Venezuela sin Chávez
Chávez, sine die
El Tribunal Supremo avala la continuidad del Gobierno venezolano pese a la ausencia del presidente en la toma de posesión prevista para hoy
Como se esperaba, el Tribunal Supremo de Justicia le dio la razón en todo al oficialismo. Según informó su presidenta, Luisa Estella Morales, la sala no encontró ni siquiera «ausencia temporal» del líder bolivariano, ya que se encuentra con permiso de la Asamblea Nacional para tratarse en Cuba. El TSJ determinó que por no ser el primer mandato de Chávez, el país vive «una continuidad institucional administrativa. Al tratarse de una reelección, no es un nuevo presidente, sino que es el mismo que el pueblo aprobó de manera soberana». «La Constitución venezolana señala que hay dos oportunidades para la jura presidencial. Si no puede el 10 de enero ante la Asamblea Nacional, puede hacerlo frente al TSJ, pero el texto no determina el modo ni el cuándo», añadió la jueza, para luego precisar que «es prescindible el acto de juramentación como formalidad de un ejercicio tradicional».
La presidenta del alto tribunal también hizo alusión a la delicada situación del mandatario venezolano y consideró que «necesita tiempo para cuidar su salud y se ha considerado el alto nivel de los derechos humanos y la Justicia que demuestra la Constitución de la República de Venezuela». Sobre la posibilidad que Chávez pueda asumir en La Habana, señaló que «no están planteadas para el tribunal las condiciones de tiempo, lugar y modo para la asunción, pero sabemos que la asunción es necesaria y se va a cumplir».
Respecto a la exigencia de la oposición y la Iglesia católica de publicar informes alternativos a los comunicados oficiales sobre el estado de salud de Chávez, la magistrada sostuvo que «no existen méritos para convocar una junta médica en este momento». Según explicó Morales, la decisión del tribunal de aplazar la jura se asienta sobre la condición de que «hay continuidad en la Administración y el Ejecutivo está perfectamente constituido». «El fin del mandato no puede ser considerado como una falta absoluta», subrayó.
De ese modo, Venezuela entró ayer en una suerte de transición política dominada por la incertidumbre sobre el futuro de Chávez, con un tenso y a ratos simulado juego de fuerzas entre sus seguidores, los militares que le han acompañado, sus opositores y el interés de sus aliados internacionales. En apariciones conjuntas ante sus seguidores, el vicepresidente, Nicolás Maduro, a la cabeza del Poder Ejecutivo, y Diosdado Cabello, presidente de la unicameral Asamblea Nacional, se mostraron unidos. Según pudo saber LA RAZÓN de altos mandos militares que permanecen apostados en el Hotel Intercontinental para proteger a los presidentes que llegarán hoy a Caracas para la «no investidura».
Por su parte, Maduro, Cabello y otros colaboradores estrechos de Chávez se reunieron secretamente en La Habana en los últimos días de 2012 y primeros de este año. Allí habrían convenido la estrategia a seguir mientras el presidente reelecto permanezca enfermo. Es también la tesis del coordinador del partido opositor, Primero Justicia, Julio Borges: en Venezuela se gobierna desde La Habana. «La decisión de que Maduro dirija el país la tomaron los hermanos Castro y los servicios de inteligencia de Cuba. No hay que olvidar dónde está Chávez, las ingentes cantidades de petróleo que regala a la isla, y que el vicepresidente es el niño mimado del régimen cubano», afirma Borges a este diario. Por tanto, la batuta la llevará Maduro, el gran beneficiado de la «flexible» interpretación de la Constitución que ha hecho el Gobierno y el «depurado» Tribunal Supremo. Los analistas ven continuismos y un país estancado, ante la falta de un líder verdadero que sepa dirigirlo.
A las críticas de la oposición se sumó el Grupo de Profesores de Derecho Público de las Universidades de Venezuela, que calificó de «grave inconstitucionalidad» la prolongación del periodo presidencial a partir de hoy. En un comunicado, los docentes señalaron que la única vía para que Chávez se convierta en presidente en ejercicio es la toma de posesión prestando juramento ante la Asamblea, y argumentan que el periodo presidencial es de seis años y que éste es «fijo e improrrogable». La solución, explican, es que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, asuma temporalmente el cargo por noventa días, prorrogables por otros tres meses mediante decisión del Parlamento.
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