudiar su caso e inhabilitaron a «Il Cavaliere» para ejercer cargos públicos, como contempla la Ley para los condenados de manera definitiva a más de dos años de prisión. Al septuagenario líder de la derecha italiana le cayeron cuatro años de cárcel, reducidos a uno por una amnistía. Fue muy bronca la sesión parlamentaria en la que se certificó la expulsión del ex primer ministro. Los senadores de su partido, Forza Italia (FI), dilataron sus intervenciones para intentar retrasar lo más posible la votación contra su líder. Bramaban contra la supuesta violación de la Constitución que supondría la aplicación de la normativa aplicada al magnate con efecto retroactivo. Las legisladoras de FI, escenificando lo que para ellas era una jornada de luto, comparecieron en el aula vestidas de negro y con cara de funeral. A las 17:43 horas, el presidente de la Cámara alta, Pietro Grasso, confirmaba la inhabilitación inmediata de «Il Cavaliere».
En lugar de participar en la sesión, el magnate convocó a sus huestes en la plaza que se abre frente a su residencia de Roma, en el centro de la ciudad, para darse un baño de masas. Ante varios miles de amantes del «berlusconismo», quienes enarbolaban banderas de la nueva marca electoral de «Il Cavaliere», éste cargó contra todos. Empezó con los jueces, culpables en su opinión de la situación en que se encuentra a partir de ahora: «Hoy brindan porque han sido capaces de llevar a un adversario, es más, ellos hablan de un enemigo, delante a un pelotón de ejecución. Es un día que esperaban desde hace 20 años». El peligro de la inhabilitación para el magnate italiano es doble: además de perder su presencia directa en la política nacional se queda sin el cierto blindaje que le brindaba su condición de parlamentario. Ahora queda a merced de los procesos judiciales que tiene abiertos como cualquier otro ciudadano en Italia. También atacó a la izquierda e, indirectamente, a su antiguo «delfín», Angelino Alfano, con quien rompió hace dos semanas. El partido de Alfano, Nuevo Centroderecha, le apoyó en la moción del Senado, pero está dispuesto a disputarle el liderazgo de la derecha. Cuando habló de los que le habían abandonado, la plaza bramó con una cascada de insultos y silbidos contra Alfano. «Es un día amargo y de luto para la democracia», comentó el ex primer ministro, asegurando que las sentencias recibidas en primer y segundo grado y, finalmente, por parte del Tribunal Supremo en el «caso Mediaset» exigen «venganza delante de Dios y de los hombres». Las condenas, en su opinión, están basadas «sólo en teoremas y conjeturas» y no cuentan con el sostén de testimonio o documento alguno. Pese al revés sufrido ayer por su retirada del Parlamento, «Il Cavaliere» dice que sigue siendo el líder de «los moderados», como llama él a los votantes de derechas.
Berlusconi tiene dos espejos en los que mirarse: Beppe Grillo y Matteo Renzi. Ambos mandan en sus formaciones aunque no cuenten con un escaño. Grillo, el histriónico líder del Movimiento 5 Estrellas (M5E), lo lleva con orgullo. Además, tampoco puede aspirar a convertirse en candidato debido a una antigua condena. Renzi es, de momento, «sólo» alcalde de Florencia y aunque se espera que sea elegido secretario general del izquierdista Partido Democrático (PD) en las primarias de dentro de dos semanas, seguirá fuera del Parlamento, al menos hasta las próximas elecciones. «No nos retiraremos a un convento, seguiremos aquí», dijo Berlusconi, ataviado con su imagen habitual en estos encuentros: chaqueta y camiseta oscura, sin corbata, tono muy emotivo y voz pastosa por el desgaste físico. El Gobierno de coalición liderado por el socialdemócrata Letta esperaba el resultado, que en cierta forma supone un alivio. De hecho, el lunes Berlusconi anunció la retirada de Forza Italia de la alianza gubernamental por la negativa de la izquierda a apoyarle en la moción sobre su inhabilitación. Aunque numéricamente queda en una situación más precaria, el Ejecutivo gana en tranquilidad, pues se libra del socio que continuamente amenazaba con llevar al país de nuevo a las urnas. La continuidad del Gabinete italiano está garantizada porque Alfano no se ha retirado de la coalición.
Ayer mismo quedó patente la capacidad de supervivencia del Gobierno de Letta al superar cómodamente la votación para aprobar los Presupuestos del año próximo. Letta dijo que el Ejecutivo es ahora «más fuerte y cohesionado» y manifestó su deseo de que los cargos gubernativos de Forza Italia presenten cuanto antes su dimisión. El Senado en estricto cumplimiento de las leyes italianas puso ayer el punto y final a la trayectoria política de Silvio Berlusconi.
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