El Futuro de Venezuela
Caracas «toma posesión» sin Chávez
El Gobierno busca legitimar su maniobra con un baño de masas. Tres presidentes iberoamericanos acudieron a la investidura virtual
El Gobierno venezolano, capitaneado por el vicepresidente Nicolás Maduro, intentó legitimar ayer lo que muchos denominan golpe de Estado encubierto sacando a la gente a la calle. Y en esto de las movilizaciones son realmente buenos. Decenas de miles de ciudadanos invadieron el centro de Caracas para demostrar su apoyo a Hugo Chávez, hospitalizado en Cuba desde hace un mes e incapaz ayer de regresar a prestar juramento, como está previsto por la Constitución tras su reelección en octubre.
La maquinaria chavista se puso a todo gas para traer a la capital a cientos de autobuses procedentes del interior del país. Desde primera hora seguidores del comandante se acercaron a las inmediaciones de Miraflores repitiendo consignas de apoyo al gobernante y de aprobación por la decisión del Supremo de permitir el aplazamiento de la toma de posesión presidencial para cuando Chávez esté recuperado. Las imágenes aéreas de la televisión mostraron al mundo una verdadera marea roja que avanzaba hacia el centro por la avenida Urdaneta. La mayoría de manifestantes llevaban vestimentas de este color que representa al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela.
A la concentración se unieron personas mayores y mujeres con sus bebés en brazos, portando banderas venezolanas y retratos del «comandante», operado por cuarta vez el 11 de diciembre en La Habana. Por el escenario instalado en la avenida Urdaneta, debajo del balcón presidencial, desfilaron los líderes de la revolución, pero también los presidentes de Uruguay, José Mujica; Bolivia, Evo Morales, y Nicaragua, Daniel Ortega, además de los ministros de turno.
Durante su intervención, Maduro utilizó la palestra para atacar a la oposición: «Se podrían tomar acciones legales muy contundentes» y pidió a los adversarios del oficialismo no caer en «tentaciones golpistas». «Por ahí algunos gobernadores han salido a declarar jugando con las palabras, nosotros les decimos a ellos dejen el guabineo [actitud dubitativa]. Si ustedes no reconocen al Gobierno legítimo en funciones del presidente Chávez, nosotros estamos evaluando legalmente acciones muy contundentes», señaló.
«Cuidado, se meten en aventuras golpistas y desestabilizadoras. Se lo decimos por si acaso, porque es mejor cuentas claras que, en este caso, conservan enemistades, pero las conservan, aquí en el marco del respeto la Constitución», agregó.
Varias notas destacaron el particular acto de «no investidura». Por ejemplo, nunca se había visto tantos miembros de la Milicia Bolivariana marchar por la capital. Abuelos y mujeres ataviadas con uniformes de guerrilleros y sus caras pintadas de verde oliva. No llevaban armas, solo cantimploras de plástico. Detrás, iba un cuerpo nuevo a caballo, también perteneciente a las milicias. Un despliegue que muchos interpretaron como una demostración de fuerza, orientada a la oposición.
«Lo que podía ser un traspié político –la primera vez que algo parecido pasa en la historia del país–, los chavistas quieren aprovecharlo: rodilla en tierra con el comandante», explica a LA RAZÓN el constitucionalista José Vicente Haro, quien fue asesor de la oposición durante la elaboración de la Carta Magna en 1999.
«Es una decisión inconstitucional que no sigue los pasos exigidos por la Constitución para garantizar la gobernabilidad», precisó. Según Haro, a partir de ayer, «el Gobierno está deslegitimado democráticamente, constitucionalmente y políticamente». «Para que el vicepresidente y los ministros puedan seguir en el cargo es preciso el nombramiento explícito del presidente electo y juramentado», afirmó. Ayer también quedó claro que los chavistas no tienen el corazón partido. Cuando se les pregunta a quién preferían todos se decantaban por su presidente, dejando de lado a Maduro. De hecho muchos pensaban que durante este nuevo periodo, él que seguirá gobernando desde Cuba será el propio Chávez. En la Plaza de Bolívar una mujer de unos 40 años se pinta la cara con los colores de la bandera venezolana. «Por solo cinco bolívares –un dólar–, llevo a la República en mi rostro», exclama. Ella lo tiene claro, «Chávez es único, Maduro sólo le sucedería si llegase a pasarle algo», pero rápidamente corrige su versión «igual eso nunca va a suceder».
Las emociones son contradictorias. Aunque muchos aprecian la lealtad de Maduro, otros lo acusan de ser una imitación de Chávez. «No sabemos quién es el hombre», dijo Teobaldo Morales, un médico de 43 años. «Parece estar leyendo el guión que le dieron. Cuando lo escucho, me parece que estoy oyendo a Chávez. A mí el que me enamora es Chávez», afirma. Tan importantes ayer fueron las presencias como las ausencias. Aparte de los tres jefes de Estado latinoamericanos mencionados, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, envió una «carta de solidaridad». También desde Cuba las FARC expresaron su apoyo a Chávez. Más cautos y distantes con el singular homenaje se mostraron los gobiernos de Colombia, México, Chile o Brasil que no ocultan su preocupación por el futuro del país.
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