Aviación

Así es el increíble cementerio de Estados Unidos donde los aviones pasan a mejor vida

El mayor cementerio de aeronaves del mundo se encuentra en pleno desierto de Arizona, custodiados por el 309º Grupo de Mantenimiento y regeneración aeroespacial del Ejército de EE UU

Vista del imponente 309º Grupo de Mantenimiento y Regeneración Aeroespacial, comúnmente conocido como «el cementerio»
Vista del imponente 309º Grupo de Mantenimiento y Regeneración Aeroespacial, comúnmente conocido como «el cementerio»photo via 309th AMARG

El 309º AMARG (Grupo de Regeneración y Mantenimiento Aeroespacial) es el cementerio de aviones más grande del mundo y se encuentra en Estados Unidos. En sus más de 10 kilómetros cuadrados de extensión descansan en paz cerca de 4.000 aeronaves de 80 tipos diferentes, cada una con una historia que contar. La imagen a vista de pájaro de la enorme explanada, con sus difuntos artefactos perfectamente colocados o lo que queda de ellos, da la sensación equívoca de que se trate de aviones de papel. A pie de desierto, uno descubre artefactos que batallaron durante la Segunda Guerra Mundial, aviones más modernos que ha utilizado la Fuerza Área de EE UU durante los últimos años e incluso naves espaciales utilizadas por la NASA.

Pasear entre las difuntas aeronaves es un viaje por la historia bélica del país. Se encuentran modelos como el B-52 Stratofortress, un icónico bombardero de la Guerra Fría, ahora convertido en chatarra para cumplir con el Tratado de reducción de Armas Estratégicas (START) de 1991. Tras ser despojado de sus motores y otras partes que podrían reutilizarse, el artefacto pasó por la guillotina del verdugo, una hoja de acero de más de 6.000 kilos levantada por una grúa, que lo dividió en cinco partes.

Aquí también descansan modelos del cazabombardero supersónico F-4 Phantoms de la guerra de Vietnam. Aunque, sin duda, el más destacado es el avión de cargaC-5M Super Galaxy que, a pesar de que suene a una última versión de teléfono móvil, se trata de una de las aeronaves más grandes de mundo con una longitud similar a la de un campo de fútbol y la altura equivalente a un edificio de 6 pisos. Valorado en 268 millones de dólares, está propulsado por cuatro motores turboventiladores que se montan debajo de sus alas. Es el avión más grande con el que cuenta el Ejército de EE UU en su flota, por eso presume de tener todavía 52 unidades activas. Fue diseñado para transportar grandes y pesadas cargas, incluidos más de 90 soldados y hasta dos tanques de batalla.

En el cementerio situado en la base área Davis-Monthan, de Tucson, en Arizona, trabajan cerca de 600 personas que documentan y almacenan correctamente los «cadáveres» que llegan. También velan por los 7.000 motores que descansan allí y las más de 400.000 piezas reutilizables, muy útiles para cuando las aeronaves vivas «pasan por boxes». Porque aquí no solo hay aviones inertes, también se almacenan repuestos para alargar la vida de los que aún siguen surcando los cielos, lo que ha permitido ahorrar millones de dólares al Ejército.

Que los aviones vengan a morir a esta parte del país no es casual. El clima seco de Arizona y sus inviernos moderados frenan la degradación de las aeronaves, lo que permite que sus piezas se mantengan en buen estado y puedan ser reutilizadas. Para su mejor conservación, los motores y ventanas se cubren con cinta adhesiva que evita que la arena y la suciedad del desierto los invada y así puedan almacenarse durante años.

Antes de «su funeral» son inspeccionados y el exterior de la cabina, las tomas de aire del motor y otras aberturas se sellan con una fina capa de Spraylat, un revestimiento a base de látex para superficie no porosas y fácil de retirar, que actúa como protector temporal. La fina capa de color blanco refleja el calor solar permitiendo que el avión se mantenga a casi la misma temperatura que el exterior.