Oriente Medio
Bin Salman exige a Israel desescalar los conflictos
Arabia Saudí pide respetar la soberanía iraní y no contempla una negociación que no incluya el reconocimiento del Estado palestino
El príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman, pidió ayer a Israel respeto por “soberanía de la hermana República Islámica” y que se abstenga de atacar nuevamente en suelo iraní en la apertura de la cumbre de emergencia árabe-islámica celebrada ayer en Riad. Exactamente un año después los representantes de los países árabes y de mayoría musulmana volvieron ayer a citarse en la capital saudí en el contexto de la doble ofensiva israelí en curso contra Hamás en Gaza -superados los trece meses de operación de castigo de las FDI contra la milicia islamista- e Hizbulá en Líbano y de la reciente reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
En la víspera, el jefe del Estado Mayor del Ejército saudí había viajado a Teherán para fijar posiciones con las autoridades iraníes ante la cumbre de Riad y ante el nuevo escenario internacional abierto tras el regreso del republicano a la Casa Blanca en pleno proceso de normalización de relaciones entre las dos potencias regionales. Una nueva etapa abierta hace más de año y medio gracias a la mediación diplomática de las autoridades chinas que evidenciaron la pérdida de influencia estadounidense en el tapete regional en favor del eje Pekín-Moscú. Aunque Arabia Saudí e Irán siguen enfrentadas por interposición en el escenario de Oriente Medio -como Yemen- y continuarán rivalizando por la hegemonía política y económica, Riad es consciente de los riesgos que acarrearía una conflagración regional a gran escala.
Además, la cita en la capital saudí vino marcada por el anuncio de las autoridades qataríes el pasado sábado de que “paralizan” su actividad mediadora entre Israel y Hamás ante la “la falta de avances” en el camino de un acuerdo para el cese de las hostilidades en Gaza. De la misma manera, la pequeña petromonarquía del Golfo ha sido noticia en las últimas fechas al trascender su decisión de expulsar a los representantes de Hamás -Qatar es el apoyo financiero fundamental del gobierno de los islamistas en Gaza- de su territorio, un extremo posteriormente desmentido por Doha.
Dos fueron los principales mensajes del anfitrión y líder de facto de la monarquía saudí en su discurso de apertura de la cumbre: uno, dirigido a Israel y Estados Unidos, contra nuevos ataques en territorio iraní; otro, más sutil, dirigido a la República Islámica en favor de la soberanía de los países árabes, empezando por la del Líbano. Ello al margen de la prevista condena al “genocidio” de Israel en Gaza”. “Afirmamos que los continuados crímenes perpetrados por Israel contra inocentes y su persistente violación de la inviolabilidad de la mezquita de Al Aqsa vulneran la posibilidad de establecer la paz en la región”, aseveró ayer el príncipe heredero de Arabia Saudí. Finalmente, en la declaración conjunta de la cumbre, los países participantes atribuyeron a Tel Aviv “el fracaso de las negociaciones” para un alto el fuego en Oriente Próximo.
Un mensaje dirigido a Netanyahu, pero, sobre todo, a Donald Trump, en la cuenta atrás de la constitución de la nueva Administración y con el horizonte en la larga posguerra que espera en Gaza, en la cual será imprescindible que Israel y los países árabes acerquen posiciones. El impulsor de Acuerdos de Abraham a finales de 2020 tendrá previsiblemente como uno de los objetivos principales de su segundo y último mandato lograr algún tipo de compromiso entre Riad y Tel Aviv. Bin Salmán dejó claro ayer que, por ahora, no contempla negociación alguna con Israel que no pase por el reconocimiento del Estado palestino.
Por su parte, también con sutileza, el primer ministro libanés interino, Nagib Mikati, pidió “la abstención de la injerencia en sus asuntos internos”, en alusión a la influencia de la República Islámica a través de la mayor de sus fuerzas "proxy" en Oriente Medio, Hizbulá, hoy seriamente castigada tras casi dos meses de dura ofensiva israelí en sus feudos del sur y este de Líbano además de Beirut. Al respecto del Líbano, la cumbre concluyó con tres recomendaciones principales: la implementación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad -que exige la retirada de Hizbulá y de las FDI de la zona comprendida entre el río Litani y la línea azul-, la elección de un presidente -el país de los cedros no tiene jefe de Estado, que debe ser un cristiano maronita, desde octubre de 2022- y apoyar a las fuerzas armadas con objeto de reforzar su soberanía.
Por su parte, el representante de Teherán en la cumbre árabe-islámica, el primer vicepresidente Mohamad Reza Aref, calificó de “terrorismo organizado” los ataques perpetrados del Ejército israelí contra Hamás e Hizbulá. Asimismo, Reza condenó “la opresión, la agresión y el genocidio” israelíes, al tiempo que defendió “el derecho de la nación palestina oprimida a determinar su destino”, según se hizo eco la agencia iraní de noticias Tasnim.
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