Relaciones Estados Unidos-China

Trump "ordena"a las empresas de EEUU salir de China y anuncia nuevos aranceles

El presidente de EEUU anunció un aumento inminente de los aranceles para las importaciones procedentes de China, horas después de que el Gobierno chino anunciase una medida similar.

Donal Trump y Xi Jinping durante su reunión el pasado mes de junio/Ap
Donal Trump y Xi Jinping durante su reunión el pasado mes de junio/Aplarazon

El presidente de EEUU anunció un aumento inminente de los aranceles para las importaciones procedentes de China, horas después de que el Gobierno chino anunciase una medida similar.

Donald Trump respondió a la subida de aranceles por parte de China con una batería de tuits amenazantes y una promesa. Responderá al reto de Pekín y, de paso, espera que las empresas de EE UU abandonen el país asiático y lo sustituyan por otros afines. Incluso mejor, anima a las grandes compañías estadounidenses a regresar a suelo patrio. Sus palabras, de una virulencia inusitada incluso para quién domina como pocos el arte del improperio, provocaron la caída de Wall Street. En el momento de redactar estas líneas, el Dow Jones caía un 2,37%.

«Nuestro país ha perdido, estúpidamente, miles de dólares con China muchos años», escribió Trump. «Han robado nuestra propiedad intelectual a razón de cientos de miles de millones de dólares al año, y quieren continuar haciéndolo. ¡No dejaré que eso suceda! No necesitamos a China y, francamente, estaríamos mejor sin ellos».

La violencia de la parrafada tiene que ver con la sorpresa de que China haya roto por su cuenta lo que a todas luces parecía una especie de tregua, pero también, o sobre todo, con la endeble proyección de los indicadores a medio plazo. La Casa Blanca teme, justificadamente, que la economía dé muestras de fragilidad, con lo que eso supone de cara a las elecciones presidenciales de 2020. Por si acaso, Trump dejó muy claro quién cargará con las culpas. «Las enormes cantidades de dinero que China roba a Estados Unidos año tras año, durante décadas, DEBEN DETENERSE». Es justo entonces, aunque no concrete cómo, que «ordena a las grandes compañías estadounidenses que comiencen inmediatamente a buscar una alternativa a China, que incluya traer las fábricas a CASA y elaborar sus productos en EE UU», escribió.

En represalia, Trump anunció que «a partir del 1 de octubre, los 250.000 MILLONES DE DÓLARES de bienes y productos procedentes de China, que actualmente están gravados con un 25%, estarán gravados con un 30%». Además, el mandatario informó de que los 300.000 millones de dólares restantes de importaciones chinas, que estaban sujetas a partir del 1 de septiembre a aranceles del 10%, ahora estarán gravadas con un 15%.

Trump concluyó que quizás se trate oportunidad única para la economía de EE UU. De paso aseguró que había solicitado a todas las empresas de paquetería que operan en América, y al Servicio Nacional de Correos, para que extremen su búsqueda de Fentanilo desde China («¡o en cualquier otro lugar!», añadió. Fue así que ligó la incipiente guerra comercial con China con la crisis de opiáceos que sufre el país . «El fentanilo mata a 100.000 estadounidenses al año. El presidente Xi dijo que esto se detendría, no lo hizo». Minutos antes, por si restaba alguna duda de la opinión que le merece el Gobierno chino, se preguntaba quién es peor «enemigo» de EE UU, si el presidente Xi o el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, transformado en bestia negra por sus decisiones sobre los tipos de interés.

En cuanto a China, enfatizó que, en su opinión, la economía asiática vive momentos de gran incertidumbre y que a su país puede y debe irle mucho mejor sin su compañía. Una aseveración que deja fuera el asunto de la deuda pública estadounidense, de la que China es tenedora destacada, y las complejas, laboriosas, ingentes relaciones empresariales, comerciales y financieras entre las dos potencias.

Antes, China había anunciado que impondrá aranceles sobre importaciones de EE UU por valor de 75.000 millones de dólares (67.700 millones de euros), si el presidente de Estados Unidos aumentaba las sanciones. Estos nuevos aranceles suponen pasar del 5 al 10%. El movimiento de China se produce después de que Estados Unidos desvelara su decisión de aumentar el 1 de septiembre los aranceles sobre 300.000 millones de dólares de productos chinos, incluidos los productos electrónicos de consumo, lo que afectaría a todo lo que EE UU compra de China.

«La decisión de China de implementar aranceles adicionales fue forzada por el unilateralismo y el proteccionismo de Estados Unidos», afirmó ayer el Ministerio de Comercio de China. En un comunicado el ministerio aseguró que impondría aranceles adicionales del 5% o 10% sobre un total de 5.078 artículos de EE UU, Incluidos productos agrícolas como la soja, el petróleo crudo y los aviones ligeros. Los nuevos aranceles se implementarían en dos etapas: la primera el 1 de septiembre y la segunda el 15 de diciembre.

Pekín también restablecerá un arancel del 25% sobre las importaciones de automóviles de EE UU que había levantado a principios de 2019 en un gesto de buena voluntad, mientras los dos países intentaban negociar un acuerdo comercial. Los fabricantes de automóviles respondieron, advirtiendo que el impuesto pondría en riesgo los empleos estadounidenses. «Cuando China impuso inicialmente estos aranceles en 2017, las exportaciones estadounidenses de vehículos terminados cayeron un 50%», aseguró John Bozzella, en representación de los fabricantes de automóviles. «No podemos permitir que eso le vuelva a pasar a los trabajadores estadounidenses».

Estados Unidos ha tratado de minimizar las noticias sobre los nuevos impuestos. El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, dijo a Fox Business News que las negociaciones comerciales con China continuarían a puerta cerrada. Dijo que las conversaciones entre los dos países estaban programadas y argumentó que los aranceles no estaban perjudicando a los estadounidenses. «Los mercados esperaban que China reaccionara a los impuestos anunciados por Trump a principios de agosto, ya que el Ministerio de Relaciones Exteriores de China advirtió de que Pekín tomaría represalias.

La guerra comercial entre las dos súper potencias sube un escalón más y hace temer por unas consecuencias impredecibles en un contexto mundial de contracción económica.

La bolsa de Nueva York se hunde

Apenas un puñado de tuits bastaron ayer para desatar el pánico entre los inversores y teñir de rojo los mercados financieros. Las duras palabras de Trump ordenando a las empresas de EE UU salir de China tras los nuevos aranceles anunciados por Pekín tuvieron un efecto inmediato sobre la bolsa de Nueva York, que pasó de las ganancias a ceder un 2,37%.

Todo ello en un día que en principio iba a estar marcado por las pistas que pudiese dar la Reserva Federal en el retiro de Jackson Hole (Wyoming), pero que dio un giro tras el recrudecimiento de la guerra comercial entre los dos gigantes. Aunque las palabras de Trump coincidieron casi con el cierre de las bolsas europeas, ello no impidió que a última hora y en apenas unos minutos los principales índices del Viejo Continente pasaran a pérdidas. Madrid cayó un 0,77%, frente a las bajadas del 1,15% de Fráncfort, el 1,14% de París y el 1,65% de Milán.