Asia
Un ex capitán americano explica por qué EEUU perdería en una guerra naval ante la armada china
Sam Tangredi analizó 28 batallas navales en su estudio para determinar que Pekín vencería a EEUU en una hipotética contienda marítima
Sam Tangredi, director del Instituto de Estudios de Guerra Futura en el Colegio de Guerra Naval de EE UU y excapitán de la Armada estadounidense, ha publicado un estudio en la revista del Instituto Naval de EEUU (USNI), en el que explica por qué Estados Unidos perdería en un hipotético conflicto naval contra China. El argumento principal es la superioridad numérica de la Armada de Pekín frente a la Fuerza Naval americana.
Desde hace tiempo, el gigante asiático ha logrado sobrepasar en número de barcos a su rival. En un informe del Pentágono se establece que a finales de 2021 China tenía 355 barcos (incluidos submarinos), mientras que la flota de EEUU se compone de 295 embarcaciones de guerra. El Departamento de Defensa de EEUU calcula el crecimiento de hasta 400 barcos en la flota en los próximos dos años, mientras que el Pentágono pretende tener 350 barcos tripulados para 2045, según el Plan de Navegación 2022 de la Armada norteamericana.
Más allá del número de barcos, existe un consenso en que la capacidad tecnológica de los buques americanos es muy superior a la de los chinos, que solo tienen tres portaaviones frente a los once de su rival americanos. Uno de ellos, el USS Gerarld Ford, acaba de regresar recientemente a Estación Naval de Norfolk, en Virginia, tras realizar ejercicios con países aliados y socios, incluido España.
Tangredi sostiene que no se trata exclusivamente de una superioridad numérica. Una guerra naval contra Pekín se llevaría a cabo en el Pacífico occidental, en aguas cercanas a China, y dentro del rango de las fuerzas aéreas y de los misiles de largo alcance del Ejército Popular de Liberación. Recientemente, el gobierno estadounidense ha confirmado que el misil balístico chino de alcance medio (MRBM) hipersónico DF-17 es también un arma nuclear diseñada para destruir bases en el Pacífico.
Es verdad que Estados Unidos tiene decenas de miles de soldados desplegados en países como Japón, Filipinas y Corea del Norte haciendo tapón frente a las costas de China, pero ningún experto niega el rápido desarrollo tecnológico-militar y el crecimiento numérico de la Armada del gigante asiático en las últimas dos décadas. “Los líderes estadounidenses deben preguntarse hasta qué punto están dispuestos a apostar por la superioridad tecnológica, no numérica, en esa lucha”, escribió ex capitán estadounidense.
Tangredi, autor de libros como “Globalization and Maritime Power” y “Anti-Access Warfare: Countering A2/AD Strategies”, ha estudiado 28 guerras navales a lo largo de la historia, incluidas algunas de la antigüedad como las guerras greco-persas del año 500 a. C.. En todas ellas, señala el experto, la superioridad tecnológica solo sirvió para vencer a armadas más numerosas en tres ocasiones. Es decir, en 25 batallas la flota más numerosa se alzó vencedora frente a la armada tecnológicamente superior y con tripulaciones mejor entrenadas.
El experto ejemplifica su teoría recurriendo a las guerras napoleónicas, cuando los ingleses dominaron la guerra en el mar debido a una flota más grande. “Los buques de guerra franceses eran superiores en la tecnología de diseño y construcción de barcos, pero en última instancia, fue la gran cantidad de barcos de la Royal Navy lo que impidió que Napoleón cruzara el canal”, escribe Tangredi en su artículo.
Tecnología japonesa
Un ejemplo más cercano en el tiempo hace referencia a lo sucedido en la región del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, donde la tecnología japonesa fue inicialmente mejor que la estadounidense, según Tangredi. “El Japón imperial entró en la guerra con tecnología superior como la representada por el caza Zero, el torpedo Long Lance y los torpedos aéreos capaces de atacar en aguas poco profundas”, dice el experto. Sin embargo, “fue el poder de la industria americana y el tamaño de la flota estadounidense (particularmente su logística y sus barcos anfibios) lo que logró la victoria sobre la armada imperial japonesa”.
Alessio Patalano, profesor de guerra y estrategia en el King’s College de Londres, explicó tras leer el informe de Tangredi que no solo importa la capacidad numérica sino la industria naviera capaz de reponer las bajas en una guerra. “En la guerra naval, el desgaste es real, por lo que la capacidad de reemplazo es vital”, dijo el experto. Cabe recordar que China posee actualmente seis astilleros en la lista de las diez principales empresas de construcción naval del mundo en 2021. Recientemente, Yangzi Xinfu Shipbuilding ha lanzado dos portacontenedores megagrandes con una capacidad de 24.000 TEU, unidad de medida utilizada en el comercio exterior para calcular la capacidad de carga de los contenedores.
Un alto mando de EEUU protesta
James Fanell, ex director de inteligencia de la Sexta Flota de Estados Unidos, en un informe de 2018 presentado ante el Congreso de EEUU, indicó que China desarrolla una Armada dos veces más grande que la de Estados Unidos y podría reemplazarla como la principal potencia marítima mundial.
Mark Cancian, asesor del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), ha asegurado que “a corto plazo, la Marina de EEUU está retirando barcos más rápido de lo que los está construyendo, por lo que la flota en realidad se está volviendo más pequeña”. Según Cancian, el plan naval de EEUU “señala que su mayor prioridad es la modernización en lugar del tamaño de la flota, lo que indica que la expansión será una prioridad menor”.
China está construyendo cinco nuevos destructores de misiles guiados, una señal interpretada por expertos norteamericanos como la determinación de desplegar una armada totalmente moderna para rivalizar, y quizás algún día superar, a la de Estados Unidos.
Hace tres semanas, Daryl Caudle, al frente del Comando de las Fuerzas de la Flota de EEUU, mostró su desazón por los retrasos en la entrega de armamento. “Necesito misiles SM-6 entregados a tiempo. Necesito torpedos Mk-48 entregados a tiempo. Estamos hablando de la guerra, la seguridad nacional y de un competidor aquí y un adversario potencial [China] que no se parece a nada que hayamos visto antes. No podemos perder el tiempo con estas entregas”.
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