Reino Unido

Caos en Westminster por la votación sobre un alto el fuego humanitario en Gaza

Los «torie» critican al presidente del Parlamento británico por permitir votar una enmienda laborista

Lindsay Hoyle, presidente del Parlamento británico
Lindsay Hoyle, presidente del Parlamento británicoJESSICA TAYLORAFP

El debate celebrado en Westminster sobre la situación en Gaza no iba a solucionar el conflicto en Oriente Medio. La moción sobre el “alto al fuego inmediato” ni siquiera era vinculante. Pero ha creado una importante crisis en la política británica con peticiones de dimisión para el presidente de la Cámara de los Comunes - conocido como Mr. Speaker- y la intervención del líder de la oposición laborista, Keir Starmer -llamado a ser el próximo primer ministro, según las encuestas- negando las acusaciones de amenazas. No se vivía un caos similar desde los turbulentos años de negociaciones del Brexit.

Al cierre de esta edición, más de 60 parlamentarios habían pedido la dimisión de Lindsay Hoyle -Mr. Speaker y antiguo diputado laborista- acusándole de romper la neutralidad que se le presupone al puesto por aceptar una enmienda laborista que, de no haber sido elegida para trámite, habría causado una gran rebelión entre las filas de la oposición contra su líder sobre una cuestión que despierta profundas divisiones en la formación que lidera los sondeos de cara las generales previstas para otoño.

La polémica comenzó el miércoles por la noche cuando la Cámara de los Comunes debía votar la moción presentada por los independentistas escoceses del SNP donde se pedía un “alto el fuego inmediato” en Gaza y se acusaba además a Israel de infligir “un castigo colectivo” a los palestinos.

Esto suponía un verdadero problema para Starmer. El pasado noviembre, su petición inicial reclamando una “pausa humanitaria” en lugar de un “alto el fuego” tras el ataque terrorista de Hamás, causó grandes críticas entre la población británica musulmana, un sector clave de su electorado, y una rebelión entre sus propias filas con casi una docena de dimisiones.

Recientemente había cambiado su discurso, recalcando que el conflicto “debe terminar ya”. No obstante, el líder de la formación laborista -donde dos de sus miembros han protagonizado recientemente una polémica por acusaciones de antisemitismo- no comulgaba con la parte del texto que acusaba a Israel de infligir “un castigo colectivo” a los palestinos, porque eso suponía acusarles de violar la ley internacional.

De ahí que presentara una enmienda respaldando un “alto el fuego inmediato”, pero con condiciones, como entrega de rehenes. De esta manera, Starmer pretendía evitar otra rebelión de sus filas.

Y esto podría haber sido el fin de la cuestión, si no fuera porque, a última hora, el Gobierno conservador no hubiera decidido utilizar las reglas parlamentarias para explotar legítimamente las dificultades de los laboristas, presentando su propia enmienda pidiendo una “pausa humanitaria inmediata”.

Estrategias de este tipo están permitidas, ya que se trata de hacer valer cuán unido (o desunido) está un partido y cuál es la legitimidad de su líder. Cuando el Gobierno presenta una enmienda en estas circunstancias, el Mr. Speaker la acepta rechazando la de la oposición. Eso habría obligado a los parlamentarios laboristas a elegir entre respaldar la postura del SNP o dar la impresión de que estaban retrocediendo ante los llamamientos a un alto el fuego.

Sin embargo, rompiendo con la convención establecida, el Mr. Speaker eligió también para votación la enmienda laborista, una controvertida decisión que se tomó justamente después de mantener una reunión con Starmer. La situación llevó a muchos parlamentarios a abandonar la cámara en señal de protesta.

El líder laborista negó ayer amenazadas. “Simplemente le urgí a asegurarse de que tuviéramos el debate más amplio posible”, matizó. Por su parte, el Mr. Speaker justificó su decisión con el argumento de que quería que quedaran representados mediante las tres mociones el máximo de puntos de vista y para proteger la integridad de los diputados que son atacados según cómo se posicionan en este asunto que tantas divisiones crea en una sociedad tan multicultural como la británica. Pero su futuro está más que cuestionado.

El premier Rishi Sunak calificó de “muy preocupante” la gestión del presidente de la Cámara de los Comunes. “Parece que los procesos habituales y la forma en que funciona la Cámara de los Comunes cambiaron. Ahora tengo entendido que el presidente se ha disculpado por eso y va a reflexionar sobre lo sucedido”, matizó.