Violencia en América Latina
Colombia revive el fantasma de la violencia con el atentado a Uribe
El precandidato presidencial fue tiroteado en un acto político improvisado en Bogotá por un menor que ha sido detenido
De «máxima gravedad» y con pronóstico «reservado». Era el estado del precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay al cierre de esta edición. Víctima de un atentado que lo dejó con varios disparos en su cuerpo, uno en la cabeza, fue atacado a tiros durante un mitin improvisado el sábado por la tarde en Fontibón, un sector de la capital Bogotá, y ahora se debate entre la vida y la muerte en un hospital de la ciudad. A las afueras, partidarios y colombianos reunidos para rezar a su favor. Y por las redes, sucesivos comunicados y pronunciamientos en solidaridad con el abanderado del Centro Democratico -el partido de los expresidentes Álvaro Uribe e Iván Duque- y, principalmente, condenando la violencia en la política. «Miguel salió de la cirugía, lo logró», celebró la esposa del también senador de 39 años, Claudia Tarazona tras la primera intervención quirúrgica. Afirmó que el político seguía «luchando por su vida, las horas que vienen son críticas». Hasta ahora, el senador ha sido operado dos veces. «Quiero agradecer la solidaridad de todos. Le he pedido a la Fundación Santa Fe que sean ellos y solamente ellos, quienes informen a los colombianos sobre la evolución de Miguel. Les ruego acepten y respeten nuestro silencio», escribió Tarazona este domingo en X. El último parte médico oficial indicó: «Terminados los procedimientos, neuroquirúrgico y en muslo izquierdo, se trasladó a cuidados intensivos para su estabilización postoperatoria. El estado reviste la máxima gravedad y el pronóstico es reservado».
Uribe Turbay recibió varios disparos de un arma automática Glock 9 mm aparentemente empuñada por un adolescente de 15 años, que fue detenido minutos después cerca del lugar por integrantes del equipo de seguridad del legislador. Mientras el joven se alejaba, arma en mano, uno de los escoltas le disparó e hirió para reducirlo, como quedó grabado en cámaras de seguridad vecinales.
Una vez detenido, el sujeto dijo que entregaría los números de quienes le ordenaron ejecutar el ataque. Poco después se conocieron extractos de conversaciones halladas en el teléfono que portaba el presunto sicario.
El director de la Unidad Nacional de Protección -encargada de los escoltas-, Augusto Rodríguez, dijo que no descartan que haya un cómplice. Según testigos, el menor de edad llegó en una motocicleta. Antes de disparar se le vio conversando con una mujer en el sitio, a poca distancia de Uribe Turbay. Otras dos personas resultaron heridas y en redes sociales varios presentes y medios de comunicación han compartido distintos videos del atentado, desde diferentes ángulos.
El ministro de la Defensa, Pedro Sánchez, informó que el gobierno colombiano ofrece hasta 3.000 millones de pesos (alrededor de 730 mil dólares americanos) por información que ayude a esclarecer el caso. La Fiscalía trabaja sobre «cuatro líneas de investigación», afirmó en un comunicado.
Y a la inicial conmoción por el terrible atentado le siguió una catarata de declaraciones políticas. El presidente Gustavo Petro pidió, en transmisión televisada, dar con los responsables e investigar incluso a los guardaespaldas del senador, pero también cuidar al menor de edad que habría apretado el gatillo. «La primera responsabilidad del Estado es cuidar la vida del menor, porque es un niño. Así nos parezca terrible, los niños se cuidan en Colombia», señaló el presidente al afirmar que agregó que deben «cuidar, tanto a Miguel Uribe Turbay, como a su presunto asesino, un niño pagado indudablemente».
Pero la reacción de Petro dejó críticas en otros actores colombianos y de otros países. Primero por su discurso estuvo lleno de metáforas y poca contundencia, y segundo porque hay quienes justamente lo señalan a él como promotor de un discurso violento.
Recientemente el presidente había impulsado una reforma laboral a través de una consulta popular -debido a que el Senado la rechazó- que ha convertido en punto de honor de su mandato. Además, en manifestaciones públicas ha enarbolado la bandera de guerra a muerte usada durante las luchas independentistas.
Y esta beligerancia verbal ha tenido ahora reacciones. «Estados Unidos condena con la mayor firmeza el intento de asesinato del senador Miguel Uribe. Esto constituye una amenaza directa a la democracia y es resultado de la violenta retórica izquierdista proveniente de las más altas esferas del gobierno colombiano», escribió en un pronunciamiento Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos.
«El primer responsable político es el presidente Gustavo Petro porque ha promovido un ambiente de violencia, un ambiente que nos está trayendo sangre y dolor», afirmó la candidata actualmente favorita de la derecha para llegar a la Casa de Nariño, Vicky Dávila desde la clínica donde atienden a Uribe Turbay.
En todo caso, distintas voces han alertado del peligro de volver a episodios como los vividos en los años 80 y 90 del siglo pasado, cuando la violencia en la política era costumbre. Particularmente por las similitudes con casos emblemáticos de «los suizos», como se conocieron a los jóvenes menores de edad que eran reclutados por el narco Pablo Escobar y usados en misiones suicidas. Así ocurrió en los asesinatos de los candidatos presidenciales Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa en 1990.
El ministro de Interior, Armando Benedetti, anunció que el gobierno activará mecanismos de protección para todos los políticos que anuncien aspiraciones presidenciales.