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La presión diplomática y económica sobre Rusia continúa intensificándose, mientras se mantiene en el aire la posibilidad de un alto el fuego que ponga fin, al menos de forma temporal, al conflicto con Ucrania, tres años después de su inicio en 2022. En respuesta a la invasión rusa, países occidentales -incluidos Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea- impusieron un amplio abanico de sanciones que abarcan desde medidas económicas hasta restricciones individuales y diplomáticas.
Estas sanciones han obligado a Moscú a reorganizar su estrategia comercial, especialmente en lo que respecta a la exportación de petróleo. Para esquivar las restricciones, Rusia ha recurrido a una red conocida como la "flota en la sombra", compuesta por antiguos petroleros que navegan bajo banderas de conveniencia y transportan crudo hacia mercados menos regulados, muchas veces sorteando las sanciones internacionales.
Uno de estos buques fue protagonista de un incidente significativo la semana pasada que ha despertado preocupación en la OTAN. Según las Fuerzas de Defensa de Estonia, el pasado 13 de mayo se intentó establecer contacto con el Jaguar, un petrolero sancionado por el Reino Unido a principios de mes. En medio del operativo, un caza ruso SU-35 fue avistado sobrevolando el barco, presuntamente para ofrecerle protección, ya que el navío intentaba eludir la vigilancia aliada e ingresó sin autorización en el espacio aéreo de Estonia.
Ante la negativa del buque a cooperar, y el cruce del caza ruso, las fuerzas aliadas desplegaron al menos un MiG-29 polaco para interceptarlo. Aunque la situación no derivó en un enfrentamiento directo, el incidente ha sido interpretado como un giro estratégico por parte del Kremlin, al evidenciar un vínculo directo entre la flota fantasma y las fuerzas militares rusas, que hasta el momento se ha tratado de disimular.
El medio estadounidense CNN recogió las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna, quien calificó el episodio como "algo muy novedoso", al haber "vinculado y conectado oficialmente" a la flota en la sombra con el aparato militar ruso. Por su parte, el investigador del Royal United Services Institute (RUSI), Ed Arnold, señaló a CNN que la presencia del SU-35 podría indicar "un cambio radical en la mentalidad del Kremlin", mostrando una mayor disposición a asumir riesgos en la defensa de sus intereses energéticos.