Sahel

Burkina Faso cierra 2023 como el año con más muertes por la guerra contra el yihadismo

El número de desplazados internos supera los 2 millones de personas y se percibe un preocupante aumento de masacres de civiles

El líder de la junta militar y presidente de transición de Burkina Faso, Ibrahim Traoré (Foto de ARCHIVO) 29/07/2023
Burkina Faso.- Burkina Faso acusa a Francia de varios intentos de golpe de Estado contra las autoridades de transiciónEuropa Press/Contacto/President Europa Press

El capitán de artillería Ibrahim Traoré tomó el poder en Burkina Faso mediante un golpe de Estado en octubre de 2022, con la intención exclusiva de poner freno a la amenaza yihadista en el país. El centro de su política antiterrorista se basó desde entonces en tres puntos fundamentales: la expulsión de las tropas francesas a cambio de nuevos socios internacionales, el impulso de las fuerzas de defensa popular conocidas como VDP (Voluntarios por la Defensa de la Patria) y la erradicación de cualquier política de diálogo para reinterpretar la narrativa bélica hasta dirigirla hacia una guerra abierta contra el yihadismo y quienes lo apoyan.

Utilizando un discurso de tintes panafricanos y con continuas referencias a Thomas Sankara, buscando nuevos aliados en Moscú, prometió a la población burkinesa una victoria. Todavía la promete. Igual que ha procurado, a partir de su nueva relación con Rusia, una nueva política de autosuficiencia energética y alimentaria en un futuro a corto/medio plazo que encamine definitivamente a su nación hacia la ruta del desarrollo según las directrices que marquen los propios burkineses, y no las naciones europeas u organismos internacionales que considera culpables de las carencias de Burkina Faso. No son pocos quienes señalan a Traoré como un Thomas Sankara reencarnado: un nuevo líder africano para los africanos y que se resiste con una valentía inusitada a las presiones de una Europa depredadora. Así, el capitán al mando de Burkina Faso ha iniciado un proyecto de ley para relegar el francés desde su estatus previo como lengua oficial al de “lengua de trabajo” y ha expulsado a diversos medios galos del país, siendo el último el diario Le Monde.

En la mente de Traoré y en la de sus seguidores, el único culpable de los males de Burkina son los occidentales. Se sustenta en evidencias como el control monetario de París sobre el franco CFA o las políticas neocolonialistas posteriores a los procesos de independencia africanos. Traoré es sobre el papel un verdadero líder africano. Sankara, Mandela y Lumumba reencarnados en un único cuerpo que traerá riquezas, paz y prosperidad a sus ciudadanos.

Sus políticas han traído por lo pronto un aumento de la violencia que se traduce en que Burkina cerrará este 2023 siendo el año con más muertes provocadas por el conflicto, según la base de datos ACLED: más de 7.000, entre civiles y combatientes, frente a las poco más de 4.000 del año pasado. El número de desplazados internos ha aumentado hasta superar los 2 millones de personas y un ambiente de “guerra total” ha traído consigo un repunte de masacres por parte de ambos bandos y nuevos ataques masivos efectuados por los yihadistas. Los diferentes opositores políticos que abogaban por la vía del diálogo como alternativa, entre los que se encuentran Daouda Diallo, Charles Wendpouiré y Issaka Lingani, han sido enviados como combatientes al frente mediante un reclutamiento forzoso. El Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA) incluyó en su último informe a Burkina Faso como uno de los cinco países africanos que más ha descendido en su puntuación democrática, junto con Chad, Mauricio, Guinea Bissau y Túnez, ubicando al país en cuestión en el puesto 157.

Tres masacres con números inexactos

Tres importantes matanzas de civiles tuvieron lugar este 2023, dos de ellas supuestamente perpetradas por las fuerzas armadas burkinesas y una tercera a manos de los yihadistas. El número de víctimas es inexacto en sendos casos, pero se reconoce que el ejército burkinés asesinó en el mes de abril a alrededor de 200 civiles acusados de colaborar con los yihadistas en la localidad de Karma, y a otras 100 en Zaongo, a principios de noviembre. La Unión Europea solicitó una investigación al Gobierno burkinés sobre lo ocurrido en Zaongo pero no ha obtenido respuesta al respecto. Por último, hombres vestidos con uniformes militares pero que se sospecha que se trataban de yihadistas asesinaron igualmente a 30 personas el pasado 8 de diciembre en el mercado de la localidad de Fô, al oeste del país.

Una de las acciones más representativas a la hora de considerar los sucesos en Burkina Faso como una guerra abierta tuvo lugar en la localidad de Djibo, al norte del país, en la tarde del 26 de noviembre. Entonces, alrededor de 3.000 yihadistas atacaron el cuartel militar de la ciudad (asediada desde febrero de 2022), resultando en un violento enfrenamiento que concluyó con la muerte de 400 terroristas, según los datos ofrecidos por la Alianza de Estados del Sahel, y alrededor de 40 civiles asesinados. Lo que podría considerarse como una victoria de Traoré muestra sin embargo la capacidad actual de los terroristas para reunir grandes cantidades de efectivos en un único punto, poniendo en duda la efectividad de su estrategia.

Es una duda. La falta de información respecto a lo que sucede en las zonas de combate (los periodistas que no sean afines al régimen tienen prohibido el acceso a las zonas rojas), así y como la escasez de medios independientes que pongan en duda el discurso recargado de propaganda gubernamental, se encargan de alimentar esta duda mortífera. Los números no engañan:las represiones políticas, la violencia, los desplazados, los ataques, las masacres y las muertes han aumentado en Burkina Faso durante el 2023. Que lleven a la victoria del Estado sobre el yihadismo, que las muertes y el horror tengan una utilidad real, tal y como asegura Traoré en cada uno de sus discursos, esa es la duda que se mantiene, pese a que siempre quepa el beneficio de la duda.

Con motivo del 63º aniversario de la independencia de Burkina Faso, Ibrahim Traoré pronunció un discurso dirigido a la nación en el que destacan las siguientes declaraciones y que revelan sus intenciones en el ámbito económico y militar:

“Les dimos a los terroristas la oportunidad de deponer las armas. Los que lo entendieron, entendieron. Los que no comprendieron el mensaje, no les queda más que una cosa, es la muerte, porque les vamos a dar la muerte que desean. Verán el infierno en la tierra antes de reunirse en el más allá, si tienen esa suerte, porque los carroñeros harán con ellos su festín”.

“Si alguien quiere importar 10.000 millones [de francos CFA] en arroz, vamos a obligarle a pagar 2.000 millones en un proyecto de empleo juvenil”.

El terrorismo que se nos ha impuesto no es más que una manifestación violenta del imperialismo [en referencia a la supuesta complicidad de Europa con los yihadistas]”.

“Estos imperialistas, además de saquear nuestros estados, además de despojarnos a través de los lacayos locales que ponen a la cabeza de nuestros estados, estados que consideran como su prefectura, han llegado hoy al punto culminante de enviar una orden criminal que mata a hombres, mujeres y niños. Suponemos que este es el apogeo del imperialismo y del neocolonialismo”. El valiente pueblo de Burkina Faso les acompañará en su declive”.

En el mismo discurso culpó a los “estados imperialistas” de bloquear el envío de armamento con destino a Burkina Faso, anunció que se intensificará la guerra contra el yihadismo y expresó su deseo de crear una economía alimentaria autosuficiente que esté basada en la agricultura. Son palabras que se enfrentan a diario con la realidad burkinesa.