
Defensa
China y Rusia sacan pecho en alta mar con sus operaciones conjuntas de submarinos: Estados Unidos se preocupa
China y Rusia dan un paso más en su desafío a Occidente con su primera patrulla submarina conjunta, un gesto de fuerza que, sin embargo, revela también las costuras de una alianza aún limitada por la desconfianza mutua

La cooperación militar entre China y Rusia tiene, por ahora, un techo de cristal bien definido. La primera patrulla submarina conjunta que ambas potencias ejecutaron el pasado agosto es la prueba más reciente. Aunque se presenta como una demostración de fuerza coordinada frente a Occidente, el gesto esconde una cautela reveladora: para la misión se emplearon veteranos submarinos diésel-eléctricos de diseño soviético, en lugar de las mucho más avanzadas y estratégicas unidades de propulsión nuclear que ambos países tienen en sus arsenales. Esta decisión es especialmente notoria si se tiene en cuenta el formidable poder de la flota rusa, ya que el submarino nuclear de la clase Yasen está considerado uno de los más avanzados y temidos a nivel global.
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De hecho, este movimiento calculado parece ser, más que nada, una respuesta directa al pacto AUKUS. La alianza forjada entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos para dotar a la armada australiana de submarinos nucleares ha sido recibida en Pekín y Moscú como una amenaza directa a sus intereses en la región del Indo-Pacífico. La patrulla conjunta se enmarca, por tanto, en una lógica de acción-reacción que busca proyectar una imagen de frente unido.
Asimismo, la maniobra no es un hecho aislado, sino la culminación de un acercamiento progresivo que se viene intensificando desde 2019. En los últimos años, ambas naciones ya habían realizado patrullas combinadas con bombarderos estratégicos y con buques de superficie. La cooperación submarina era el siguiente paso lógico en su agenda conjunta, tal y como han publicado en Defense News, consolidando una entente que pretende hacer contrapeso a la influencia de Washington y sus aliados.
Una cooperación estratégica que aún no es una alianza militar
En este sentido, la operación se desarrolló en las aguas del Mar de China Oriental y del Mar de Japón, involucrando, por lo que ha trascendido, a un submarino ruso de la clase Kilo, el Volkhov, y a una unidad china del mismo tipo. La elección de este material, aunque funcional, subraya la desconfianza que todavía impera a la hora de compartir capacidades tecnológicas consideradas críticas, una barrera que evidencia los límites actuales de su colaboración. La presencia de estas patrullas en el Mar de Japón es uno de los factores que ha impulsado un cambio histórico en la región, provocando que Japón haya decidido volver a las armas para hacer frente a las crecientes amenazas.
Con todo, el nivel de integración entre las fuerzas chinas y rusas está lejos de una verdadera interoperabilidad. Mientras que los miembros de la OTAN comparten décadas de protocolos, doctrina y sistemas de mando estandarizados, la entente sino-rusa se sustenta más en objetivos políticos comunes que en una cohesión militar profunda. Por ello, la verdadera prueba de fuego para esta alianza, y el indicador que sí generaría una profunda inquietud en Occidente, sería la futura cooperación con submarinos de propulsión nuclear. Un movimiento de esa envergadura sí confirmaría la existencia de un bloque mucho más coordinado de lo que se ha visto hasta la fecha.
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