Cumbre de la Celac
La UE busca ganar influencia en América Latina para frenar la irrupción de China en la región
Sesenta países de ambos lados del Atlántico se citan este lunes con la ambición de modernizar y reforzar la relación y estrechar la cooperación, tras ocho años sin reunirse sus líderes
Bruselas se dispone a desplegar la alfombrar roja para celebrar la cumbre con los países de América Latina y el Caribe (CELAC). Un encuentro que según el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, se trata de un «imperativo estratégico» ante el orden geopolítico actual. La última vez que tuvo lugar una cita de estas características fue hace ocho años y, según fuentes diplomáticas, la propia celebración del encuentro ya es un éxito en sí misma.
La creciente influencia de China preocupa cada vez más a la Unión Europea que se ha dado cuenta de que no puede dejar esta parte del mundo a su suerte mientras otros extienden sus tentáculos de influencia. Pero, a pesar de que se espera una participación masiva y que al menos 25 o 26 Estados latinoamericanos de los 33 invitados tendrá representación a nivel de jefe de Estado o de Gobierno, esta cumbre ha quedado ya ensombrecida por las fuertes discrepancias sobre Ucrania.
Aunque fuentes diplomáticas intentan quitarle hierro al asunto y señalan «la fuerte convergencia» de la mayoría de los países congregados en las votaciones de las resoluciones de Naciones Unidas, las diferencias son evidentes. Ya en el año 2014, Cuba y Nicaragua reconocieron al anexión rusa de Crimea a pesar de que este movimiento fuese tachado como ilegal por EEUU y la UE y Brasil ha declarado su neutralidad y se ha negado a condenar la invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladimir Putin. Su presidente, Lula da Silva, incluso se ha ofrecido como mediador en el conflicto y ha asegurado que «Zelenski es tan responsable como Putin».
El propio Volodímir Zelenski tenía pensado asistir a esta cumbre tras la invitación del presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, pero según él mismo aseguró en una entrevista con medios españoles, su presencia fue vetada por varios líderes latinoamericanos. Fuentes diplomáticas confirman la ausencia del presidente ucraniano pero se escudan en la necesidad de centrar la cumbre en la «agenda de revitalización» entre la UE y los países de Latinoamérica y el Caribe.
A pesar de los intentos de calmar las aguas, lo cierto es que las mismas fuentes no pueden ocultar las dificultades para cerrar el texto definitivo de la declaración final y puede que los últimos detalles hayan sido acordados poco antes de que el lector lea estas líneas. Estaba previsto que las negociaciones se prorrogaran durante todo el fin de semana.
En toco caso, se espera que esta cumbre de luz verde a la puesta en marcha de un mecanismo de cooperación permanente de funcionarios que haga seguimiento de los acuerdos que se tomen en cumbres de alto nivel cada dos año. Según explican fuentes diplomáticas, se trata de crear los cauces necesarios para un diálogo permanente de cara a responder a las crisis que se presenten en el mundo, en un tablero internacional más agitado que nunca marcado por la guerra fría entre China y EEUU.
Por ejemplo, se podía haber convocado una reunión con estos países tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia si existiera este formato, como una forma de que estos conocieran de primera mano cual iba a ser la respuesta europea y contrarrestar cualquier intento de propaganda rusa.
También presenta dificultades las alusiones a la financiación de la mitigación del cambio climático. La UE está dispuesta a evaluar la propuesta del presidente colombiano, Gustavo Petro, de reestructurar el sistema financiero global para adoptar el cambio de deuda extranjera por acción climática.
Otro asunto que aún no estaba cerrado era una referencia a las reparaciones y una condena a la esclavitud; fuentes europeas confiaron en que recoja el lenguaje de la declaración de Durban de la ONU, que ya iba en ese sentido, y consideraron que finalmente este tema no sería un obstáculo para cerrar la declaración.
La otra parte de la estrategia de la Comisión Europea reside en promover el cierre de los acuerdos comerciales, con especial atención a Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), la joya de la corona. Aquí China también está jugando con maestría sus cartas y ha multiplicado sus inversiones en sectores estratégicos de Latinoamérica, hasta el punto de poner en marcha una nueva ruta de la seda.
Consciente de esto último, en los últimos meses, se han multiplicado los viajes de políticos europeos a la región. De hecho, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se desplazó a mediados de junio a Brasil, Argentina, Chile y México.
El acuerdo de Mercosur se firmó entre la dos partes en 2019, pero su ratificación está pendiente por temores tanto de parte Europea como al otro lado del Atlántico. Francia se opone por la situación de sus agricultores y ganaderos con esta liberalización comercial y en el otro lado del Atlántico también preocupan ciertas condiciones medioambientales que exige el club comunitario.
No se trata de renegociar el acuerdo en su conjunto, pero si de pactar ciertas salvaguardas. Resucitar Mercosur no parece tarea fácil. El pasado mes de abril la UE envió un documento adicional en el que aparece incluida la nueva normativa comunitaria en la que los Veintisiete cierran la puerta a las importaciones procedentes de zonas deforestadas y que incluyen el cacao, el café, la madera, el caucho, el aceite de palma, la carne de vacuno, el chocolate y la soja, entre otros productos. La UE confiaba en que los países de Mercosur enviaran a finales de junio un documento de respuesta a los europeos, pero este texto sigue sin llegar.
Fuentes diplomáticas siguen confiando en que esta cumbre sirva como impulso político, aunque el trabajo técnico continúe entre bambalinas, y el objetivo sigue siendo poder desatascar el acuerdo a finales de este año. Bruselas tema que si la UE no es capaz de llegar a un pacto con con estos países, Pekín se adelante. En la parte europea también se lamenta la falta de estructuras adecuadas de diálogo con los países de la CELAC, lo que complica el diálogo.
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